El lunes empecé la rehabilitación para tratarme la pequeña
lesión que me produjo el atropello. Al llegar pregunté por el fisioterapeuta que me habían asignado
y que finalmente me cambiaron. Así que se me presentó un rubio altísimo que se convirtió
al instante por un morenazo también altísimo, Álex. No sé si era esa altura
pero me sentía muy muy intimidada y eso que tenía unas manos dulces y delicadas
como no he conocido otras. Ahora que lo pienso, igual era esa manera de
tratarme lo que realmente me intimidaba, porque él no me gustaba, yo tampoco le
gustaba a él y entre nosotros no había nada parecido a tensión sexual.
365 : 18th February, 036, de Eden Wanderlust |
En realidad, todo el entorno era intimidante. Sé que debería
buscar un sinónimo, pero no era amenazante ni degradante, quizás atemorizador.
La sala era abierta, veías a todo el mundo y todo el mundo te veía a ti. Los
hombres iban tan campantes medio en bolas, casi todas las mujeres tenían
problemas en las piernas. ¿Casi todas? Creo que a la única en esa hora a la que
le daban el tratamiento en la parte superior del cuerpo era yo. Después del
primer masaje el lunes miré por el rabillo del ojo al setentón de mi izquierda
¡y no tenía ojos! Estaban pegados a mi espalda. Menos mal que sólo se me veía
la parte superior, como mucho hasta la tira del sujetador. Si hubiera tenido
destapado algo como el culo del que estaban tratando de lumbalgia se le habría
desprendido la cabeza del cuello. Y yo me quejaba de las miradas cuando llevo el vestido.