martes, 19 de marzo de 2019

Nuestra amiga

La Rotten ha vuelto a la carga. Esto es cíclico. Y como de vez en cuando no le cojo las llamadas, sobre todo cuando me llama cerca de la hora de salir, en una de estas ocasiones, me envió un email:


De: Ascensión
Para: Dorotea Hyde
Fecha: 13/03/2019 17:45h.
Asunto: Cuando puedas me llamas

Una amiga nuestra se quiere ir de la empresa.

Un abrazo

Ascensión.


El primer punto a comentar es el título en el “Asunto”, esa afirmación que cualquier otra habría cerrado con una interrogación para no convertirla en un imperativo. Ella siempre tiene que imponerse. Ordeno y mando y lo haces porque YO sé más que tú. Lo segundo, que no tengo amigas ni amigos en el trabajo. Bueno, solo a Circe, y detesta a la Rotten. Así que lo que ella llama amiga, para mí es compañera. De esas tengo unas cuantas muy buenas, pero ninguna a quien pudiéramos colgarle el sambenito de ser amiga de Ascensión. Para eso solo había dos opciones: Sandra o Ana. Teniendo en cuenta que Sandra tiene terror al cambio, está intentando trepar y todo lo habla en la oficina y de su marcha no había dicho ni mu, la única opción posible era Ana. ¿Y pasa algo porque quiera irse? Para la Rotten un drama.

Ana es joven, tiene un máster en marketing, es súper creativa y trabaja en un puesto gris donde ni la valoran ni hace nada parecido a su especialidad. Se agarró a este trabajo al terminar la beca para conseguir el permiso de residencia porque fue lo único que le salió entonces. Trabaja en un departamento donde hay una persona extremadamente vaga, experta en crear problemas, y donde todas se llevan a matar. Se merece algo mejor. La Rotten no ve eso. No ve otra cosa que una crisis inminente y su propio egoísmo, no permite que los demás tomen sus propias decisiones, acertadas o no.

Durante la llamada, que le devolví al día siguiente, tan empeñada estaba en imponer su criterio, que hasta se contradijo dos veces respecto a cosas que me había dicho unos días antes. Y no dudó en soltarme su discurso al estilo El secreto, cuando le conté que Ana llevaba tiempo buscando otras cosas y no había tenido suerte. La suerte no se tiene, me soltó, se coge. Menuda cagada por mi parte, después de tantos años, mencionar a la suerte. Siguiendo el patrón de nuestras conversaciones cuando se alargan demasiado, fue en ese momento cuando dejé de prestar atención, sin embargo, aún escuché cómo insistía en un cambio de departamento en vez de irse y que iba a hablar con el jefe de Ana y con mi súper jefe para que le consiguieran algo.

La historia no terminó ahí. Segundo email.


De: Ascensión
Para: Dorotea Hyde
Fecha: 14/03/2019 13:39h.
Asunto: Amiga

Dorotea, he vuelto a hablar con ella y es peor de lo que yo pensaba Su contrato caduca al finalizar julio y parece ser que la empresa no le hace el contrato fijo, se ha de ir.
Le he dicho que su jefe hable con el súper jefe.
La próxima semana tiene que venir a mi oficina y me lo cuenta todo.

Si  no se puede hacer nada, escribiré al súper jefe para pedirle el favor a ver si la pueden contratar en la empresa B. Seguro que conseguiremos algo.

No digas nada a nadie por favor.

Ya hablaremos.

Un abrazo

Ascensión 


En su empeño por ser más marimandona que nadie, nunca se queda con los brazos cruzados, ni siquiera cuando sus acciones son más un perjuicio que un beneficio. Ana se desahogó con ella, desconozco si le pidió ayuda, pero la Rotten tiene que actuar e inmiscuirse. Además, intentó involucrarme y no es que no quiera ayudar, es que Ana no me ha contado nada de esto, mucho menos me ha pedido ayuda por si conozco a alguien que conozca a alguien a quien enviarle su CV. Esta Rotten metomentodo no se está dando cuenta de que Ana se lo ha contado como una confidencia y, si muevo un dedo, su “traición” será revelada. Mmmm… Sí, sí se da cuenta, pero le da igual, tan fuerte es su deseo de intervenir, de que los demás le deban un favor y conseguir su momento de gloria. 

Esta es la diferencia entre una amiga y ella. Una amiga respeta a sus amigos y sus decisiones, incluida la decisión de no contarle algo por el motivo que sea; les aconseja si lo han pedido, pero les deja espacio para que actúen, aunque sea en contra de lo que ella les ha dicho; los apoya y acepta maneras diferentes de pensar, no impone nada. Ana y yo no somos amigas, somos buenas compañeras, la mejor que pasó por el zulo. A pesar de que nuestra relación no llega a ese nivel, la respeto. Aunque me daría mucha pena que se fuera, entiendo que quizás esto puede ser una oportunidad de cambio para ella. Y la Rotten… me temo que la Rotten no es amiga de nadie ni respeta nada que se salga de sus límites.

4 comentarios:

  1. Un día, si trabajaras en una oficina, te acordarías de todos estos relatos tan buenos que inventas, jajajajaja.
    Genial.

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    1. Seguro! Y hasta pensaría: "por qué no serán reales aquellas idioteces, que son mejores que esta tortura", jajaja.
      Un abrazo, Pitt.

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  2. Hiciste que recordara cuando trabajaba en la agencia de publicidad, si yo te contara cada personaje que existía... hasta un cómic hice de esto jajaja saludos :)

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    1. Me encantaría escucharlas o leerlas. :) Ana, la del relato, trabajó también en una agencia y, sin contar detalles (creo que quería olvidar, jajaja), nos decía que eran muy peculiares y que no le apetecía volver.
      Un abrazo, Susy.

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