lunes, 13 de abril de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (5): Sale el sol tras varios días oscuros

Lunes 30 de marzo de 2020

Ayer el gobierno decretó el cierre de servicios no esenciales durante dos semanas, hasta después de Semana Santa, para que la circulación de personas se reduzca aun más. Sé que hay gente que pone el grito en el cielo por la economía. Está claro que me preocupa la situación en la que vamos a terminar, pero me preocupan más las personas y el sistema sanitario. Me ha vuelto la sensibilidad y tengo ganas de llorar por todo. Me afectan más los días oscuros como hoy. Me he informado y parece que la colchoneta y el aro van a llegarme, pero creo que es lo de menos. Los tenía que haber pedido antes o no pedirlos y aguantar.

Salí a tirar la basura. Volví a encontrarme con el hombre que coge el autobús, que llegaba justo cuando yo iba a cruzar la calle hacia los contenedores. Se adelantó unos minutos. También se adelantó el camión de recogida, porque solo había dos o tres bolsas. Mi bolsa olía fatal por los restos de pescado y cebolla, no podía traerla de nuevo conmigo. Supongo que sin tráfico el camión va como las balas y por eso se adelanta. Cuando regresaba, empezó a llover y no me quedó otra que volver por el camino corto, aun así, me paré un segundo en la fuente. Pulsé el botón (con un papel) del chorro para rellenar de agua la bandeja donde beben los perros, pero se coló por una rendija hacia el suelo. Lo hice por los pájaros, que espero que tengan donde beber gracias a la lluvia.


Martes 31 de marzo de 2020

Hoy se termina el mes. El día está igual de oscuro que ayer, pero me siento un poco mejor de ánimo. Puede influir que la empresa ha gestionado con HBO un periodo de prueba de dos meses. Ayer solicité el código y hoy me ha llegado y ya mi cuenta está activada. Eso me ha ilusionado un poco. ¿Creéis que en dos meses voy a cancelar el servicio para no tener que pagar? Sinceramente, yo no.

El repunte de contagios hoy ha sido tremendo (algo más de nueve mil) después de dos días bajando. Cuando empezábamos a pensar que todo esto sirve al fin de algo, un jarro de agua fría cae sobre nuestras cabezas. Sé que muchos factores entran en juego, como que se estén haciendo más pruebas y, por tanto, se detectan más contagios, pero no deja de ser desalentador. He leído un artículo sobre un estudio del Imperial College, que estima que en España podría haber unos siete millones de contagiados, uno por cada siete habitantes, pero que nunca se detectarán por ser asintomáticos o con síntomas muy leves. Eso bajaría la tasa de mortalidad, pero también significa que estamos literalmente rodeados por contagiados y que nadie se librará. Espero que ganemos algo de tiempo para aligerar el sistema sanitario.


Jueves 2 de abril de 2020

Al mediodía me llegaron la colchoneta y el aro. Hoy tengo taller de escritura, pero mañana los estreno sí o sí. Según llegaron los desembalé y llevé la caja de cartón al contenedor. Hacía sol, temperatura agradable, no pude evitar ralentizar el ritmo y disfrutar del calor que me entraba por la cabeza, del silencio del barrio, del aire. Sentí que mis baterías se cargaban, que por un momento la tristeza se disipaba y que todo era como antes, sin el virus.

Camino de los contenedores, un chico hablaba desde su terraza con una chica en la calle, como en los antiguos patios de vecinos, o en una de las típicas corralas madrileñas. Me transportaron a mi infancia, cuando mi abuela hablaba con su vecina del otro lado del patio, Lucita. Tenían auténticas conversaciones separadas por el espacio de una manzana, no tan grande como una manzana en Madrid, pero una manzana al fin y al cabo. A gritos, con todo el vecindario sabiendo de sus vidas, qué tenían al fuego o si ya habían mandado a sus maridos a la tienda.  A la vuelta, casi me crucé con un señor que tenía pinta de ir dando un paseo. Podría venir de comprar algo, pero seguro que voluntariamente y sin dudar.

Y a las tres y media me conecté para la reunión de departamento. Éramos cinco. La Rotten no puede conectarse a Teams, otra de mis compañeras dijo que le dolía la cabeza y Diana, nuestra jefa, no apareció. Supongo que se le fue la olla, pero me habría venido genial saberlo para no aparecer. Aprovechando ese vacío de poder, Sara Pestes quiso llevar la voz cantante y empezó a contarnos sus penas y a quejarse. Menos mal que conseguimos impedirlo. Creo que lo que menos nos apetece ahora es oír las quejas de una trastornada. Por suerte mañana es el último día y no veré sus caras en casi dos semanas. Eso siempre anima a pesar de lo que haya fuera.

8 comentarios:

  1. Me alegro de que te haya llegado la colchoneta y el aro.
    Suena interesante lo del taller de escritura ¿qué tal está?

    Besos.

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    1. Sí y ya los estrené y tuve unas agujetas que casi no podía moverme jajaja.

      El taller de escritura en modo online regulín. Creo que el profesor no quería ponernos a escribir como hacemos presencialmente y al final fue un poco aburrido. A ver la siguiente sesión.

      Un abrazo.

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  2. Ya podrás hacer fitness en casa, me alegro mucho. Sí, hay que usar los recursos de internet y las plataformas que sean para seguir, en tu caso, trabajando, o en general, haciendo cosas.

    Ese taller on line tiene buena pinta, yo ando con aplazamiento de uno presencial, y tal vez lo hagamos por skype o similar, ya veremos :-). Un abrazo y te cuidas

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    1. Tuve agujetas, terribles después de un mes de parón. :D Y como le decía a Devoradora de libros, el taller en modo online no tan bien como en presencial. A ver si el profesor le va cogiendo el tranquillo.
      Un abrazo.

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  3. Hola qué tal estamos?
    Lo primero hablarte sobre chico que paso antes o después del camión cruzando el paso de peatones. Háblale a un metro de distancia. Hola te veo todos los días puedes decirle. Hehe
    Lo segundo, está bien que aún sigas teniendo trabajo aunque sea online.
    Y lo tercero, ya te llegó el aro y eso, alégrate muchacha.
    Pasate por mi blog si quieres sentirte un poco por Berlín.
    Besos y saludos

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    1. Gracias por pasarte, Raquel. La verdad, el chico de la parada del bus es solo un habitual más solo que ahora mismo es el único habitual jajaja. Creo que a ninguno de los dos nos interesa contactar, ni siquiera con un hola.

      La verdad que sí, seguir trabajando ayuda mucho. Primero porque por desgracia mucha gente se ha quedado a dos velas y segundo porque tener la mente ocupada ayuda, aunque seas una persona sin dificultades para entretenerte.

      El aro y la colchoneta ya están estrenadas. :)

      En cuanto tenga un rato me paso a visitarte.
      Un saludo.

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  4. Los Británicos prediciendo lo que pasará en España? no sé... cuando hace años hubo la gripe porcina también hablaban de millones de muertos en el mundo y no fue así.
    Aquí en Chile también sube sospechosamente rápido la curva, mi teoría es que no es que la gente sea irresponsable -los hay- sino que nos tiraron una cepa más fuerte y a uds. igual :) Llámame conspiranoico, pero creo en las Elites, en el Club Bilderberg y tanta info que no sale en la tv. Por cierto, recomiendo a la autora española Cristina Martín Jimenez, es una periodista muy responsable, documentada, cita sus fuentes y tiene una clariad mental que admiro. Un abrazo!

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    1. Yo en este caso no me decanto por la conspiranoia, aunque está claro que el virus ha mutado. Y bueno, es que aquí somos muy de tocarnos. Tengo clarísimo que a mí en el trabajo nadie me vuelve a dar dos besos. Jamás. Y creo que la mano tampoco. Y que me llamen maniática, porque si en general en España tenemos tendencia a reducir a la ligera el espacio vital de los demás, además en mi trabajo, son un poco cochinos.

      Acabo de escuchar que en Chile los muertos por covid-19 se van a recontar como recuperados!! En eso sí soy un poco conspiranoica, en cómo se recuentan los datos para que no parezcan tan terribles. Voy a buscar a Cristina Martín.

      Un abrazo.

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