Baja la avenida apurada. Va tarde. Últimamente retrasa su
salida un poco cada día. Hay problemas en el trabajo, no quiere que llegue el
momento de fichar y enfrentarse a ellos. Piensa en las cosas que tiene
programadas para la mañana, probablemente no le dé tiempo a hacerlas todas. Se
para un segundo y se pone las gafas de sol para poder tolerar una mañana especialmente
brillante, o quizás ella está un poco vampírica. Levanta la vista y ve una
figura masculina que se acerca. No es un habitual de la avenida a esa hora:
unos cuantos adolescentes que se agrupan para ir al insti y unos cuantos dueños
de perros. La figura se acerca. No está segura pero… Sí, es él, cada vez más
cerca. A punto de cruzarse, la mira varios segundos
de manera que haría sentir incómoda a una desconocida, aunque ellos ya no son
totalmente desconocidos.