Casting Shadows, de Ian Sane |
Miércoles. Acto de bienvenida a los nuevos. El tercer año
que acudí, siempre de mala gana, deseando que pase pronto y cruzando los dedos
para no sentirme excesivamente incómoda. Me eché protector para no quemarme y
cogí el sombrero por si nos tocaba al sol como el año pasado, me puse una
chaquetita por si nos tocaba en la sombra como hace dos años y salí.
Llegué pronto al patio del edificio donde trabajaba antes. Solo
estaban mis compañeras de departamento, los camareros y… uf, cojo aire, Luis el
bibliotecario sentado en un banco. Luis es raro, muy raro. Por suerte solo lo
encuentro una vez al año porque trabaja fuera de Madrid, en la sede de la
empresa B, pero tengo muy en mente que en el evento del año pasado no se
despegó de mí y sus ojos se lanzaron a por mi escote más de lo necesario,
muchísimo más de lo que es cortés. Me hice la despistada para no saludarlo, pero
enseguida se unió a nuestro grupo y no tardó nada en tirarme los tejos y
hacerme proposiciones para comer juntos entre miradas que prefiero no catalogar.
Aunque no le di señales de reciprocidad, al contrario, lo rechacé, siguió
insistiendo e insistiendo, aun más cuando mis compañeras se separaron del grupo
(capullas).