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Cancelado, de Dorotea Hyde |
El último día antes de las vacaciones de Semana Santa recibí una llamada de
mi jefa, que no me llama nunca. Imagino que no es necesario decir que no era
para desearme una buena semana. Si hubiera sido así, no estaría escribiendo
esta entrada. Lo que quería decirme era que el jefe de uno de los departamentos
con los que trabajamos (o deberíamos estar trabajando) en proyectos la estaba
presionando para que gestionáramos dos con ellos porque no tienen ninguno y
están celosos.
Vale, ninguno de los dos dijo que estaban celosos, pero aquí hablemos claro: lo están. Están celosos, cabreados y se sienten discriminados con respecto a los departamentos que tienen proyectos en marcha. ¿Pero sabéis qué? Me importa un comino que lo estén y que mi jefa sienta presión. Si ese departamento no tiene proyectos es culpa suya. Ella es quien organiza a principios de año quién entra en el saco. Que apechugue. Y a ellos ya les vale tardar tanto en reclamar, cuando se han visto ahogados.