viernes, 31 de marzo de 2017

La urraca enfadada, ¿qué le pasará a la urraca?

Sandra se ha enfadado conmigo… otra vez. Me cansa. Ya he perdido la cuenta de las veces que van, pero es la primera en el neozulo. Cuando no es el centro de atención o no haces lo que ella quiere, se cabrea y se lo toma como algo personal. Tiene la vista tan fijamente metida en el minúsculo agujero de su ombligo, que cree que el mundo se mueve para ella. Nunca me dice el motivo, que sería mucho más saludable (si lo hubiera). Simplemente deja de hablar. 

Parte de una fachada. Todas las contraventanas cerradas excepto dos.
Life just behind one window, de Armando G. Alonso
Cuando empezó a hacer calor hace unas semanas, también subió la temperatura en la ofi. Celia y yo nos vestimos acordes al nuevo ambiente, Sandra sigue viniendo con jerséis y Howie… bueno, ella es un caso aparte porque tiene la máquina de aire detrás de su espalda. Rezuma calor aunque esté apagada, así que está a punto de una combustión espontánea que será congelación instantánea en unas semanas. Abrimos la ventana. Para mí es suficiente, incluso estoy con chaqueta para protegerme de la corriente. Pero Sandra, embutida en sus jerséis de vieja, se achicharra. Howie, se achicharra aun sin prendas de anciana aunque demasiado abrigada para la situación. La solución para ellas es abrir la puerta y que haga corriente con la ventana del pasillo. La primera vez que creamos ese tornado me fui con dolor de garganta a casa. Al día siguiente se había convertido en resfriado, a la semana siguiente era una tos que sonaba a fósil fumador y otra semana después se había convertido en infección respiratoria.

Siempre que estoy dentro les pido cerrar la puerta. No se niegan porque en realidad es lo justo. Una situación intermedia que nos sirve de apaño a todas. ¿A todas? Sandra pone mala cara. Ve a Howie acalorada y no quiere que sufra, da igual que yo esté a punto de echar los hígados y que su protegida pueda refrescarse en el baño (no lo hará jamás, el precio a pagar es demasiado alto: se le va el maquillaje). Le molesta tanto que yo esté enferma que no me ha preguntado ni una sola vez cómo estoy ni qué me pasa. Sabe, además, que la corriente me afecta a la espalda, que me duele. Pero ha dejado de decirme: D., si te molesta me avisas y cierro. Hay algo más fuerte que la empuja: el bienquedismo con la nueva. Las demás ya no importamos, somos una simple secretaria y una simple documentalista, pero la nueva… la nueva tiene un carguillo y eso la atrae como papel de aluminio a una urraca.

Puertas de colores, dos cerradas, una abierta.
Doors, de Ivan Malkin
Urraca. Urraca sin alas que nunca actúa en mi presencia. Siempre espera a que abandone el nido para abrir porque sabe que le voy a poner pegas. Urraca cobarde y traicionera, que después de tantos años no se atreve a decir las cosas, ataca por la espalda como si fuera una desconocida. Urraca pequeña, que se para delante de la máquina del aire y dice, mirando a Howie, palabras dirigidas a mí: No me extraña que tengas calor porque sale aire caliente. Y Howie, inocente de todo, nooo, está caliente, pero no sale aire. Tampoco ganaría la discusión si se enfrentara a mí, porque en estos momentos mis dos problemas superan cualquier argumento slughorniano que vaya a poner sobre la mesa. Y su obsesión por conocer gente (importante) y tener contactos y enchufes es tan grande que no se para a pensar que, en caso de cambios de oficina, ella y yo vamos en el mismo lote. Ella y yo. Sandra no solo está criando a esta cuerva, sino que la está engordando.


NOTA: me ha "perdonado" y ha vuelto a hablarme, sin preguntarme nada respecto a mi estado de salud, por supuesto. La prefiero enfadada y callada.

2 comentarios:

  1. Sandra no entiende que si dejas de hablar a alguien le estás acusando de algo y que todo acusado merece saber "de qué se le acusa". Ya puestos sería un detallazo saber de qué te ha dejado de acusar. Por qué te ha levantado el castigo de negarte su valiosa conversación.
    El comportamiento de cuidar mejor a quién le interesa termina de perfilar el retrato de una compañera que nadie querría para sí. Los zulos son mas zulos con gente así. Estrechan lo que ya de por sí es angosto. Aún así no dejo de asistir fascinado a su comportamiento a través de tus frases. Me cuesta creer que cierta gente sea así y crea que funciona de la manera adecuada o que eso les va a servir para algo bueno. No me parece una urraca, digo una persona feliz. En realidad nadie lo es del todo pero ella menos.
    Si no te pregunta por tu salud, mejor. No le interesaría por nada bueno. Saludos

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    1. Y tanto. Prefiero que no me diga nada porque así me da la mejor excusa para no preguntarle a ella por la suya ¡y eso sí que le molesta! No es la primera vez que se enfada conmigo por eso, por decirle hola a Mr Lolas, porque viene al zulo un compañero guapo a tratar asuntos conmigo y no le da palique... Es que ni siquiera se enfada conmigo por cosas que lo merezcan porque no le doy motivo. Pero de verdad, ojalá no me hablara nunca más. Cuando se va, esto tiene una calma...
      Un abrazo.

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