viernes, 12 de mayo de 2023

Covid-19, Diario de un encierro (25): La emergencia llega a su fin

Virus sarscov-2. Illustration
Autores: Alissa Eckert, MSMI; Dan Higgins, MAMS

El 30 de enero de 2020 la OMS declaró que la situación provocada por la covid-19 era una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII). Hace justo una semana, el 5 de mayo de 2023, la OMS declaró finalizada esa emergencia. Algo más de tres años después de que nuestras vidas se pusieran patas arriba, esto es poco más que un gesto simbólico pues la presencia del virus es mínima en todo el mundo, aunque todavía se considera pandemia.

Soy de ese grupo de personas a las que les han quedado secuelas tanto físicas como psicológicas, resultado de las restricciones. A veces no puedo evitar echar la vista atrás para ver lo que he cambiado y también lo que sigue igual, al tiempo no dejo de dar pasos adelante para superar mis problemas, en acercarme un poco más a la persona que era y que sé que no volveré a ser. Y eso que no he pasado la enfermedad.

A veces miro a mi alrededor y me sorprendo de cómo todo parece prepandémico otra vez. Me sorprendo igual que hace tres años, cuando salí las últimas veces antes del cierre y todo estaba vacío, o cuando empezamos a salir con mascarilla, todo me sorprendía por parecer una irrealidad, otro mundo.

Si yo hago todo lo posible por seguir adelante aun con mis tropiezos, tiene que haber gente que no hace una mierda por superarlo. Ya sabéis, la materia y la antimateria, la luz y la oscuridad. La antimateria de este blog no es otra que la Rotten. El caso es que hace más o menos un mes dejó al fin de usar mascarilla en la oficina, pero no duró ni dos semanas sin ella. Cada una hace lo que quiere, eso que quede claro, sólo que sus motivos no son sanos. Dice que es por su madre, pero esa señora convive con tres maromos que se pusieron la mascarilla lo justo, que la llevaron (a la vieja) a la consulta del médico negacionista donde se contagiaron todos (por cierto, que la Rotten al fin reconoció, casi año y medio después, que la vieja se contagió de covid a la vez que ella). Que se ponga mascarilla no marca una diferencia en esa casa. Pero jamás reconocerá que está preocupada o tiene miedo por ella misma. ¿Debilidades? ¡Jamás!

Hace unos días nuestra jefa nos dijo que ella y su familia se habían contagiado y se ha vuelto a obsesionar. Ha vuelto a decir que no hay más que brotes, no para de mandarnos mensajes de advertencia de la gente enferma que hay en la empresa y vomita datos de índices de transmisión ficticios. Está en el lado opuesto de los negacionistas, esta es supercreyente de algo que se ha inventado. Probablemente haya gente enferma pululando a nuestro alrededor, que no se hagan la prueba porque pasan o porque no tienen ningún síntoma, pero esta mujer lo lleva a un extremo. Y ahí está, con su mascarilla, retrocediendo a un pasado indeseado al que no querríamos volver.

No sé qué pensará de la declaración de la OMS. Ni se me ocurre sacarle el tema porque tengo más cosas en mi vida que aguantar a esta señora calentándome la cabeza con fake news, pero su mascarilla de vuelta lo dice todo. Por mi parte, y aún sin ese fin oficial de la pandemia, necesito cerrar el asunto de alguna manera y escribir la última entrada de mi serie “Diario de un encierro” puede ser una buena manera.

15 comentarios:

  1. Por fin ha terminado esa pandemia, que me hacía recordar a Los robots de la Aurora, una novela de Asimov. Ambientada en un mundo en que los habitantes habían adoptado como estilo de vida, el estar aislados, comunicándose por hologramas. Y desconfiando de los recién llegados al planeta, que pudieran portar algún virus.

    Ha habido absurdos como los anti vacunas, los negacionistas, siendo algunos médicos. Con consecuencias como las que describís.
    Y la tal Rotten pasó de un extremo a otro, cuando ya pasó la pandemia.

    Que extraños que pueden ser algunos humanos. Besos.

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    1. Ahora mismo me cuesta mucho leer historias que vayan de pandemias, encierros y demás, pero me apunto esa de Asimov para tiempos mejores.

      Las personas somos raras, pero raras. Sin ser un experta, supongo que la mente tiende a crear una situación ideal para encerrarse allí y huir del trauma. Ella a su manera a hecho eso. Volver a la situación terrible, pero con mascarilla, que le proporciona seguridad. Tremendo en cualquier caso.

      Un abrazo.

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  2. Hay un colectivo de secuelas permamentes del Covid, y la ciencia va muy perdida con vosotros. Lo siento.

    Un abrazo

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    1. En mi caso ni siquiera son secuelas de la propia enfermedad, sino del encierro. Supongo que la edad es un factor importante en esto porque me está costando mucho recuperarme.
      Un abrazo, Albada.

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  3. Es un tema ese de cómo le pegó a cada persona la pandemia. Tengo una amiga que todavía va con mascarilla en según qué lugares, que friega todo lo que compra con lejía. Que llega a casa y pone a lavar todo...encima ella es Anti vacunas. Así que no te digo nada de lo neurótica que está. A veces lo hablamos. Le pegó re mal todo este asunto. La verdad que yo pienso en mi...y creo que no me afectó. Tomé las precauciones que se debían tomar y cuando dijeron que se podía ir sin la dichosa mascarilla me la quité la primera. Sólo la utilicé en el metro un poco más. Y ahora la utilizaría si estuviera resfriada. Como los japoneses vaya! las restricciones, no salir de casa y todo lo que pasó a mi no me afectó. Al contrario he de decir que vivir en esta gran ciudad y durante 15 días no escuchar ni un miserable coche pasar ..fui feliz. A veces no quiero decirlo muy alto porque parece que voy en contra de todo. Pero yo tengo suerte de vivir con perros y un balcón...eso ayuda. Estoy segura que mucha gente no puede decir lo mismo. Yo solo pensaba en esas familias dónde los maltratan...o dónde hay niños que sólo comen cuando van a la escuela. Eso siempre me preocupó. Creo que yo soy de las privilegiadas.
    Esta mujer está mal. No reconocerlo es un gran problema pero para ella misma.
    Un abrazo Dorotea

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    1. Yo no soy capaz de entrar en el metro sin mascarilla, por ejemplo. Esa es una de mis secuelas. Y no es miedo a la enfermedad porque voy a bares, restaurantes y cines llenos. Es claustrofobia que no consigo quitarme de encima en esas latas de sardina. Ella jamás reconocerá que tiene un problema. Y como falte su madre, a saber en qué se escudará.

      Ay, Mamam, es que aquella soledad era una maravilla. Creo que mi problema viene de ahí, de acostumbrarme a salir sin nadie (porque yo empecé a ir al trabajo cuando mucha gente seguía en casa) y ahora me agobian las multitudes aun más que antes.

      Un abrazo.

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    2. Las personas que disfrutamos de la soledad, de estar en casa tranquilos, de no tener que estar siempre rodeados de gente, creo que disfrutamos ese tiempo. Me hace pensar lo que dices, quizás el problema está en que nada cambió, que volvemos a las multitudes, hacer lo que decíamos que estaba mal...y eso afecta. Espero que de a poco encuentres la manera de ir superando todo ésto. Buscar una estrategia que te aisle de los demás en estas situaciones de aglomeración. Mientras te mando un gran abrazo y muchos muchos besos hermosa 😚

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  4. "negacionista" me imagino se refiere a quienes afirmaban y siguen creyendo que fue todo una mentira, que no hubo bicho. Lo triste es que se metió a ese saco a todo aquel que usando su raciocinio y negativa a andar de rebaño obediente para cuestionar las medidas, investigar a la OMS, investigar a Bill Gates o incluso investigar los papers (que son públicos) del laboratorio inglés que creó el COVID para fines agropecuarios hace años antes de que explotara la pandemia. (Fui de los que quise consultarlo por mí mismo) Eso siempre me ha hecho ruido, es que incluso si te atrevías a querer investigar el tema y ojo, digo investigar, te tachaban hasta de terraplanista o comunista o lo que sea que sea malvado y cerrado de mente. En fin, no viene al caso, pero no pude evitar recordar esto a propósito de tu reflexión.
    Me parece bien cerrar el ciclo de la serie que iniciaste en los tiempos difíciles del encierro, recuerdo cómo las experiencias y medidas que se tomaban allá se replicaban acá casi calcadas a los meses después. De hecho, eras como una ventana al futuro cada vez que te leía, los encierros normados, los permisos escasos, las situaciones en el transporte público o barrio y las graduales vueltas a la normalidad, todo sucedía primero allá, luego acá.
    Espero logres dejar atrás las secuelas negativas que aún te quedan, te mando un gran abrazo y que se vengan más aventuras de la Rotten je je

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    1. Sí, exacto, negacionista en el sentido de negar el virus y la enfermedad, incluso diciendo que su propia covid es otra cosa (y sobre esto tengo una historia buenísima a la vez que terrible que no sé si conseguiré contar alguna vez del miedo que me da). En cómo llegó eso a nosotros... ahí ya no me meto, no al menos en esta entrada. Pero vamos, que me encanta que te haya hecho reflexionar y recordar otras cosas. :)

      Aquí aún es obligatorio el uso de mascarilla en algunas situaciones y eso dificulta el cierre completo, pero espero poder superarlo, aunque sea poco a poco.

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    2. Ah te apuesto que en lo mismo es aún obligatorio: al acceder a centros de salud
      igual me hace sentido, pero sé que hay otro(s) lugares donde igual se exige, pero no recuerdo jeje

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    3. Centros sanitarios y farmacias. El asunto es que un centro sanitario es un hospital, pero también una clínica de fisioterapia, así que yo aún tengo que llevarla a las clases de pilates, por ejemplo. En los hospitales lo entiendo porque además ya no hacen prueba a quienes ingresan, al menos si no tienen síntomas (y quizás no en todos), pero para hacer pilates!

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  5. Cuando algo se nos mete en la cabeza da igual lo que nos digan o lo que veamos. Si la vida no es como queremos, cerramos los ojos y creamos una realidad paralela.
    A veces, cuando hablas de la Rotten, me da lástima. Esta no es una de ellas.

    Besos.

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    1. Se ve con el cerebro, no con los ojos. Y si ella dice que ve el virus del covid, aunque sea imposible de ver, es que lo ve. Al mismo tiempo que es capaz de negar que su madre tuvo covid.

      A mí me sigue dando pena, pero también te digo que cuando empieza a machacarnos, se me pasa.
      Un abrazo.

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  6. No sabía que ibas tan en serio con lo de las secuelas. Yo en los últimos meses ya casi me había olvidado de la pandemia. El aviso de la OMS me pareció casi anacrónico y desfasado. Pero estoy recordando todo lo que he leído sobre el daño mental a la población que causaron los encierros y lo que se habían disparado esas dolencias psicológicas. Los jóvenes tienen índices altísimos de ansiedad y cosas peores. Yo no lo sufrí porque ese encierro me pareció una época feliz y un intermedio de estar en el mundo por más que hasta yo acabé por fatigarme algo de las mascarillas y las restricciones. Pero lo viví en mi línea. Como un monje.
    Interesante entrada esta para ver toda la panoplia de consecuencias que muchos no pensamos. Porque el pasado puede volver y no es para tomarlo a broma. Saludos y mucho ánimo, Dorotea, te sobran inteligencia y recursos para sobreponerte. Aunque te sobra la Rotten.

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    1. Esa es la clave, S., que me sobra la Rotten. He pasado (y paso) mucho de ella, pero el machaque al que me sometía cuando estábamos las dos solas en la oficina creo que me influyó bastante. Día tras día, la misma historia sobre la maldita enfermedad. Pasando lista de quien llevaba mascarillas, quien estaba enfermo, juzgando, criticando. Creo que eso me pasó factura y también creo que si ella no hubiera estado ahí habría vivido aquella soledad y aquel aislamiento mucho mejor, al final es lo que busco en el día a día en un mundo normal. Pero ahí voy, mucho mejor.
      Un abrazo enorme y gracias como siempre por tus palabras.

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