Me
escribió Sara Pestes poniendo en copia a Nick, un compañero al que llevo
dos años pidiéndole unos documentos que debió entregar cuando empezó a trabajar. Ahora le han entrado las prisas, pero en
vez de contactar conmigo directamente, le escribió a ella con intenciones retorcidas
pensando que es mi superior. Entre otras dudas, preguntaba si la empresa le
pagaría un servicio privado para hacerle la gestión en su nombre en Estados
Unidos, gestión que él puede tramitar por email. Como pasaron los días de la
semana sin tener una respuesta de mi jefa, que es quien tenía que aceptar o no,
decidí que si el viernes por la mañana no la tenía, le escribiría igualmente
para responderle lo que pudiera. Nick es imbécil. Retrasándome unos días lo
fastidié y fastidié a la Pestes, que tuvo que aguantar su bombardeo de correos,
pero no quiero pasar la raya que me convierta en alguien igual a ellos.