Telephone Box London, de Sacha Fernandez |
Martes 27 de febrero
de 2018
18:42h.
Suena el teléfono. Recordaba en mi entrada
anterior que todas las del diario de la Rotten comienzan con una llamada de
teléfono suya o directamente con su persona apareciendo en la puerta. Dando el
coñazo, vamos. Ésta no es una excepción, solo que esta vez tengo el teléfono a
la vista y me acuerdo de mirar la pantalla. Sí, la miro y veo su nombre:
Ascensión. Y no cojo.
No lo cojo solo porque esté hasta el culo de ella, porque me
amarga, por la desgraciada historia que tenemos en común, sino porque ella cree
que salgo a las seis y media (18:30h), así que ¿qué porras hace llamándome doce
minutos después? No se limita a que suene un par de veces para que quede el
registro y yo le conteste al día siguiente. No, ella no admite un no por
respuesta así que lo deja sonar a ver si por un casual tengo telepatía y puedo
darme la vuelta para atenderla.
He quitado el sonido, me duele muchísimo la cabeza. Ver esa
pantalla iluminada cuando debería estar apagada me cabrea, me intensifica el
dolor. Miro para otro lado e intento ignorarlo. Solo pienso en recoger.