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jueves, 4 de noviembre de 2021

La Niña Amargada se queda el fin de semana

Tantrum, de Lovelorn Poets
La hija de una amiga lectora de este blog tiene una capacidad extraordinaria para tratar con niños pequeños. Siempre la he admirado por eso. Ahora es una adolescente, pero ya con siete u ocho años, cuando la conocí, tenía una sensibilidad especial con los bebés. Nunca olvidaré cómo trataba al hijo de otra amiga, cómo le cogía las manitas y le hablaba con tanto cariño y tanta dulzura. Verlos era una preciosidad. Sé una pequeña parte de la educación que le da su madre, es parecida a la que me daba la mía y yo no tengo para nada esas capacidades. Así que supongo que una parte de cómo nos comportamos con los bebés lo llevamos dentro. Pero una cosa es no tener afinidad con las personas en sus primeros años de vida y otra lo que pasa en casa de mi vecina de al lado.

El fin de semana de difuntos fue movido en el edificio. Mi vecina tuvo visita. Vino su hija, la que está fuera, pero como viene a ver a su madre se largó todo el fin de semana de juerga y la dejó con su niño, un bebé de apenas dos años. Por supuesto, la Niña Amargada se apuntó al grupo. Su madre la deja en casa de la abuela siempre que puede, pero la Amargada tampoco puede permitir que su primito se lleve en exclusiva todas las atenciones de la abu, aunque sea dos veces al año y ellas estén juntas siempre.

viernes, 27 de noviembre de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (21): Amarguras y amargadas

 Viernes 20 de noviembre de 2020

Por la mañana me llamó Bricomanitas para hacerme una consulta. También está trabajando desde casa aunque va un día a la semana a la oficina. Quería hacerme una consulta. Vuelvo al ejemplo de frutas y verduras. Se supone que trabajo con frutas, pero imaginemos que me dedico al mercado nacional y mi compañera Sandra al mercado internacional. De aranceles en Estados Unidos sé muy poco. Y eso es lo que quería saber. Aranceles. Así que no pude ayudarle mucho. Al menos charlamos un rato. Ya no se acordaba de que me llamó durante el primer estado de alarma. Le conté cosas que ya le había contado por si le venían a la memoria, pero no, insistía en que la última vez que hablamos fue en la empresa. No sé si es porque la edad le afecta o porque aquellas semanas fueron tan horribles que se nos va la cabeza a todos. Yo apuesto por esta segunda opción, pero no descarto la primera.