Llevo en
este trabajo siete años, seis meses y veintiséis días. Recuerdo mi primer día
como si fuera ayer. Casi en completa soledad. Mi jefa no pudo dedicarme más de
cinco minutos para explicarme el funcionamiento de la empresa, ni siquiera qué
tenía que hacer o por dónde empezar. En realidad ese día fue una señal bastante
fiable de lo que me esperaba aquí: soledad, soledad y soledad. Aunque gracias a
eso también gané mucha independencia y autonomía, lo que me ayudó a ser
resolutiva y a tener que moverme para salvarme el culo.
Al
principio fue duro. En mi trabajo anterior estaba en una sala enorme, sin
división de ningún tipo, llena de periodistas comentando continuamente las
noticias, preparando sus piezas para el informativo del mediodía, televisiones
funcionando siempre. Movimiento continuo y paredes de cristal con chorros y
chorros de luz entrando por todas partes. Acostumbrarme al zulo me llevó muchos
meses. Creo que tardé unos dos años en adaptarme y no deprimirme en invierno.