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Foto de Tim Gouw en Unsplash |
En todo este tiempo he escrito muy poco en el blog. Uno de
los motivos es la desgana de estar en el trabajo y lo que me rodea. El otro,
que estoy activa con otros proyectos que me quitan tiempo para dedicárselo a esto. Y es que cuando dije que estaba preparando mi salida no lo decía con la
boca pequeña. Quizás no lo consiga, pero estoy haciendo todo lo que está en mi
mano. Incluso hice cosas sabiendo que no serían la solución, como presentarme a unas oposiciones sin prepararlas. No comment.
Pero no todo son locuras. Hace unas semanas quedó una vacante en el archivo de mi empresa y solicité el puesto. Es cierto que la empresa ahora está organizada de una manera diferente, todos tenemos conocimiento de las ofertas que salen, y eso no siempre fue así. Era uno de los muchos secretos que había en los corredores. Pero si me hubiera enterado de la posibilidad de cambiarme hace diez años, no lo habría hecho. ¿Sabéis lo que ha tenido que pasar en mi cabezota para atreverme a dar el paso? Un mundo y mucho hartazgo.
Como era un trabajo de una categoría diferente a la mía tuve
que pasar por el proceso de selección igual que los externos, pero por suerte
fue breve. Primero tuve una entrevista previa con una de las técnicas de
recursos humanos. Nunca creí llegar ahí porque no tengo un máster de los que quieren aquí, pero sí tengo una licenciatura de
cinco años que a niveles de conocimiento equivale a uno de esos. Y de una de
las universidades punteras en España en el campo. Lo expliqué y coló. Así que
me llamaron para decirme que pasaba a la siguiente fase.
No estaba nerviosa, al fin y al cabo tengo mi trabajo actual.
Me entrevistaron la directora y el subdirector del archivo y me sentí bien,
lúcida y tranquila. Y esa tranquilidad me permitió percibir que muchas cosas que
contaba de mi trabajo no les gustaban. No es que estén mal, es sólo que cerraron
la posibilidad de adaptación para mí. Que ahora trabaje sola no significa que
no sepa trabajar en equipo. Que mi trabajo sea altamente especializado no
significa que se me caigan los anillos por tener que hacer otras cosas o
echarles una mano a mis compañeras. Así que al día siguiente me llamaron de
nuevo de recursos humanos para decirme que no había pasado a la siguiente fase porque
se habían decidido por la otra candidata.
¿Hubo ciertas cosas raritas en el proceso? Sí, las hubo. Incluso
cabe la posibilidad de que mi primera jefa, Ángela, metiera la patita para que
me cortaran el camino y evitar así que deje a mi departamento con el culo al
aire. Pero de cualquier forma me siento muy muy bien.
Y ahora tengo mi secretito, mi experiencia, la felicidad de
saber que puedo hacerlo de nuevo, un contacto en recursos humanos por si me
apetece solicitar otro puesto y ahora saben que me quiero cambiar, no mis jefes, ni siquiera en mi departamento porque no se lo he dicho a nadie, pero sí en el departamento donde se decide todo. El trabajo y la situación siguen siendo
mierdosos, pero en mi cabeza todo está un poco mejor.
Ya has roto un eslabón de esa cadena. Seguro que el siguiente en romper es más fácil. ;)
ResponderEliminarEspero que sí, Cabrónidas, porque romper este ha sido muy duro y con un desgaste tremendo. Pero espero estar en el buen camino. Un abrazo.
Eliminarel problema de las entrevistas es que no sabes qué es lo que les gustaría escuchar. de todos modos es lo que tú dices, ahora se hacen con otra actitud que cuando eras más joven y buscabas tu primer trabajo.
ResponderEliminarojalá surjan nuevas oportunidades, y hacer esa entrevista ha sido una experiencia más.
abrazos, dorotea!!
La edad y tener un trabajo de apoyo (eso, fundamental) te hacen encarar las cosas de otra manera. Ojalá surjan otras oportunidades. Un abrazo para ti también.
EliminarEs que la actitud en la vida lo cambia todo, o por lo menos, lo que uno piensa de si mismo. Suerte y que vengan esos cambios.
ResponderEliminarGracias JLO.
EliminarY muy de acuerdo contigo. El modo de ver las cosas no lo soluciona todo, pero es fundamental.
Un abrazo.