jueves, 10 de abril de 2014

¿Será envidia? ¿Soledad? ¿O qué?


Rainy, por « м Ħ ж ». Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.0 Genérica (CC BY-NC-ND 2.0)
Rainy, de « м Ħ ж »

Cuanto más solitaria se siente una persona, más a menudo se ducha o se baña, más caliente le gusta que esté el agua y más tiempo se queda bajo la ducha. Lo que eso nos dice es que las personas solitarias están reemplazando, sustituyendo el calor social que no tienen en su vida, que les hace sentirse solos, por calor físico”.

Estas palabras son del profesor de psicología en Yale, John Bargh, en el minuto 16:50 del documental El cerebro automático: el poder del inconsciente (es el segundo de dos documentales sobre el funcionamiento del cerebro) y vienen de perlas para lo que iba a escribir sobre mi semana en el trabajo.

Antes de hablar el profesor Bargh, se ve a una parejita en la ducha. Pensé cuánto me gustaría estar en su lugar, ya hace algún tiempo que no me toca. Y entonces, ¡zas!, aparece Bargh soltando esa retahíla. Inmediatamente aparecieron en mi mente las imágenes de mis duchas este invierno, en las que no cierro el grifo del todo mientras me enjabono porque siento frío. Vivo sola desde hace años, me gusta, me siento bien llegando a casa y teniendo todo para mí. Sin embargo, esa ducha del documental hizo click como lo hicieron otros pequeños detalles últimamente. Un click como este provocó que me bajara de la noria hace exactamente cuatro meses. Cuatro meses y un día. Pero parece que echo de menos estar allí arriba más de lo que pensaba.

Terminando la mañana, a Sandra (la Otra) le cayó un marrón. ¡Ya iba siendo hora! Tan estresada estaba, que su pagafantas fue a la cocina a calentarle el tupper. Cuando se lo puso en la mesa y se lo abrió, ella no pudo reprimir el impulso de estirar los brazos hacia el cuello del morenazo. De pronto, me vio por el rabillo del ojo y se le bajó el subidón. Probablemente si no estuviera yo… Pero estaba. Como no pudieron sobarse, Mr. Lolas continuó preparándole los bártulos, le sacó la servilleta y los cubiertos y sólo le faltó darle la comida a cucharaditas como a los niños.

Ayer salí un momento y al regresar, Mr. Lolas estaba levantado pegado a Sandra, enseñándole algo en el ordenador (¿?),  con el culo en pompa una vez más. La verdad es que tiene buen culo y cuando se dan estas situaciones soy yo la que lo disfruta. Él apenas se movió para dejarme pasar y ella me echó una mirada de reojo (se va a quedar bizca). Se nota que les corté el rollo, aunque siguieron bien pegaditos, cuanto más se pegaba Mr Lolas a Sandra, más acercaba el culo a mí. Es lo que tiene trabajar en un zulo como este. ¡Qué tentación darle un cachetito! ¿Me habría atrevido? Creo que no. Estoy segura de que se habría montado la revolución francesa, habrían desempolvado las guillotinas sólo para mí.

Sandra lleva casi dos semanas sin hablarme. No sé si es que él le ha contado alguna de nuestras inocentes conversaciones y le dio un ataque de celos, si es que le molesta que no le haya preguntado por su resfriado o simplemente le cabrea que esté pegada a su cogote impidiéndole montar una escenita estilo Jack y Jessica en este cuchitril. ¡Que le den! Pero si no me habla por un enfado ficticio, imaginad si le toco el culo a “su” hombre.

Labios, por Daniel Lobo. Atribución 2.0 Genérica (CC BY 2.0)
Labios, de Daniel Lobo
Me encanta ver parejas que se besan por la calle. Por las mañanas coincido con una que se separa siempre con un beso. Es tan tierno ¡y nos besamos tan poco! Pero en el curro me siento muy incómoda. No me gusta. Hoy me ha dado por pensar si puede ser envidia. El subconsciente es muy traicionero y, como dicen en El cerebro automático, nuestro cerebro sabe las cosas antes que nosotros mismos. Ahora estoy sola, mis últimos amagos de romance no han salido bien… ¿y si todo ese cúmulo de cosas se revoluciona cuando ve a estos dos niñatos casi cuarentones coquetear? Por otro lado, hace seis meses me sentía igual de mal y no estaba sola. Ya no sé si me dan ataques de mojigatería o estoy envidiosa, pero no quisiera sustituir mis zapatos rojos por unos verdes.

2 comentarios:

  1. Pues yo cuando me siento sola y no tengo ganas de estar en el mundo, huyo hasta de la ducha, me abandono completamente, y es sólo cuando me recupero, cuando busco en la ducha quitarme la mierda literal y la no literal para tirar p'alante.
    Los besos dan envidia. Eso es así. ¡Qué ricos, cuánto los echo de menos! A veces mi mente me traiciona y se olvida de mi pasado y me tienta a volver a subir a la noria. ¡Por dios que se me pase pronto y que no se me vaya la cabeza!

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    1. Pues sí, cuando no los tienes dan un poco de envidia. Lo que no querría sentir es envidia concreta por estos dos, creo que tengo las ideas claras, pero lo de la ducha me ha dejado un poco ko.

      Espero que sí, que se te pase pronto. Subir a la noria es emocionante. Si no te apetece, vale, pero por estar dolida, no :)

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