Tenemos chico nuevo en la oficina. ¡Qué ganas tenía de decir esto! Su jefe y todas las
chicas del edificio estamos contentísimas* de que esté aquí. Ya iba siendo hora
de que hicieran un fichaje masculino para igualar un pelín los porcentajes… y
poder alegrarnos la pestaña. Y hay historia, claro, antes y después. Empiezo
por el antes.
Se llama Héctor y es becario en el departamento de
comunicación. Es el cuarto en tres años y sus predecesoras se caracterizaban
por emanar una falta de simpatía y educación que no pegaba ni con cola con un
departamento que debe ser abierto, cercano y comunicativo (perdón por la
redundancia) para ganarse a los de fuera y a los de dentro. Las dos primeras tenían
un pase, pero la tercera, ay, la tercera, qué poema de mujer. Empezaron a pasar
cosas justo después de su llegada en julio del año pasado. Voy a intentar ser
lo menos explícita posible. Te encontrabas con que la persona que había ido al
baño antes que tú no había tirado de la cisterna, colgaba el rollo de papel
higiénico del mango de la escobilla (lo primero que se toca sin haber lavado
las manos), dejaba siempre algo en el lavabo (pelos, migas, un tenedor…), escupía
y no abría el grifo, comía en el váter y dejaba las migajas en la cisterna. Por
favor, ¿quién puede comer en ese váter? Cualquiera con una higiene media puede
hacerlo en el de su casa, que no lo hagamos es otra cosa, pero en este, en el
que la señora de la limpieza no pasa ni la escoba, me parece hasta peligroso.
También se empezó a notar enseguida un olor extraño que día a día fue a más,
hasta que con la llegada de la primavera empezó a ser tan intenso que decidí ir
al baño de hombres para no sufrir arcadas, aunque esto es adelantarme a los
acontecimientos.
WC, de Anne Worner |
Después de las vacaciones de verano puse un poco más de atención
a los detalles. Gracias a su simpatía desbordante, esta tía pasaba un poco
desapercibida, no éramos conscientes de que trabajaba aquí, así que tardé en
darme cuenta de que era el elemento nuevo que provocaba todo aquello, incluso
me resistí a creerlo. La mayoría de mis compañeras no destacan por su
pulcritud, pero ¿por qué esas guarrerías de repente? La clave estaba en la raza
de esta chica. Es india. Inocente de mí no quería caer en algo parecido al
racismo al creer que era ella la que hacía las cochinadas, hasta que decidí
ponerme en modo lógico. Hay cerdos en todas partes, no tiene que ver con el
país, la raza o la religión. Ella era borde, desagradable y puerca. Punto.
Hay dos confesionarios en este edificio: la cocina y el
cuarto de la fotocopiadora. Mi zulo está al lado del segundo. Unos días después
de irse, su jefe coincidió con Grace y se desahogó de todo lo que había
aguantado. Aunque es inevitable oír, activé mi modo silencioso para entender
mejor. Fue un problema para él tener que trabajar con ella. No solo era su jefe
sino que compartían despacho y aguantar el olor era algo que llegó a hacerse
insoportable. Mi jefa se mareó alguna vez en el despacho de al lado. Su último
día fue un viernes. El lunes, el ambiente era diferente. Una semana después creímos
que podíamos respirar de nuevo a pleno pulmón, llegó Héctor y le cortó la
respiración a más de una.
Todas persiguiendo al nuevo. Fuente: Kozminski University |
Ana tiene veinticuatro, es totalmente virtual. Mi propuesta
para propiciar un encuentro fue que en cuanto el chaval viniera a pedirnos
ayuda con la fotocopiadora (porque vendrá, tiempo al tiempo) yo le diría que le
preguntara a ella, que es la que más sabe. Se cerró en banda, no por vergüenza,
sino porque primero quería mirar en Facebook cosas sobre él. Sin Facebook no
habría fotocopiadora. No sé… y es cierto que no sé nada, ya no sé absolutamente
nada. Si surge antes la posibilidad de hablar con él en persona, ¿por qué
esperar a ver una fotografía? Los primeros encuentros dan mucha información, el
tono de voz es fundamental y las miradas son clave. Los que habéis dado algún
paseo por aquí ya sabéis que me gusta el lenguaje no verbal y las miradas en particular. Y Facebook es puro
marketing creado para hacernos pasar por guays. Pues que no, que no y que no,
que nada de ayudarle con la maquinita. Y eso sin saber su nombre.
Hollywood Studios - Run Indy Run, de Jeff Krause |
Lo siguiente fue que me enteré de cómo se llama, ella miró
Facebook y no le gustó lo que vio. Lo único que nos dijo es que sin traje
pierde. No, por favor. Con traje está guapísimo, pero si lo vierais en aquellas
fotos vestido para la aventura, haciendo senderismo con unos amigos, montando
en bicicleta, no perdía absolutamente nada. Lo malo para Ana es que tiene novia.
Da igual, verlo en plan Indiana Jones no le pone, es más, su cara reflejaba
bastante asco. Es un chaval super majo, busca conversación en la cocina pero
sin atosigar ni forzar la situación y que te mire un hetero en un mundo de
mujeres es tan refrescante como un vaso de agua helada.
No darle una oportunidad a una persona a la que no se conoce
(pero te atrae) es tan decepcionante, sentí hasta tristeza. Por lo que he
escrito en este blog parece que soy una enemiga de la tecnología
y no es así. Estoy enganchada a Twitter desde que creé la cuenta de Dorotea, me encanta pasearme por
blogs conocidos y desconocidos, enviar fotos que hago de mi día a día a la
gente que quiero, jugué a juegos online y conecto mi videoconsola a internet
para jugar con gente alrededor del mundo. Hay cosas más frikiinternáuticas que
eso, pero no está nada mal. Simplemente pienso que hay un tope y que el contacto humano es insustituible y no tiene precio.
*Sí, contentísimas, no es una errata.
Hay momentos que son especiales, después todo se vuelve rutina, principalmente en las oficinas.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Sí, aquí llevábamos mucho tiempo metidas en la rutina. Ahora se acercan las vacaciones y habrá movimiento, a la vuelta unos días para reubicarnos y luego... más rutina.
EliminarGracias por pasarte :)
A mí la india me ha inspirado peores sentimientos que la Rotten. Las pulgas de la segunda eran falsas, las probables enfermedades infecciosas que podía provocar la despedida eran más reales. En cuanto a los elementos humanos decorativos en un puesto de trabajo tengo sentimientos encontrados. O te alegran la vista y por tanto el resto del cuerpo y hasta el alma... O te hacen sufrir por inalcanzables(o por alcanzables para alguien que está cerca de tí pero no eres tú).
ResponderEliminarLa india es peor, aunque por suerte no tuve relación con ella. Sólo hablaba con su jefe y con otro compañero indio, guapísimo y que olía maravillosamente bien. La belleza no tenía nada que ver en que se le lanzara a la yugular, claro, jajajaja.
ResponderEliminarSí, la belleza hace sufrir, sobre todo si no eres un ligón profesional. A mí en este caso no me afecta emocionalmente, es demasiado jovenzuelo para mis gustos. Pero mi compañera lo está empezando a pasar mal... y eso que con el traje pierde.
Un abrazo, S.