Comencé a escribir esta entrada día y medio antes de las
vacaciones. No veía el momento de que llegaran. Siempre es igual: las mismas
ansias, el mismo cansancio, el mismo calor que me hace desfallecer y perder fuerzas.
Año a año lo siento peor. Será la edad que me hace más gruñona, más intolerante
y a mis compañeras más insoportables.
Turning Torso, de Bert Kaufmann |
El curso pasado fue muy intenso, más que el anterior, aunque
ya estábamos juntas las tres. El espacio se redujo a menos de la mitad, las
quejas entraban por uno de mis oídos, salían por el otro, pero en vez de
perderse en el espacio, rebotaban en la pared y volvían a entrar. Así una y
otra vez hasta que al fin llegaba la hora de salida y podía desconectar. Ahora,
en este inicio de curso no puedo evitar pensar, aunque lo intento, en que
quizás todo eso desaparezca en un año. Es muy probable que nos mudemos a un
nuevo edificio y, aunque no estoy a gusto donde trabajo, es inevitable hacer
cábalas sobre el tema estrella en la empresa. Si no son Sandra y Sara Pestes,
son las de la clase de inglés, las chicas de la limpieza hambrientas de
información o alguien a quien acabas de conocer y quiere romper el hielo: ¿sabes
si te quedas aquí?, ¿te toca mudarte?, ¿te toca ir a la torre?
La Torre, un rascacielos enorme en otra zona de la ciudad que
tiene a la gente bastante nerviosa. Con seguridad va la plantilla de la empresa
B, pero mi departamento sirve a gente de las dos empresas. Los que estamos
en esa situación vivimos en la incertidumbre. ¿Tendremos una mesa ya asignada
en el nuevo edificio o nos quedaremos aquí? En realidad, nos vayamos a la zona
nueva o nos quedemos en la vieja, nos tocará mudanza sí o sí. Hasta el
mismísimo momento no tendremos la confirmación de nada. Es inútil comerse las
uñas, preocuparse por ir a un sitio al que muchas no queremos ir si quizás al
final todo se ponga patas arriba y nos toque ir a un tercer sitio que se saquen
de la manga.
Mientras tanto, los edificios en los que trabajamos ahora se
van adaptando para acoger a nuevos trabajadores, a nuevos clientes y visitas
adicionales a tutiplén. Soluciones chapuzas temporales que hacen la vida de la
plantilla un poco más complicada: menos oficinas, menos zonas comunes, menos
cocinas, más baños compartidos con los visitantes, pero, al menos, se puede
salir a la calle en la hora de la comida y respirar. Aire contaminado, sí, pero
respirar y desconectar. Estoy segura de que todos estos inconvenientes serán pronto
una incomodidad añorada, algo que echaremos de menos porque en el rascacielos
superguay no habrá oficinas, ni baños para empleados, ni zonas para comer y,
aunque a algunas los centros comerciales que nos rodearán les parecen la opción
ideal para su tiempo libre, para otras no poder salir será un punto más en
contra del nuevo lugar.
De momento tengo doce meses por delante con mucho trabajo, muchas quejas
y muchas llamadas de la Rotten reclamándome un café. Al mismo tiempo me
dedicaré a disfrutar de mi oficina compartida con dos compañeras cargantes porque
el futuro quién sabe lo que deparará, con toda seguridad una mesa en una “pradera”
y quizás comidas con la Rotten todos los días, y en eso es mejor no pensar. Así
que cierro de una vez este texto para dedicarme al día y a día y otros textos
y, si en un año sigo escribiendo por aquí, informaré porque novedades las habrá
seguramente a puñados.
te preocupás por algo que puede pasar dentro de 12 meses? jaja... la ansiedad a veces nos mata... saludos!!!
ResponderEliminarLa ansiedad nos mata y nos remata, jajaja. Yo estoy tranquila con este tema, aunque parezca que no, pero las insistencias externas hacen que a veces me explote la cabeza, de ahí el texto, jajaja.
EliminarUn abrazo.
Tómalo con calma y deja que las cosas fluyan solas :)
ResponderEliminarabrazos
Eso intento, solo que cuando los demás insisten a veces llego al punto de la explosión, jajaja. Hasta es el tema principal de muchas clases de inglés. Me hartan! :D
EliminarUn abrazo.
Cada etapa es una nueva lección de cómo asimilar los cambios. Seguro que irá bien. De momento tenéis dos temas que comentar, las vacaciones ya gozadas y las preguntas sobre el futuro de la empresa y los empelados. Un divertimento seguro
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, seguro que va bien. Lo cierto es que yo le veo ventajas tanto a quedarme como irme, aunque preferiría no tener que trabajar en un rascacielos.
EliminarUn abrazo.
Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros”
ResponderEliminary vos relusis con tus letras dia a dia me gusta lo que veo
Tal cual, Recomenzar. Porque este es un tema al que yo no lo doy mucha importancia en mi día a día, pero la gente no para. Así que lo que he escrito aquí realmente es lo que he hecho con lo que mis compañeras han hecho de mí. :D Me alegro de que me veas relucir. Un beso enorme.
EliminarNo puedo evitar sentirme muy identificado con tu primer párrafo. El del verano. Septiembre es la vuelta al trabajo pero ya se va quedando atrás la falta de energía del calor. Más o menos porque aún...
ResponderEliminarEn cuanto a lo otro, tienes doce meses para que suceda algo que no será necesariamente negativo. Lo único malo de cualquier situación nueva es la incertidumbre. Pero ese problema suele ser imaginario. Espero que sigas aquí para explicarnos qué tal. Saludos
De hecho, S., tengo una tarea asignada que me tiene hasta el moño (probablemente sea la protagonista de la próxima entrada) y ya estoy deseando que llegue la nueva mudanza, sea a donde sea, para librarme de ese marrón. :D
EliminarTe debo visita, me estoy poniendo al día tras las vacaciones.
Besos.
Concuerdo con Jlo, puede que pase opción A u opción B, pero aún no ha pasado nada. Estás viva, con salud y trabajo y no muchos pueden decir eso.
ResponderEliminarLas vacaciones creo te vendrán de perillas, un abrazo y a disfrutar que es lo que te toca ahora, ya habrá tiempo para la ocupación jé.
Un abrazo!
Toda la razón, Nocturno. Pienso en ello menos de lo que parece, pero ese poco es demasiado. Y es más por la insistencia de los demás, aunque eso no sea excusa.
EliminarUn abrazo.