Mardi Grass Boo Lefou, de DaPluget |
Jueves. Evento de bienvenida a los nuevos. Cuando voy a esas
reuniones me abruma la multitud, hablar en inglés y no entender, que me
presenten a un montón de gente, tener que forzar conversaciones incómodas. Por
todas esas razones, porque era en mi hora de la comida, hacía un sol de justicia
y era en un jardín fui de mal humor, predispuesta a pasarlo fatal.
Antes de salir, Violeta me confirmó que iba a haber carpa,
así que dejé el sombrero que había llevado, me colgué la identificación al
cuello por una vez y salí tan campante. Pero cuando llegamos al sitio,
tempranísimo porque mis compañeras formaban parte de la organización, nos
encontramos la sorpresa: una carpa enana y tres sombrillas mínimas. Solo lo
pensé un segundo, lo que tardé en preguntarles si necesitaban mi ayuda
inmediata, y volví a mi oficina en busca del sombrero. Con él y unas gafas de
sol enormes, me presenté en el sarao. Absolutamente de incógnito.
Lo de la sombra no fue lo único que salió mal: demasiado calor,
más gente que la que había confirmado, poca comida incluso para lo previsto y,
por supuesto, mi atuendo. Me puse un vestido para ir un poco mona. La gente
suele ponerse de tiros largos para este evento y necesito no destacar. He
notado en otras ocasiones que ese vestido me
hace llamar la atención de los demás, pero me encanta, me hace delgada, me
hace sentirme bien. Quizás sea la seguridad en mí misma lo que perciben, no
tanto la apariencia. Lo que está claro es que el sombrero lo llevaba solo en la
cabeza, no en escote y piernas.
Además de mirarme, se notaba que todo el mundo lo quería, lo
envidiaba, algunos me lo dijeron con cariño y otros simplemente echaron unas
cuantas miradas de deseo sobre él, como si llevara puesto el anillo de poder.
Mi jefa, nada más llegar, les dijo a unos compañeros que había sido la más
lista y las cuatro cabezas se giraron al estilo Regan para mirarme. Y eso solo fue el inicio, luego llegaron los
comentarios al saludarme y las miradas que les cacé a varios compañeros. Al
final no sé si miraban por el dichoso sombrero, porque el vestido no es lo que
acostumbro a llevar o porque la multitud disimula ciertos comportamientos que
son imposibles en una oficina o en un pasillo, pero el caso es que noté más ojos
sobre mí que normalmente.
Mona visits the Alhambra, de Russ Seidel
|
Primera nota mental:
por muy segura que me sienta llevando ese vestido, nada de llevarlo a otro
evento de estos. El sombrero y el protector solar (para que no vuelvan a
quemarse los brazos), imprescindibles.
En cuanto al encuentro inesperado, fue pura sorpresa y me
produjo sentimientos encontrados. Nada más llegar después de recoger el
sombrero, la gente empezó a aparecer en el lugar del cóctel. Uno de los primeros
fue Don voz
sensual. Cuando lo vi en
la puerta, tan alto, moreno, vestido informal, con esa confianza suya que
envidio, pero solo, me acerqué a él. Un par de días antes habíamos
intercambiado unos emails un poco incómodos y creo que eso me dio el empuje
necesario para saludarlo y tantear cómo estaban las cosas entre nosotros. Si no
fue eso, aún no entiendo de dónde saqué la valentía.
Me sonrió abiertamente y supe que todo estaba bien. Primero hablamos
de las vacaciones para romper el hielo prácticamente derretido y él se quitó
las gafas de sol. Sé que tenía que haber hecho lo mismo, pero en ese momento me
supe incapaz. Mi mente empezó a trabajar a mil por hora para analizarlo todo.
No quitarme esas gafas fue una descortesía, además de enviarle un mensaje
negativo. Sin embargo, seguimos hablando con naturalidad de los resultados que
estamos esperando. Y justo después de ponerse las gafas de nuevo hizo otro
movimiento. Se acercó tanto a mí que entre los dos había el mínimo de distancia
para no tocarnos. No lo recordaba tan
alto, casi imponente, supongo que las veces anteriores yo llevaba tacones,
porque esa cercanía y esa altura me acojonaban, pero no recuerdo esa
sensación en nuestros encuentros
pasados. Menos mal que no tenía una copa en la mano, porque a pesar de la alta
temperatura temblé todo el rato.
Hunter's
Guide to Party Game (2 of 2), de MidCentArc
|
Odio las distancias cortas, mi burbuja tiene un diámetro
superior a la media, pero en ese momento era consciente de que no podía
apartarme ni un milímetro de él si no quería enviarle de nuevo el mensaje “no
me interesas”. Claro que me interesa. Era pura felicidad porque no saludó a mis
compañeras ni a mi jefa (que es la suya, aunque esa jerarquía es complicada)
por estar conmigo, porque no nos dejamos hasta que empezó a llegar más gente y
no podíamos monopolizarnos. Si la única manera de enviarle el mensaje “me
gustas” era no apartarme y fingir comodidad, me tocaba fastidiarme. Diez
minutos de conversación eterna y al mismo tiempo fugaz. Habría querido estar
todo el evento así, pegada a él, ignorando todo lo que pasaba alrededor, ignorando
el sol ardiente y el calor, ignorando si alguien percibía esa cercanía entre
los dos.
Creemos que en unos días saldrán los resultados del trabajo
que entregamos. Si la evaluación es negativa, volveremos a encontrarnos. Si es
positiva, cuando me llame o me escriba para comunicármelo, podría ser la última
vez que hablemos.
Segunda nota mental: quitarme
las gafas si nos volvemos a encontrar en la calle. Y elaborar un plan de
acercamiento, total, otra situación incómoda entre nosotros dará igual, ya
somos expertos.
Me ha gustado la magia que has imbuido a ese vestido. La seguridad nos la dan ciertos talismanes a los que previamente les damos nosotros su poder. Pura psicología. Y sin embargo me he imaginado muy poderosamente esa prenda de ropa que atrae la mirada de todo el mundo.
ResponderEliminarTambién he imaginado la fuerza de esa imagen en la que rompen tu burbuja personal(la mía también es grande y no me gusta que me la pinchen habitualmente). Consigues que el mero hecho de que te den unos resultados positivos o negativos genere una expectativa, un interés, una necesidad de saber qué pasará. Saludos
Hola, S.:
EliminarFíjate que no soy nada supersticiosa, pero ese vestido me hace sentirme bien así que de alguna manera supongo que lo convierto en talismán. Tiene los mismo tosno que el fondo de mi blog, blanco y varios tonos de rojo. Supongo que no podía ser de otra forma.
Esos resultados suponen muchas expectativas y preocupaciones, personales y laborales. Para mí ahora mismo las más importantes son las personales, supongo que para él las laborales. Ya veremos qué pasa al final. Si me marca y me inspira lo suficiente, probablemente se convierta en carne de blog.:D
Un abrazo.
Sentirte segura de vos misma es lo que causa que te miren mas. Todo esta en tu cabeza creémelo.Te sentias tan bien con vos tu piel y ese vestido que terminó sindo un triunfo tan solo
ResponderEliminarPorque vos te sentias y veias bella
mil besos
Sí, sí, estoy segura. Quiero sentirme así siempre, sin talismanes. :(
EliminarUn beso enorme.