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viernes, 5 de abril de 2024

Presión y reflexión

Cancelado, de Dorotea Hyde

El último día antes de las vacaciones de Semana Santa recibí una llamada de mi jefa, que no me llama nunca. Imagino que no es necesario decir que no era para desearme una buena semana. Si hubiera sido así, no estaría escribiendo esta entrada. Lo que quería decirme era que el jefe de uno de los departamentos con los que trabajamos (o deberíamos estar trabajando) en proyectos la estaba presionando para que gestionáramos dos con ellos porque no tienen ninguno y están celosos.

Vale, ninguno de los dos dijo que estaban celosos, pero aquí hablemos claro: lo están. Están celosos, cabreados y se sienten discriminados con respecto a los departamentos que tienen proyectos en marcha. ¿Pero sabéis qué? Me importa un comino que lo estén y que mi jefa sienta presión. Si ese departamento no tiene proyectos es culpa suya. Ella es quien organiza a principios de año quién entra en el saco. Que apechugue. Y a ellos ya les vale tardar tanto en reclamar, cuando se han visto ahogados.

viernes, 23 de febrero de 2024

Malditos bombones

El regalo, de Dorotea Hyde
Cuando escribí la última entrega sobre la jubilación de Diana, mi jefa anterior, la titulé Parece que ahora sí, ADIÓS. Pero la conozco lo suficiente como para haber expresado, ya en la primera línea, mis dudas sobre su marcha definitiva. Estaba segura de que aparecería de nuevo.

La primera vez fue hace un par de meses para ayudarle a Carmina, mi jefa actual, y de paso meterme en un lío. Por desgracia no escribí sobre esto, pero fue un follón tremendo que me puso contra Carmina una vez más. La segunda fue hace sólo unos días. Y aquí estoy.

viernes, 3 de noviembre de 2023

Declaración de intenciones

Poker, de maorix

Una vez al año sufrimos una evaluación que en parte es autoevaluación ya que el punto de partida es un texto escrito por nosotras mismas. Esto, que puede parecer cruel (lo es), no lo es tanto si pensamos que en ese texto puedes ponerte por las nubes, como una diosa del trabajo bien hecho y disfrazar que no se han conseguido los objetivos. Porque no es lo mismo decir "tuve una evaluación" que "sufrí una evaluación". Imagino que veis por dónde voy.

Este año tuve la reunión de evaluación en junio. La primera con Carmina, la jefa nueva. Fue muy duro escribir mi texto, acabé llorando porque Diana me la había jugado tantas veces, puso tantos obstáculos en mi camino, que era muy difícil hacer bien mi trabajo y conseguir los objetivos imposibles que ella había marcado. Calculé el tiempo que necesito para cada una de mis tareas principales y según eso hice una propuesta nueva de objetivos, realista y objetiva. Si pelar una manzana me lleva una hora, necesitaré diez horas para pelar diez. Y no habrá manera posible de pelar quince en esas diez, quizás once si me hago ampollas en los dedos, pero quince ni de coña. Carmina pareció entenderlo y la reunión, en ese aspecto, no fue del todo mal.