viernes, 7 de febrero de 2020

Sara Pestes contra los jacintos olorosos


Ramo de jacintos Malvas
Jacinto, de Dorotea Hyde
Las flores y las plantas han estado presentes varias veces en mi blog, por desgracia, siempre como fuente de conflicto. En esta entrada, para no variar, volverán a causarle problemas a alguien.

A Sandra y a mí nos regalaron un ramo de jacintos, los míos malvas, los suyos morados, en un jarroncito cuadrado de cristal. Preciosos. Y, desde el momento en que entraron por la puerta de la oficina, una guerra se fue fraguando en la cabeza de Sara Pestes porque es impensable que les regalen cosas a las demás y no a ella. Primero le salió su vena cotilla y acosó a Sandra para sonsacarle el nombre del remitente. Como la otra resistió, la Pestes comenzó su estrategia venenosa contando que ella tuvo una jardinera con jacintos naturales mucho más bonitos y más olorosos que los de nuestros ramos. Ella siempre mejor.

Para Sandra, que está pasando una mala racha de estrés, fue la gota que colmó el vaso y se puso al borde de la histeria. En un momento que nos quedamos solas, me confesó que no quería decirle quién nos los había regalado para que la Pestes no se sintiera excluida y, por eso, comenzara a inventar historias raras. Entiendo su punto de vista, de hecho, fui su cómplice, sin embargo, da igual que sepa o no sepa porque es de un tipo de persona que como no esté en el centro del círculo o en lo más alto de una torre, sola, para poder lucirse mientras los demás observan, no es feliz. Necesita que el regalo se lo hagan solo a ella para poder creer que da envidia, como cuando una empresa con la que colabora le mandó una cestita de Navidad. Fue feliz porque Sandra y yo no teníamos nada, aunque ni sentimos envidia ni nos amargamos. Solo la Pestes lo creyó.

Sabía que al día siguiente sería peor. Y al siguiente peor que el anterior. Porque los jacintos huelen y, a medida que se van abriendo, huelen más. Reconozco que el ambiente era un poco empalagoso, para nada desagradable, y era una auténtica delicia en las distancias cortas. Cuando Sandra y yo le decíamos que nos encantaba, en parte porque nos gustaba el olor, en parte para fastidiarla, nos respondía que sí, sí, pero qué cargante. Y repetía sus quejas como si fueran mantras… o maleficios antes de abrir la ventana a pesar del frío y de nuestra oposición. Llegué a pensar que se iba a deshacer de ellos aprovechando una de nuestras ausencias, aunque fuera uno a uno para que no nos diéramos cuenta hasta que solo quedaran dos o tres en el jarrón. En realidad, no hizo falta porque la naturaleza sigue su curso. Tras unos días de esplendor, los jacintos de Sandra amanecieron caídos y pudimos ver la felicidad de la Pestes pensando que se iban a la basura. Deslumbraba regocijo mientras Sandra y yo intentábamos con poco éxito componer un nuevo ramo después de recortarles el tallo. Esa misma mañana nos había lanzado una indirecta para que nos los lleváramos, así que cuando conseguimos salvar algunas de las flores se cabreó y ser marchó dando un portazo.

Mientras escribo esto, observo a mis pobres jacintos agonizantes. Cuando termine la jornada laboral de hoy, me tendré que deshacer de ellos y la Pestes creerá que volverá a ser feliz. Y yo empezaré a pensar con qué los puedo sustituir.

8 comentarios:

  1. ¡Qué mal me cae la Pestes!
    No entiendo nada de plantas, de hecho he tenido que buscar en Google cómo son los jacintos. Muy bonitos, por cierto.

    Besos.

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    1. Es detestable, jajaja. No sería su amiga ni aunque no fuéramos compañeras de trabajo. Sé que las hay peores, pero a la que tengo que aguantar es a esta. :S
      Un abrazo.
      PD Los jacintos son preciosos. Yo había oído hablar de ellos, pero no los había visto.

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  2. Relaciones de oficina muy desasosegadas a veces. Hay quien necesita ser el centro de atención, por lo que sea. Y son muy pesadas.

    Un abrazo y pro lo jacintos, inocentes el todo.

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    1. Las personas egocéntricas no son agradables en ningún entorno, pero claro, peor en ambientes de oficina o similares, cuando no puedes librarte de ellas.
      Sí, pobres jacintos. Primero los usó para chulearse y luego casi nos los tira a la cabeza. :D
      Un abrazo.

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  3. Es increíble que haya gente que ve motivo de enojo en FLORES! o sea, FLORES!
    Este mundo es fascinante jaja.
    Un abrazo y sigue fuerte!

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    1. Yo creo que hay gente para todo. Aquello que menos imaginemos como fuente de conflicto, ¡zas! Lo es. Y esta, con tal de montar un pollo y quejarse, le vale cualquier cosa.
      Un abrazo y gracias por los ánimos. :)

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