Yo controlo (o lo dejo cuando quiera) es la típica frase de yonqui cuando alguien dice que tiene un problema de adicción. Titulé así la entrada porque iba a ir de La Rotten y de una faena que nos hizo porque siempre dice que controla muy bien el estrés, aunque sea mentira y ande todo el día desquiciada y desquiciando a los demás. Y si tiene un poco de trabajo más de lo normal insiste aun más en que ella controla, que lo controla todo, aunque esté pendiente del email fuera de horario o no pegue ojo en toda la noche.
Si hablamos de gente que controla todos los detalles y a los
demás, pero de verdad, la verdadera reina es Diana, la jefa saliente. Adicta al
trabajo, a la perfección, a mandar. El problema, ya lo sabéis si habéis leído
entradas anteriores, es que tampoco controlaba su situación para nada porque en
cuanto no podía controlar algo o a alguien, se desquiciaba. También en volverse
loca era la reina. Nos monitorizaba, enviaba emails a horas inapropiadas
pidiendo tareas absurdas, hacía seguimiento en todas las fases de nuestro
trabajo, desde qué emails escribíamos, a quién y cuándo, en qué carpetas
guardábamos los archivos o el tiempo que manteníamos esa documentación. Aun
ahora, en su supuesta jubilación, cuando contacta con nosotras, lo hace con
segundas intenciones. La primera es pedirnos (mandarnos) la tarea, la segunda es saber si estamos ahí.