La
Rotten ha vuelto a la carga. Esto es cíclico. Y como de vez en cuando no le
cojo las llamadas, sobre todo cuando me llama cerca de la hora de salir, en una
de estas ocasiones, me envió un email:
De: Ascensión
Para: Dorotea Hyde
Fecha: 13/03/2019
17:45h.
Asunto: Cuando puedas me
llamas
Una amiga nuestra se quiere ir de la empresa.
Un abrazo
Ascensión.
El
primer punto a comentar es el título en el “Asunto”, esa afirmación que
cualquier otra habría cerrado con una interrogación para no convertirla en un
imperativo. Ella siempre tiene que imponerse. Ordeno y mando y lo haces porque YO sé más que tú. Lo segundo, que no
tengo amigas ni amigos en el trabajo. Bueno, solo a Circe, y detesta a la
Rotten. Así que lo que ella llama amiga, para
mí es compañera. De esas tengo unas cuantas muy buenas, pero ninguna a quien
pudiéramos colgarle el sambenito de ser amiga de Ascensión. Para eso solo había
dos opciones: Sandra o Ana. Teniendo en cuenta que Sandra tiene terror al
cambio, está intentando trepar y todo lo habla en la oficina y de su marcha no
había dicho ni mu, la única opción posible era Ana. ¿Y pasa algo porque quiera
irse? Para la Rotten un drama.
Ana es
joven, tiene un máster en marketing, es súper creativa y trabaja en un puesto
gris donde ni la valoran ni hace nada parecido a su especialidad. Se agarró a
este trabajo al terminar la beca para conseguir el permiso de residencia porque
fue lo único que le salió entonces. Trabaja en un departamento donde hay una
persona extremadamente vaga, experta en crear problemas, y donde todas se
llevan a matar. Se merece algo mejor. La Rotten no ve eso. No ve otra cosa que
una crisis inminente y su propio egoísmo, no permite que los demás tomen sus
propias decisiones, acertadas o no.
Durante
la llamada, que le devolví al día siguiente, tan empeñada estaba en imponer su
criterio, que hasta se contradijo dos veces respecto a cosas que me había dicho
unos días antes. Y no dudó en soltarme su discurso al estilo El secreto, cuando le conté que Ana
llevaba tiempo buscando otras cosas y no había tenido suerte. La suerte no se
tiene, me soltó, se coge. Menuda cagada por mi parte, después de tantos años,
mencionar a la suerte. Siguiendo el patrón de nuestras conversaciones cuando se
alargan demasiado, fue en ese momento cuando dejé de prestar
atención, sin embargo, aún escuché cómo insistía en un cambio de departamento
en vez de irse y que iba a hablar con el jefe de Ana y con mi súper jefe para
que le consiguieran algo.
La
historia no terminó ahí. Segundo email.
De: Ascensión
Para: Dorotea Hyde
Fecha: 14/03/2019
13:39h.
Asunto: Amiga
Dorotea, he vuelto a hablar con ella y es peor de lo que yo
pensaba Su contrato caduca al finalizar julio y parece ser que la empresa no le
hace el contrato fijo, se ha de ir.
Le he dicho que su jefe hable con el súper jefe.
La próxima semana tiene que venir a mi oficina y me lo cuenta
todo.
Si no se puede hacer nada, escribiré al súper jefe para
pedirle el favor a ver si la pueden contratar en la empresa
B. Seguro que conseguiremos algo.
No digas nada a nadie por favor.
Ya hablaremos.
Un abrazo
Ascensión
En su
empeño por ser más marimandona que nadie, nunca se queda con los brazos
cruzados, ni siquiera cuando sus acciones son más un perjuicio que un
beneficio. Ana se desahogó con ella, desconozco si le pidió ayuda, pero la
Rotten tiene que actuar e inmiscuirse. Además, intentó involucrarme y no es que
no quiera ayudar, es que Ana no me ha contado nada de esto, mucho menos me ha
pedido ayuda por si conozco a alguien que conozca a alguien a quien enviarle su
CV. Esta Rotten metomentodo no se está dando cuenta de que Ana se lo ha contado
como una confidencia y, si muevo un dedo, su “traición” será revelada. Mmmm… Sí,
sí se da cuenta, pero le da igual, tan fuerte es su deseo de intervenir, de que
los demás le deban un favor y conseguir su momento de gloria.
Esta es la diferencia
entre una amiga y ella. Una amiga respeta a sus amigos y sus decisiones, incluida la decisión de no contarle algo por el motivo que sea; les aconseja si lo han pedido, pero les deja espacio para que actúen, aunque sea en contra de lo que ella les ha dicho; los apoya y acepta maneras diferentes de pensar, no impone nada. Ana y yo no somos amigas, somos buenas compañeras, la mejor que pasó por el zulo.
A pesar de que nuestra relación no llega a ese nivel, la respeto. Aunque me
daría mucha pena que se fuera, entiendo que quizás esto puede ser una
oportunidad de cambio para ella. Y la Rotten… me temo que la Rotten no es amiga
de nadie ni respeta nada que se salga de sus límites.
Un día, si trabajaras en una oficina, te acordarías de todos estos relatos tan buenos que inventas, jajajajaja.
ResponderEliminarGenial.
Seguro! Y hasta pensaría: "por qué no serán reales aquellas idioteces, que son mejores que esta tortura", jajaja.
EliminarUn abrazo, Pitt.
Hiciste que recordara cuando trabajaba en la agencia de publicidad, si yo te contara cada personaje que existía... hasta un cómic hice de esto jajaja saludos :)
ResponderEliminarMe encantaría escucharlas o leerlas. :) Ana, la del relato, trabajó también en una agencia y, sin contar detalles (creo que quería olvidar, jajaja), nos decía que eran muy peculiares y que no le apetecía volver.
EliminarUn abrazo, Susy.