viernes, 27 de noviembre de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (21): Amarguras y amargadas

 Viernes 20 de noviembre de 2020

Por la mañana me llamó Bricomanitas para hacerme una consulta. También está trabajando desde casa aunque va un día a la semana a la oficina. Quería hacerme una consulta. Vuelvo al ejemplo de frutas y verduras. Se supone que trabajo con frutas, pero imaginemos que me dedico al mercado nacional y mi compañera Sandra al mercado internacional. De aranceles en Estados Unidos sé muy poco. Y eso es lo que quería saber. Aranceles. Así que no pude ayudarle mucho. Al menos charlamos un rato. Ya no se acordaba de que me llamó durante el primer estado de alarma. Le conté cosas que ya le había contado por si le venían a la memoria, pero no, insistía en que la última vez que hablamos fue en la empresa. No sé si es porque la edad le afecta o porque aquellas semanas fueron tan horribles que se nos va la cabeza a todos. Yo apuesto por esta segunda opción, pero no descarto la primera.

No sé por qué suelo usar el adjetivo espectacular en positivo, pero espectacular simplemente es algo que tiene características de espectáculo, y un espectáculo puede ser bueno o malo. La tarde de hoy fue espectacular en negativo. La Niña amargada, que es la nieta mayor de mi vecina de al lado, montó una de sus escandalosas actuaciones, pero creo que este fue el peor de los berrinches que he “presenciado”. Salió de casa gritando, chillando, aullando, llorando. Una vez en la calle gritó como loca que quería sus patines. Repetición tras repetición hasta que su madre bajó quejándose, también a gritos, que no la aguantaba, que era insoportable y que no podía controlarla. Como la niña insistía con los patines, le dijo que se iba a despeinar. O sea.

Entonces se metieron en el coche y la niña decía que la tienda iba a cerrar (aunque eran poco más de las cuatro). No sé qué estaría organizando la madre en el coche, pero la hija empezó a gritar ARRANCA, ARRANCA, ARRANCA con la música a todo volumen de fondo. Estas tres veces se quedan cortas y si yo intento imitarla, me haría daño en la garganta, era como si se desgarrara por dentro. Qué gritos, madre mía. Gritos inefectivos, así que empezó a dar patadas en el coche, no sé si en el asiento, el piso o las puertas.

No, no tenía mi ventana abierta ni me asomé, aunque debo confesar que tuve tentaciones de grabarlas para luego colgar el vídeo en Youtube. Sí, tenía los cascos puestos y, aunque en ese momento no tenía nada puesto, me encierran la oreja y atenúan el ruido exterior, así que los gritos eran muy fuertes.

La historia de esta niña es terrible y no creo que sea esta la entrada adecuada para contarla. Pero aunque es mala y le cae mal a muchas personas (también a mí) me da pena. Estos berrinches repetitivos e interminables que parecen un guion preparado para el peor de los realities no dejan de ser una llamada de socorro. Es el resultado de los problemas de sus padres. Por eso siento lástima, aunque cuanto más lejos esté de mí, mejor.


Lunes 23 de noviembre de 2020

He conocido a un tío supermajo, una de esas personas con las que se conecta al instante sin razón aparente, gracias a una única conversación que fluye como si fuera con un viejo amigo. Se llama Miguel y es el informático que vino a ayudarme con los problemas de la dock station. Trabaja en esta empresa desde hace diez años, nunca habíamos coincidido y puede que no volvamos a coincidir. Supongo que esto pasa en todas la empresas grandes, que estamos aislados en nuestro departamento, relacionándonos apenas con la gente con la que colaboramos y no sabemos quién es la persona que está en la oficina de al lado si no es una de esas personas. Además, como ha comentado alguna vez, la mayoría de la gente aquí no merece la pena. Es triste, pero cuando te encuentras a una de estas personas diferentes, que no juzgan a las personas solo por su aspecto o nacionalidad, que tienen sentido de humor y no son estiradas, sientes que todavía hay esperanza.

 

Martes 24 de noviembre de 2020

El día ha sido poco productivo, sobre todo por la tarde. La Niña amargada ha vuelto a casa de su abuela y la ha vuelto a montar. En realidad lo ha hecho varias veces, un ataque de llanto cada media hora más o menos. Menos mal que me conecto con auriculares a la clase de inglés y, aun así, por momento me resultaba difícil entender a la gente. Más, quizás, porque me hacía perder la concentración, pero me tocó exponer un trabajo y fue difícil hacerlo con el griterío desquiciado de fondo.

Luego la reunión de departamento duró cuarenta minutos y solo cinco los ocupamos hablando de trabajo. Treinta y cinco minutos hablando de chorradas y temas personales. Sandra estuvo todo el rato con el micrófono cerrado, yo lo tuve abierto, pero apenas hablé. Qué pérdida de tiempo.

 

Miércoles 25 de noviembre de 2020

La señora de la limpieza de las mañanas no limpia. Hoy cuando llegué mi mesa estaba sin limpiar. Me mosqueé bastante pensando que Juani la loca se había pasado por allí a usurparme el puesto (aún no lo descarto), pero por la tarde nos enteramos (la Rotten y yo, de nuevo cómplices) de que la chica de la tarde está desesperada porque le toca limpiar su parte y la parte que debería hacer la guarra de las mañanas. Así estamos, justo cuando más necesitamos la higiene por el tema de la covid-19. 

Al marcharme, dejé puestas algunas cosas de manera que espero saber si alguien ha tocado o no la mesa.

 

Jueves 26 de noviembre de 2020

Al conectarme a primera hora de la mañana vi que mi jefa había convocado una reunión que solapa mi clase de inglés. Ayer a las siete envió varios emails para convocar reuniones con varios grupos de gente. La mayoría por suerte pasaron de ella porque los emails se enviaron fuera de hora, pero otra loca como mi jefa respondió. A las nueve envió la convocatoria. Y me cabreé porque no respeta nada y no es la primera vez que pone algo que coincide con mi clase, así que ni corta ni perezosa, porque no tuvo ni formas ni fondo, le dije que tenía otra cosa programa. Al rato me llamó. No quería atacar el tema directamente y empezó hablando de otra cosa, hasta que después de muchas vueltas me preguntó por la reunión y según me preguntaba se le encendió la luz. Le confirmé que sí, que era mi clase de inglés y para que no pudiera decirme que faltara, le dije que tenía una presentación, que ya había tenido el martes. Ala, a tomar por saco, que me tiene frita. No le voy a volver a pasar una. Primero porque las clases de inglés las pago, segundo porque son trabajo también y tercero porque es una irrespetuosa con el tiempo de los demás. Si mis compañeras le consienten todo y le responden llamadas dos horas después de la salida es su problema. 

No quiero juzgar, aunque a veces en mi fuero interno es imposible no hacerlo. No dejo de pensar que mi jefa y las personas que le responden están tan amargadas como la nieta de mi vecina y, en vez de llorar y patalear como ella, prefieren fastidiar la vida de los demás. Y por momento lo consigue, no creáis. Solo espero poder superar esos momentos de amargura sin pagar el precio de convertirme en lo mismo que ellas.

12 comentarios:

  1. Una recopilación de anécdotas diarias, como las limpiadoras que no limpian etc, que seguramente un día te hagan sonreír.

    Un abrazo

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    1. Ojalá, Albada! Estuve en otro edificio donde la señora de la limpieza tampoco limpiaba y, de momento, aún no me sale contarla como si fuera un chiste, tan tremenda era la cosa. :)
      Un abrazo enorme.

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  2. No puedo quitarme de la cabeza a la nieta de tu vecina y todo lo que la debe de llevar a tener ese comportamiento.
    Tampoco tiene que ser agradable tu situación y la del resto de vecinos, teniendo que aguantar ese espectáculo.

    Besos.

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    1. Da para un pequeño manual de psicología, estoy segura. Me resulta muy triste decir que me cae fatal, es duro decirlo de una niña. Los niños de mis vecinos de enfrente la invitaron a jugar un día con ellos y nunca más. Así es la pobre. :S

      Un abrazo.

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  3. Me gusta la minuciosidad de tus crónicas.

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    1. Me alegra leerlo, Alexander. Esta ha salido especialmente larga.
      Un saludo.

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  4. De todo da la mata como diría mi abuela jaja... y bueno se tiene que lidiar con esas personas diario, no hay de otra aquí la cosa es que no se te contagie esa amargura, un abrazo grande querida Dorotea

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    1. Estamos rodeadas. Los demás hasta puede pensar lo mismo de nosotras. Aunque yo intento no pagar con nadie mis problemas. :S La amargura fuera! :)
      Un abrazo.

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  5. El vídeo de la niña gritando sería muy bueno. Pero para que se viera ella misma. Una filmación descarnada de lo desagradable que resulta vista desde fuera. Le haría mucho bien. O no, pero los demás descansarían.
    Lo de la jefa que llama fuera de horas es como una historia de terror para mí. si me desconecto para que no me llame un compañero, imagínate lo que pienso de los jefes que te quieren de "guardia" todo el tiempo. Aunque siempre he hecho lo mismo incluso con ellos. Primero se picaban pero luego se daban por vencidos.
    Menos mal que entre todas esas anécdotas hay alguna buena para ti como Miguel.
    Un abrazo

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    1. Lo de las llamadas fuera de hora me enferma. Hay compañeros que son peores que jefes en ese sentido. Yo tengo una que siempre me llamada a las dos y cinco... aunque no es tan terrible como ese compañero tuyo que equivale a mi Rotten, jajaja. Eso sí, no le cojo. :D También me molesta que lo hagan con los demás. Es una gran falta de respeto.

      Debería haber más migueles en mi vida. En mi empresa estamos muy faltos de gente molona.

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  6. De vuelta ando y poniéndome al día :)
    Me intriga mucho saber qué edad app tendrá la pequeña gritona? porque vivo una situación similar, aunque confieso ha ido mejorando: los de la casa de adelante tienen una pared q colinda con mi casita entonces a veces se escuchan los gritos de su hijita que creo tiene unos 3 años, pero hace unos berrinches feos. De llorar, gritar, más bien dar chirridos. También prefiero estar siempre con los cascos puestos que justamente aíslan bastante, pero lo que me da rabia es que a veces sus gritos se cuelan en el micrófono. Este año me tocó grabarme para un evento y a pesar de lo inspirado que iba mi discurso encuentro que se arruinó porque se coló los súbitos gritos de al lado.
    Para saber si alguien estuvo en tu escritorio podrías dejar las cosas en un cierto orden y tomarles una foto con el móvil, entonces después comparas jeje.
    Espero tengas una linda noche de año nuevo o si ya pasó en ese lado del mundo, que se te venga un 2021 espectacular! :-)

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    1. Hola, Nocturno! Feliz año. Espero que sea mejor que el anterior. Espero ponerme al día en los días siguientes o, al menos, retomar la actividad.

      Te diría que con tres años es normal, incluso con alguno más. ¿Es molesto? Sí. ¿Es una FAENA que se haya colado en tu micro? ¡SÍ! Pero es normal que tengan algún berrinche. El problema es que la nieta de mi vecina tiene diez (10). Y eso no es ni medio normal. Sus problemas dan para mucho y no es el tema de mi blog. Tampoco soy psicóloga, pero tiene una infancia complicada disfrazada de infancia feliz así que nadie se molesta en ver el problema aunque ella pida ayuda de la única manera que sabe: a gritos.

      Un abrazo enorme.

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