Así lo ven. (El: Pedro, de Guillermo A. Passache) |
Hace unos meses empezó a trabajar en la empresa Nino, un chico muy majete que imparte talleres y seminarios. Joven, recién titulado y con unos resultados muy buenos entre los que vienen a los cursos. El chaval es un tanto peculiar, sin embargo, no soy la más indicada para hablar. Vista desde fuera, debo de ser similar a él, de hecho, muchas de las cosas que Sara Pestes nos cuenta como rarezas, las veo perfectamente normales. Por ejemplo, cuando vino al proceso de selección, prefirió un hotel cerca del Retiro en vez de alojarse cerca de la sede de la empresa, para poder ir a pasear allí en sus ratos libres, tomar el aire, leer y desconectar, en vez de... no sé cuál podría ser la alternativa. ¿Ir de copas? ¿Ir a uno de los bares de alterne de esta zona?
Pero volvamos a Nino y a su simpatía de la primera línea. Sandra está loca por él, quiere encasquetárselo a Ana como novio y no para de repetir como un mantra: qué majo es Nino, qué majo es Nino, es que mira qué majo es Nino. Qué majo es… Ni le contesto. Porque el majo de Nino no me saluda. Entra en la mini ofi, despliega sus artes con naturalidad para saludar específicamente a Sara Pestes y a Sandra, y ni me mira. Mucho menos lo hace cuando nos encontramos por el pasillo. Después de la segunda vez sin devolverme el saludo, empecé a pasar de él así que pensará de mí lo mismo que yo de él.
Un día apareció en la mini ofi a pedirnos el favor de guardarle una bolsa con frutos secos. Sandra se la recogió besándole los pies. Necesitaba que se los guardásemos hasta que terminara el examen que iba a hacerles a sus alumnos, luego se los daría para reponer fuerzas. Mientras Sandra pensaba que qué majo es Nino por tener ese detalle con la gente, yo pensaba que menudo morro dando el coñazo de esa manera: podía llevarlos con él o bien dejarlos en su oficina en la planta de arriba. Al poco rato de pasarse por aquí, me fui a una reunión toda la mañana. Cuando volví, Nino estaba contándoles a mis compañeras las bondades de los frutos secos. Antes de sentarme, Sandra me dijo que cogiera uno. Lo siento, pero no. La persona que tenía que ofrecérmelos no solo no lo había hecho, sino que ni siquiera se había girado cuando entré. Siguió todo el rato dándome la espalda. A eso no le llamo rareza, le llamo mala educación y no iba a premiarla con cortesía. Pero Sandra, tan majo es Nino, me puso mala cara por hacerle el feo y no ser simpática. Cuando se marchó, Nino el guay lo hizo enroscado como un gusano para seguir evitándome.
Verschiedene Nüsse und Trockenfrüchte, de Marco Verch |
Si le hiciera caso a mi baja autoestima natural, pensaría que soy tan fea que no se me puede mirar, que doy tanto asco que es mejor mantener las distancias conmigo. Mi lado lógico es el que me obliga a tener presente que los demás, casi todo el mundo, me saluda de manera cordial independientemente de mi belleza y que Nino debe de tener un problema que desconozco. De hecho, en cualquier otra situación, no le habría dado vueltas a esto, una entrada en el blog sería impensable porque pasaría de él como paso de Carlos el orangután o de Paquito picha corta. Pero tener a Sandra todo el día (porque cuando el chaval se le pone entre ceja y ceja puede estar todo el día con eso) repitiendo su mantra, me hace pensar más de lo debido en ciertos temas en vez de ayudarme a dejar la mente en blanco.
Lo más curioso de esto es que Sara Pestes no para de criticar sus rarezas. Sandra también lo haría si lo conociera, dice que es majo porque siempre se queda en la superficie, igual que lo decía de Ascensión. Probablemente en otra situación, sería yo quien lo encontrara interesante, la que le daría una oportunidad de amistad y valoraría su rareza como corresponde, porque los raros y solitarios, los que no encajamos en la empresa, solemos conectar cuando nos encontramos. Al menos, me ha dado pie para escribir, así que por mí puede seguir siendo lo agradable que quiera, eso sí, si vuelve con frutos secos, más le vale que estén las otras dos.
Es curioso. A veces me ha pasado que ciertas personas me han dado la impresión de que me daban la espalda o que les caía peor que a mis compañeros. Con el tiempo no ha sido así(alguna vez sí pero no siempre). En unas ocasiones era timidez. No se me acercaban porque yo les daba la impresión de que no quería nada con ellas. Vivíamos en mundos paralelos donde el otro o la otra pensaba que su contrario-a le caía mal y claro, así nunca nos decíamos ni hola. Hasta que eso cambiaba. Pero vamos, que Nino, si tuviera la educación mínima necesaria para salir a la calle debería ofrecerte frutos secos. Y no centrarse sólo en las que claramente le hacen la pelota. Porque ahí tienes una clave. Esas otras le sonríen mucho y él se deja engatusar. En fin. Una historia superinteresante por todo lo que me ha enseñado sobre psicología y seguro que la recordaré más que cualquier manual al uso. Como tú dices, te ha servido para escribir que no es poco. Saludos
ResponderEliminarP.D. No lo veo tan raro por lo que cuentas. Le pondría un índice de rareza muy bajo desde mi punto de vista. Pero claro, lo digo yo que bato récords de rarezas.
Sí que pasan esas cosas a veces, pero en este caso yo lo saludé amistosa y él me torció la cara. Tampoco suelo ser efusiva en exceso, así que creo que simplemente es maleducado y ya está.
ResponderEliminarYo tampoco creo que sea tan raro, al menos así de primeras, pero claro, yo soy la que me escapo de la ofi en solitario para dar paseos, leer y escribir en vez de ir a tomar café. Perteneciendo al mismo club, no somos nada objetivos. :D
Un abrazo.
Y ¿No te has parado a pensar que a lo mejor le gustas? Recuerdo hace años un verano en un trabajo, había una chica que no saludaba ni hablaba a un compañero, era hasta desagradable, yo me ponía súper incómoda porque de jovencita siempre quería quedar bien con todo el mundo y para mí era impensable ser maleducada. Pero recuerdo una escena como la de los frutos secos. Ella llevó galletas y ofreció a todo el mundo menos a él, es que ni si quiera lo miraba a los ojos. Horrible. Un día haciendo un café le pregunté a lo descarado que qué le pasaba con el pobre muchacho...ahí se puso como un tomate. Me dijo que nada y yo volví a insistir...Total que todo lo enrollada que era con todo el mundo cuando alguien le gustaba se bloqueaba y ni mu...🤐. Patologías serán...¿No?
ResponderEliminarNo sé...pero conociéndome...yo soy rarita pero si yo creo que no he hecho nada y aún si hubiera hecho algo malo quiero que me digan el porque de que alguien pasa de mí. Cuando me lo diga entonces también pasaré o podremos llevarnos mínimamente correctamente. Pero vaya, que yo lo pillo en un pasillo y lo increpo directamente. A ver qué narices le pasa. Qué me dice que no le caigo bien...(que obvio, no lo va a hacer, porque la gente es súper gallina)le contestaré que genial que ya podemos seguir ignorandonos...y tan contenta, oye! Qué le den por saco 😜
La verdad...que gente más rara...
¿Tú te consideras rara? Pero si estás en el circo de los horrores de espectadora, hija!!!! La más normal eres tú!!!! Por favor...,😄😍
Jajaja, sí, soy rara, pero es que al final todos somos raros, todos tenemos alguna cosa. Soy rara porque no me ajusto a lo establecido como general, pero vamos, que hay algunos que entran en ese grupo y madre mía lo que esconden bajo la alfombra.
EliminarSí, he pensado lo de que podría gustarle, pero aquí entran dos factores en juego. El primero mi baja autoestima. A mí o me lo demuestran de alguna manera (y una mirada es suficiente) o no creo que sea el caso, aunque luego pasan cosas como las de tu compañera. El segundo, los prejucios, porque es bastante más joven que yo. A mí no me importa nada eso, pero pienso que a los demás sí. Ah, y el factor más importante: aún no habla español y el inglés y yo... Además tiene un acento americano muy fuerte que me cuesta mucho entender. Probablemente en otra situación ya le habría "atacado" de alguna manera, pero como veo su rechazo radical, me bloqueo y no me sale nada nada para conversar.
Y ya me he descubierto. Quería haberlo hecho pasar por italiano, y mira, ya se me ha descubierto que es de EEUU. XDDD
Gracias por pasarte por mi blog! me ha encantado el tuyo también!!!
ResponderEliminarJaja, ese Nino se la pasa bien parece. Ojo, muchos hombres usan la técnica de ignorarte a propósito para despertar más interés. A mí no se me da esa técnica jaja, pero tengo amigos que la usan con mucha efectividad!!
Muchas mujeres también la usan. A mí tampoco me sale. Es cierto que soy bastante cortada y puede parecer que no tengo interés, pero no llego al extremo de no saludar o no hablar. La verdad, creo que lo de este chico no es interés en mí, aunque no descarto que sea por timidez.
EliminarMuchas gracias por pasarte. Eres bienvenido a pasarte cuando quieras.
Saludos.