Casting Shadows, de Ian Sane |
Miércoles. Acto de bienvenida a los nuevos. El tercer año
que acudí, siempre de mala gana, deseando que pase pronto y cruzando los dedos
para no sentirme excesivamente incómoda. Me eché protector para no quemarme y
cogí el sombrero por si nos tocaba al sol como el año pasado, me puse una
chaquetita por si nos tocaba en la sombra como hace dos años y salí.
Llegué pronto al patio del edificio donde trabajaba antes. Solo
estaban mis compañeras de departamento, los camareros y… uf, cojo aire, Luis el
bibliotecario sentado en un banco. Luis es raro, muy raro. Por suerte solo lo
encuentro una vez al año porque trabaja fuera de Madrid, en la sede de la
empresa B, pero tengo muy en mente que en el evento del año pasado no se
despegó de mí y sus ojos se lanzaron a por mi escote más de lo necesario,
muchísimo más de lo que es cortés. Me hice la despistada para no saludarlo, pero
enseguida se unió a nuestro grupo y no tardó nada en tirarme los tejos y
hacerme proposiciones para comer juntos entre miradas que prefiero no catalogar.
Aunque no le di señales de reciprocidad, al contrario, lo rechacé, siguió
insistiendo e insistiendo, aun más cuando mis compañeras se separaron del grupo
(capullas).
Cuando llegó la fotógrafa me pude escabullir con la excusa
de ayudarle a Sandra a organizar la sesión de fotos. Quién me iba a decir que
pasar un rato con ella y Juani
la loca, que salió a fumar justo en ese momento, me iba a salvar por un
momento. Gracias a ellas me libré de miradas achicharrantemente incómodas hasta
que llegaron los nuevos y, mientras los fotografiaban por un lado, por otro
iban llegando los invitados. Sandra me echó en cara todo el día que no habíamos
socializado nada con esa manía suya por la primera persona del plural, sin
embargo, yo fui saludando a la gente que conocía, a la mayoría hacía tiempo que
no la veía y, por una vez, hasta me sentí cómoda con los saludos. Lo que le
molestó a Sandra es que Nino no se acercara a saludarla. Claramente por mí no iba a venir, incluso pude
ser el motivo de su alejamiento, pero ella tampoco tuvo la valentía de
acercarse a él y quería involucrarme en su remordimiento para no sentirse tan
mal.
La sesión fotográfica se organizó sola y, al terminar,
viendo que todo el mundo se había posicionado alrededor de las mesas y que las
miradas estaban puestas en las bebidas, nos tocó el turno a nosotras. Cuando
firmamos el anexo del contrato por el RGPD
no autoricé el uso de mi fotografía. Pensaba en usos públicos como folletos o
la web, así que avisé a mi jefa de que realmente no me importa que la utilicen
en presentaciones internas. Tuve tal tino para escoger el momento que según me
puse frente a la cámara aparecieron mi jefa, el súper jefe y el jefe de mi
amiga Circe, los tres peces gordos del departamento contemplando mi posado. Aun
así, conseguí mantener el tipo y lo único rojo de la foto fue mi blusa.
Poco más para contar. El cóctel estuvo bien, incluso fue corto
gracias a mi falsa ayuda en lo de las fotos. No sé si pasé tan desapercibida
como me habría gustado, sí más que el
año pasado. En general fue más agradable, pero mucho, mucho menos
emocionante.
No hace falta que te lo diga pero Luis es como para mirarlo con mucha precaución. Esas miradas al escote sólo demuestran que tiene poca educación y poco control. Nada que no percibas tú misma de lejos. En un párrafo has hecho un relato más que perfecto de este hombre pero... ¿bibliotecario? Qué poco le ha calado la cultura con la que trabaja. A lo mejor es que sólo mueve libros pero no los lee. Por lo demás me alegro que el cóctel no fuera más accidentado. Un abrazo
ResponderEliminarP.D. Tampoco me gusta que me metan en la primera persona del plural sin pedirlo. Esa Sandra...
A Luis lo tengo calado desde que nos conocimos hace casi doce años, él ni se acordará porque acaba de fijarse en mí de esa manera, por desgracia, pero desde el año pasado... con pinzas. :D Supongo que hasta entre los bibliotecarios hay especímenes de estos.
EliminarUn abrazo.
¡Vaya!... quien dijo que los bibliotecarios no tenían su lado oscuro, cuídate Dorotea y mejor con pinzas y de lejos.. abrazos
ResponderEliminarHasta yo lo tengo, solo hay que pasarse por mi blog para ver mi cara B. :D Solo que mi lado oscuro parece brillante al lado del suyo.
EliminarUn abrazo para ti también.
Já, quizá es medio asperger el Luis ese? De todos modos bibliotecarios que he conocido -sin contar las viejecillas pronta a jubilarse- son tipos extraños, solitarios y que algo se traen je.
ResponderEliminarBuena suerte en este inicio!
No conozco muy bien los síntomas del Asperger, pero en su caso, creo que solo es asqueroso, jajaja.
EliminarQué me dices! Has tenido muy mala suerte con la gente de ese gremio. Yo he conocido a dos bibliotecarios raritos, curiosamente los dos hombres, a pesar de que somos mayoría mujeres. Hace años que no trabajo como bibliotecaria y, si les preguntas a mis compañeras, te dirán que soy una de las raras de la empresa, pero aun así, creo que la mayoría somos normales. :D
Un abrazo y gracias!