Büroarbeitsplatz, de Masine |
Llevamos un mes de trabajo, cinco semanas estresantes y
caóticas, con muchas peticiones de información a nuestro departamento y muchos
cambios, empezando por la nueva oficina, aunque no creo que este sea el más
significativo.
Hemos bajado una planta, nuestra puerta da a un pasillo en vez de a un
vestíbulo y nos han quitado espacio, casi la mitad, pero tenemos mesas
individuales, nos podemos organizar mejor y nuestro espacio es nuestro. Adiós a
la puerta secreta y al ir y venir de personal de mantenimiento. Por si ese
trajín no fuera suficiente, la mesa de reuniones me ahogaba, una mole blanca de
altura dañina para trabajar. Creo que física y espacialmente estoy mejor, eso
sí, nada de estantería. Se empeñaron en decir que nos agobiaríamos por la falta
de espacio, pero solo fue una excusa para no ponerla. Así que he tenido que
okupar lo que he podido. Tengo que reconocer que al final esta opción no ha
estado mal porque, ya que invadí un armario, ¿por qué no invadir dos? No solo
organicé mi material de trabajo sino también el archivo.
Lo que más rabia me da de esta mudanza al segundo es
que nos han puesto al lado del despacho donde estaba el espía de la ventana
indiscreta. Habría sido una excusa perfecta para cruzarnos y tener una
conversación medio decente por fin, pero prefiero no pensar mucho en lo que
pudo ser y no fue, sobre todo cuando la otra parte no hacía mucho por romper la
barrera que nos separaba. Pero sin crítica, yo soy la primera cobarde. ¿Cambio
positivo? Mientras siga compartiendo con Sandra y Sara Pestes ningún cambio es
positivo porque no es cambio.
Moka,
coffee, kitchen stuff, de Claudio Castelli
|
Ha venido bastante gente nueva, pero sobre todo se han ido
muchos (tranquilidad, solo otra mudanza, no los han despedido). Los jefazos, ni cortos ni perezosos, después de hacer cuentas tras la
migración en masa (probablemente antes) decidieron quitarnos la cocina. Es
cierto que sigue habiendo dos microondas en la zona común grande que podemos
usar, es cierto que sigue habiendo mesas en las dos zonas comunes, pero esas
zonas no son comunes para los empleados sino para los visitantes. Si están
ocupadas, nos jodemos. Si hay cola para el microondas, nos jodemos. Y ya no se
pueden fregar los tuppers, ni los
cubiertos. Ahora mismo tengo olor a salchichas en mi bolsa-nevera y he tenido
que traer un mini hervidor de agua para hacerme la infusión. Así que nos
jodemos también. ¿Cambio positivo? No.
Y para el final el cambio más heavy de todos: la supresión de la recepción. En un edificio donde
hay charlas y conferencias todos los días, donde hay visitas y conferenciantes
nuevos a cada momento y donde las plantas están numeradas al estilo americano,
pasa de todo todos los días. Nada grave, pero son pequeñas cosas que te impiden
trabajar con continuidad: que si no me puedo conectar a la red, que si traigo
el pedido de limpieza y no encuentro a las chicas, que si me dejas un boli, que
dónde está la sala 300 que me he recorrido la tercera planta y no la veo, que
he perdido mi móvil, y yo he perdido mi chaqueta.
Old Hotel, de David Melchor Díaz |
Todo el mundo se sorprende de que no haya una oficina de
objetos perdidos y mucho más de que no la llevemos nosotras, ya que estamos
justo en la mitad del pasillo. Además, como no hay secretarias abajo y las
chicas de la limpieza no se sienten cómodas con Violeta, ¿a quién le piden que
imprima la agenda del día y la gestión de sus emails? ¡Por supuesto! ¿Acaso
dudabais? Aunque debo decir que no me cuesta ningún trabajo e imprimir es una
excusa para estirar las piernas. En cualquier caso, ¿cambio positivo? Definitivamente NO. Aunque… con el caos
que se ha montado, he hecho migas con el Guardián de la puerta y alegrarme la
pestaña sí es positivo. Creo que él ha empezado a hacerse el encontradizo, pero
ni estoy segura de ese acercamiento (recuerdo una vez más que necesito una sirena para enterarme de los flirteos, no confirmaré nada hasta que me plante
un morreo) ni sé con certeza si me interesa.
En cualquier caso, disfrutemos de este pequeño refugio
porque en un par de años nos mudaremos todos. Abandonaremos el modelo
descentralizado para pasar a un único edificio donde nos organizarán en
hermosas, abiertas y ruidosas praderas. Presente, te elijo a ti.
La mudanza. Las detesto. Tengo varias arriba, de casa y laborales.
ResponderEliminarPero como todo aprovecho para limpiar y empezar de nuevo.
CUestan los cambios pero despues uno se olvida de como hacia ayer!
Besos y buen miercoles ♥
Yo también las detesto y llevo tres en dos años. :S Además se suma la presión externa de mis compañeras de que tengo muchas cosas, cuando lo que tengo no es "mío" sino el archivo del departamento. Así que ya pienso en seguir adelante y mentalizarme que no estaré mucho tiempo en esta silla. :)
EliminarUn abrazo y feliz semana!
Parece que cuando regresas de las vacaciones el trabajo se ha ido almacenando solo y de ahí las cinco semanas de sobreesfuerzo. Pero lo que más me estremece de tu relato, incluso más que la reducción de espacio, es continuar con tus compañeras. Cada día creo que un tanto por ciento importante del bienestar laboral te lo da la calidad de tus compañeros. Sara Pestes y Sandra siguen ahí. Y ellas no van a cambiar. Por más que lo haga tu entorno.
ResponderEliminarAún así no es ventaja menor el Guardian de la puerta. Guste más o menos un flirteo estimula en el trabajo más que cualquier otra cosa. A veces ayuda a sobrevivir. Un abrazo y que te aproveche el fin de semana.
S.: me amargan. Y no puedo pasar porque tengo que trabajar con ellas e interactuar con ellas. Y tanto que afectan los compañeros. Cuando estaba en el zulo y solo me relacionaba con quien quería, era una maravilla. Bueno, siempre tenía que aguantar a dos, pero no trabajaba con aquellas dos.
EliminarY definitivamente los flirteos dan la vida. Lástima que solo está un mes cada mucho, pero menos es nada.
Un abrazo y buen fin de semana para ti también.
Te leo por aquí pasa lo mismo El edificio se queda, lo toma otro nombre....
ResponderEliminardan paquetes a la gente para que se vaya
y vienen Los milenios que tienen 23 años y la vida se renueva
Recomenzar: ¿Con paquetes te refieres a incentivos? Si es así, tienen que ser buenos para que se vayan ¿no? Es muy duro mudarse porque a los dueños quieran sacar más rentabilidad... supongo que ese será el motivo.
EliminarUn abrazo enorme.