Lunes 13 de abril de
2020
Hoy es mi último día
de vacaciones. Por primera vez desde que vivo en Madrid, he pasado las
vacaciones aquí. Siempre pensé que si algún día me quedaba en vacaciones sería
porque no coincidían con las de mi pareja o, yéndome a un futuro lejanísimo,
porque mis padres estarían viviendo conmigo o simplemente ya no estarían. Han
sido ocho días deprimentes, suspirando por un clima húmedo, fresco y verde,
suspirando por ver a mis padres, a nuestros animales, a mis viejas amigas, por
pisar mi tierra y oler el mar. Suspirando por ir al cine con mi madre en
Viernes Santo para cumplir con una vieja tradición, por hacerle a mi padre su
postre favorito de Carnaval, por cepillar a nuestros perros y gatos y
contemplar con delicia las flores que quedan en los árboles de nuestro jardín.
Y entre suspiro y suspiro, el tiempo ha volado.
He visto bastantes
películas, sobre todo he regresado a los lugares felices ya conocidos, he
arriesgado poco con novedades: Ben-Hur ha caído dos veces (Stephen Boyd,
por qué moriste tan joven), tampoco se me han resistido Quo Vadis? y los
cantos de Nerón-Peter Ustinov, luego las dos primeras de los ladrones de Ocean,
el Robin Hood de Costner otras dos veces y después de esto, perdí la cuenta. Entremedias
me atreví con algo nuevo y vi del tirón Dramaworld, una serie bastante
simpática que parodia los culebrones coreanos y, antes de volver a ver El
castillo ambulante deseando que un Howl de carne y hueso apareciera para
sacarme de esta mierda de situación, me enganché a Insecure, una comedia
sobre dos amigas atractivas, exitosas y preparadas tan inseguras
como yo, que además luchan con los problemas de raza. Y podcasts, podcasts a mil, no podría ni enumerarlos, pero las voces
que salían de mi teléfono casi a todas horas me aliviaron el encierro como la
radio clandestina a la gente que esperaba el fin de la guerra. Cualquier
guerra.
El sábado, anteayer,
me dio el bajón total. Fue una mezcla de todo, de limpiar los productos que
traigo de la compra, de una vecina mía contagiada paseándose por el barrio como
Perico por su casa, la muerte de gente más o menos conocida y el encierro y la
soledad.
Hoy estoy mejor,
pero necesito poner fin al caos que ha reinado en mi vida esta última semana, a
comer a deshora, a ver películas hasta las tantas, al abandono de las rutinas
de ejercicio y, sobre todo, a no lavarme la cabeza porque total-nadie-me-ve (de
depilarme las cejas ya mejor ni hablar). Y la única solución que se me ha
ocurrido, tras tener más que comprobado que no tengo fuerza de voluntad, es
retomar el trabajo y las rutinas que conlleva. Así que mañana habrá otra
entrada de este diario contando si realmente ese aceite de ricino laboral
funciona o no.
Martes 31 de marzo de
2020
Fin de la primera jornada de trabajo. Nada más conectarme, revisé mi correo y tenía un mogollón de emails
enviados durante las vacaciones. Nunca me escribe nadie y van y me escriben en
vacaciones. Emails de trabajo. ¿Qué vida tiene alguna gente? No sé si hace
falta aclararlo, pero es una pregunta retórica.
Debo confesar que no me ha cundido nada. Tras solucionar lo
de los emails, una charla con la Rotten y solucionar un par de cosas más y
salir a llevar el plástico aprovechando un claro entre nubes que acabó en
chaparrón, c’est fini. Las cinco y
media. Y aquí estoy a punto de cerrar la sesión, aguantando a duras penas la
soledad y con pereza (aquí estás, vieja amiga) para hacer las rutinas de
ejercicios.
Como diría Scarlett O’Hara, mañana será otro día.
Miércoles 15 de abril
de 2020
Primer día de clases de inglés. Bueno, primer día, primer
día... Primer día en la del trabajo porque luego llegué a la de la academia y
el profesor me dijo que había habido sesión el lunes y que lo avisó antes de
las vacaciones. Entonces el recuerdo comenzó a asomarse por el fondo de mi
memoria como una nebulosa, muy, muy, muy tenue. El caso es que me habría venido
genial asistir, socializar con gente. ¿Tanto me trastorna este tío que cuando
habla ya no entiendo lo que habla? Tomo nota mental para pensar sobre esto y,
al mismo tiempo, meditar para no comerme el coco.
Jueves 16 de abril de
2020
Hoy tocó otra vez reunión de equipo. Marisol volvió a
escaquearse. Diana nos informó de las últimas novedades de la empresa, resolvió
pequeñas dudas de cada una y enseguida media hora pasada. Sandra nunca activa
la cámara, con la excusa de que no le veamos la mala cara y de su conexión
siempre salen ruidos. Hoy se oía como si alguien estuviera comiendo de una
bolsa de patatas fritas. Si las demás nos veíamos y claramente no éramos…
saquen sus propias conclusiones.
Visionar Ben-Hur, una o varias veces, es de obligado cumplimiento en cualquier época del año, es una buena costumbre. Ánimo y a seguir con la rutina.
ResponderEliminarSaludos.
Totalmente de acuerdo contigo, Elvis. La veo siempre que puedo y no me cansa.
ResponderEliminarMucho ánimo para ti también. Cuídate.
Pues no sé si te ha cundido, pero has descansado, que e smucho, has mirados pelis...No está mal, ahora solo falta que tus compañeros de curro, imagino que de actividades esenciales, están bien y no te den la matraca.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz tarde. No permitas que de bajón, ¿eh?
Descansé de más, Albada, jajaja. Tuve muchísima pereza, pero conseguí volver a leer, además de las pelis. Reconozco que cada vez me cuesta más mantener el ánimo, pero hago todo lo posible por mantenerlo.
EliminarLas compañeras, a pesar de todo, controladas de momento. :D
Un brazo.
Jaja una entretenida crónica de principio a fin, me lo imaginaba mientras leía.
ResponderEliminarCreo que describes muy bien lo que muchos vivimos.
También me ocurrió en una videoconferencia laboral que sonidos "domésticos" venían de quienes no tenían la cam puesta.
Me alegra que te haya gustado. A mí me encanta y me alivia leer a los que escribís sobre estos días.
EliminarNo me sorprendería nada que, en una de estas reuniones, aparecieran de fondo ruidos de váter. El otro día una compañera lo hizo hablando con ella por teléfono, jajaja.
Un abrazo.
Siento que hayas pasado malos días.
ResponderEliminarYo los momentos de bajón que he tenido han sido por lo contrario, por exceso de compañía. Ya ves, nunca llueve a gusto de todos.
Yo vi hace tiempo «Dramaworld» y me gustó, me pareció muy entretenida.
Besos.
Si estuviera acompañada, me pasaría como a ti. Imagino cómo te sientes porque viví durante años en casa saturadas y me agobiaba aun sin estar confinada.
Eliminar¡También la conoces! No me extraña. :) A ver si hacen segunda temporada. Pero que les salga como esta, si no, está bien terminada así.
Un abrazo.
Me llama la atención lo de "total-nadie-me-ve", porque hoy escuché en la radio que una Kardashian (no sé ni qué cara tiene) decía que durante el confinamiento no se duchaba y me dio una especie de espeluzne y me hizo confirmar una de mis reflexiones, jajaja, en fin, sin comentarios.
ResponderEliminarPor lo demás, lo que no soporto es alguien que está hablando conmigo comiendo un caramelo.
Respecto a lo del confinamiento... ¡ánimo!, ¡ya falta menos para que nos digan que falta más!
Un saludo!
Sí, yo también escuché la noticia de la Kardashian. En mi defensa diré que sí me duché todos los días y la cabeza... Bueno, eso no lo hice tan a menudo como debería. :D
EliminarGracias por pasarte y ánimo para ti también. Queda menos para lo que sea. :)
veo que estás a full con la visión de clásicos.... son tiempos para eso y la música y el escribir...
ResponderEliminarme debo el leer, vos lo hacés? saludos
No leo apenas nada y soy de las que no puede salir de casa sin un libro. :( Tú tienes una buena excusa :) Pero seguro que no es por eso, son malos tiempos para concentrarse.
EliminarUn abrazo.