miércoles, 18 de septiembre de 2019

Acto de bienvenida 3ª ed.

Mujer de rojo posando para fotógrafa
Casting Shadows, de Ian Sane
Miércoles. Acto de bienvenida a los nuevos. El tercer año que acudí, siempre de mala gana, deseando que pase pronto y cruzando los dedos para no sentirme excesivamente incómoda. Me eché protector para no quemarme y cogí el sombrero por si nos tocaba al sol como el año pasado, me puse una chaquetita por si nos tocaba en la sombra como hace dos años y salí.

Llegué pronto al patio del edificio donde trabajaba antes. Solo estaban mis compañeras de departamento, los camareros y… uf, cojo aire, Luis el bibliotecario sentado en un banco. Luis es raro, muy raro. Por suerte solo lo encuentro una vez al año porque trabaja fuera de Madrid, en la sede de la empresa B, pero tengo muy en mente que en el evento del año pasado no se despegó de mí y sus ojos se lanzaron a por mi escote más de lo necesario, muchísimo más de lo que es cortés. Me hice la despistada para no saludarlo, pero enseguida se unió a nuestro grupo y no tardó nada en tirarme los tejos y hacerme proposiciones para comer juntos entre miradas que prefiero no catalogar. Aunque no le di señales de reciprocidad, al contrario, lo rechacé, siguió insistiendo e insistiendo, aun más cuando mis compañeras se separaron del grupo (capullas).

Cuando llegó la fotógrafa me pude escabullir con la excusa de ayudarle a Sandra a organizar la sesión de fotos. Quién me iba a decir que pasar un rato con ella y Juani la loca, que salió a fumar justo en ese momento, me iba a salvar por un momento. Gracias a ellas me libré de miradas achicharrantemente incómodas hasta que llegaron los nuevos y, mientras los fotografiaban por un lado, por otro iban llegando los invitados. Sandra me echó en cara todo el día que no habíamos socializado nada con esa manía suya por la primera persona del plural, sin embargo, yo fui saludando a la gente que conocía, a la mayoría hacía tiempo que no la veía y, por una vez, hasta me sentí cómoda con los saludos. Lo que le molestó a Sandra es que Nino no se acercara a saludarla. Claramente por mí no iba a venir, incluso pude ser el motivo de su alejamiento, pero ella tampoco tuvo la valentía de acercarse a él y quería involucrarme en su remordimiento para no sentirse tan mal.

La sesión fotográfica se organizó sola y, al terminar, viendo que todo el mundo se había posicionado alrededor de las mesas y que las miradas estaban puestas en las bebidas, nos tocó el turno a nosotras. Cuando firmamos el anexo del contrato por el RGPD no autoricé el uso de mi fotografía. Pensaba en usos públicos como folletos o la web, así que avisé a mi jefa de que realmente no me importa que la utilicen en presentaciones internas. Tuve tal tino para escoger el momento que según me puse frente a la cámara aparecieron mi jefa, el súper jefe y el jefe de mi amiga Circe, los tres peces gordos del departamento contemplando mi posado. Aun así, conseguí mantener el tipo y lo único rojo de la foto fue mi blusa.

Poco más para contar. El cóctel estuvo bien, incluso fue corto gracias a mi falsa ayuda en lo de las fotos. No sé si pasé tan desapercibida como me habría gustado, sí más que el año pasado. En general fue más agradable, pero mucho, mucho menos emocionante.

6 comentarios:

  1. No hace falta que te lo diga pero Luis es como para mirarlo con mucha precaución. Esas miradas al escote sólo demuestran que tiene poca educación y poco control. Nada que no percibas tú misma de lejos. En un párrafo has hecho un relato más que perfecto de este hombre pero... ¿bibliotecario? Qué poco le ha calado la cultura con la que trabaja. A lo mejor es que sólo mueve libros pero no los lee. Por lo demás me alegro que el cóctel no fuera más accidentado. Un abrazo

    P.D. Tampoco me gusta que me metan en la primera persona del plural sin pedirlo. Esa Sandra...

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    1. A Luis lo tengo calado desde que nos conocimos hace casi doce años, él ni se acordará porque acaba de fijarse en mí de esa manera, por desgracia, pero desde el año pasado... con pinzas. :D Supongo que hasta entre los bibliotecarios hay especímenes de estos.

      Un abrazo.

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  2. ¡Vaya!... quien dijo que los bibliotecarios no tenían su lado oscuro, cuídate Dorotea y mejor con pinzas y de lejos.. abrazos

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    1. Hasta yo lo tengo, solo hay que pasarse por mi blog para ver mi cara B. :D Solo que mi lado oscuro parece brillante al lado del suyo.
      Un abrazo para ti también.

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  3. Já, quizá es medio asperger el Luis ese? De todos modos bibliotecarios que he conocido -sin contar las viejecillas pronta a jubilarse- son tipos extraños, solitarios y que algo se traen je.
    Buena suerte en este inicio!

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    1. No conozco muy bien los síntomas del Asperger, pero en su caso, creo que solo es asqueroso, jajaja.
      Qué me dices! Has tenido muy mala suerte con la gente de ese gremio. Yo he conocido a dos bibliotecarios raritos, curiosamente los dos hombres, a pesar de que somos mayoría mujeres. Hace años que no trabajo como bibliotecaria y, si les preguntas a mis compañeras, te dirán que soy una de las raras de la empresa, pero aun así, creo que la mayoría somos normales. :D
      Un abrazo y gracias!

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