martes, 23 de mayo de 2017

Subida de temperaturas para el verano

De pronto tengo calor. No por la temperatura ambiente ni por una insolación, aunque todo contribuye a ponerme al borde de una calentura de las gordas. La causa, debo confesar, es el maromo que está ahora mismo en la puerta del recinto, con traje azul marino y camisa blanca. Venga, voy a ser sincera, ahora mismo no tiene la chaqueta, pero eso está muy cerca de que se quite la camisa también y me pone en una situación hormonal delicada.

Maniquí en la puerta de una tienda
Sin título, de Daniel Sivinjski
No es especialmente guapo, no es muy alto y podría cambiarse el corte del pelo, ¿será, entonces, por el uniforme? A mí me van mucho los uniformados, pero siempre he sido más de marinos, policías y guardias civiles con traje de montar, con esos pantaloncitos ajustados y botas altas marcándolo todo. Uf, me pongo mala de pensarlo. ¿Veis? Sigo caminando hacia el límite. Si escribiera con pluma, la tinta se habría corrido por todo el papel.

Llevaba muchos meses tranquilísima, había llegado a pensar que estaba muerta sexualmente hablando, pero fue verlo trayendo nuestras sillas el día de la mudanza y algo se despertó dentro de mí (y empiezan a salir los coletazos de novela rosa…). Quizás son las manos. Siempre me he fijado mucho en las manos de la gente, hombres, mujeres, sexo indefinido, por eso estudié piano, para tener dedos ágiles y seguros de sí mismos, creo que desde muy pequeña ya intuía de lo que son capaces de hacer. Nunca toqué bien, sin embargo me quedé con esa especie de fetichismo, porque las manos de los tíos me vuelven loca. Ni siquiera sé por qué le doy tantas vueltas a esto. Qué más da si me pone por el traje, las manos o la voz, el caso es que me metería con él en la garita y cerraría las persianas. Lo triste de todo esto es que a la hora de la verdad me pongo tan nerviosa que me da vergüenza hasta decirle hola, como una colegiala.

Maniquí de bienvenida, con uniforme granate de portero
Hello doorman, de Torley
Hace unos días llamaron a la puerta. Tiene cristal, así que en cuanto giré la cabeza y vi que era él, me puse tiesa en la silla. Dentro de este despacho hay una puerta misteriosa que da a un espacio de lo más vulgar: un pequeño almacén donde las señoras de la limpieza guardan el papel higiénico y las botellas de agua, y eso es lo que venía a traer. Sudando, las gotitas bajando por su cuello, la camisa pegándosele al cuerpo… De pronto recordé aquel anuncio de Coca-Cola y enseguida pasé a imaginarme quitándole la camisa y la corbata y rodando nuestra propia escena en la cocina, aunque esta mesa es bastante más inestable que la de la película y yo bastante más pesada que Jessica, y eso me trajo de nuevo a la realidad.

En la vida real esto es un juego, uno de esos que me hacen sentir mejor, que me ayudan a madrugar y salir de la cama porque es lo único a lo que me puedo agarrar ahora mismo. Hace que me importen un bledo los que pululan por la empresa mirando con desdén a los demás, olvido que Sandra y Sara Pestes están a mi lado dando el coñazo, hasta llego a creer que puedo escribir la mejor obra del mundo y dejarlo todo. Será, eso sí, un juego corto, solo esta entrada sin etiqueta a nombre del Guardián de la puerta. Digo Guardián y El amante de Lady Chatterley hace aparición en mi imaginación. La temperatura sube de nuevo y vuelta a empezar. Casi deseo que el tiempo pase rápido, que sea julio y nos mudemos otra vez, aunque sé, porque me conozco, que entonces me sentiré mal por dejarlo atrás y no haber dicho nada más que hola.

4 comentarios:

  1. Lo de las manos es un clásico en la mente femenina. Hace tiempo hablé de eso en el blog. De todas formas no hay nada concluyente al respecto. Pero es real que las manos son muy atrayentes para una mujer (en caso de que sean las manos "adecuadas").
    Por otro lado veo que la primavera te ha llegado realmente. Y eso es igual en hombres y mujeres. Te pasas un montón de meses o años que paseas por la vida casi en estado zombi y de pronto no, resulta que todavía estas vivo-a. Afortunadamente.
    Díle algo. Nada que te comprometa pero algo. Hablar no tiene nada de malo. Saludos

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    1. Así he estado, S., como un zombi, y esto me ha cogido desprevenida. Me doy cuenta de que se me ha olvidado hasta flirtear.
      Y lo de las manos, sé que es muy común entre nosotras, pero nunca he leído por qué. Yo llevo un tiempo en que ni fu ni fa, de hecho ni siquiera sé cómo son las del Guardián.
      Algo le diré, pero cuando se me pase la tontería y deje de parecer una adolescente tonta, XDD
      Un abrazo y gracias por pasarte.

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  2. lindo escrito hormonal diferente lo he disfrutado

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    1. Diferente en temática, al menos. Un beso y gracias por pasarte :)

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