In each others’s arms, de Dewet |
Hace dos semanas recibí una llamada. Miré
con miedo la pantalla. Tranquilidad, el número era de centralita. Pilar,
una de las chicas que la atiende, me preguntó si me podía pasar una llamada de
Fernando P. ¡Eso no se pregunta! Y ahí
estaba su voz haciéndome resbalar de la silla. Por su tono supe inmediatamente
que tenía buenas noticias, que el proyecto había sido evaluado positivamente. “Si
estuviera en Madrid iría ahora mismo a darte un abrazo”. Y casi muero. El
problema es que ese abrazo nunca va a llegar.
Mi participación en los proyectos termina
cuando la evaluación es positiva y la persona que lo gestiona recibe la carta
de confirmación, me envía una copia escaneada y, en ese momento, nos
despedimos. Con algunas de las personas con las que he trabajado en estos años
coincido de vez en cuando, unas pocas ni me recuerdan y solo
con una quedo para tomar un café y ponernos al día, aunque sea una vez al
año. Esa era la excusa que tenía en mente para cuando Fernando me enviara esa
carta: un café para darme lo que me debe.
El jueves víspera del Pilar oí esa voz
inconfundible en el pasillo. Los nervios aparecieron no sé de dónde y aun así, salí
a llenar mi taza
para hacerme la encontradiza. La mala suerte puso a Fernando oculto tras un muro, de frente a la persona con la
que estaba hablando. A los pocos minutos de
volver a mi sitio, se hizo el silencio. Ni lo dudé. Aprovechando que tenía
que imprimir me escapé de la ofi otra vez, pero solo llegué a tiempo de verlo a través de la ventana, ya
saliendo del recinto. Me escamó un poco que no se pasara. Estaba en la misma
planta que yo y me había prometido algo. Se me pasaron un montón de razones
para que se fuera sin saludar, pero no tardé mucho en centrarme en mis cosas ignorando
que la tarde aún se guardaba un par de sorpresas.
Pasados quince minutos entró un email. Sin ver la vista
previa el corazón me dio un vuelco y, con la mano temblorosa, seleccioné la
bandeja de entrada. Ahí estaba su nombre en el remite con la famosa carta
adjunta, carta que podía haber entregado en mano. Eso ya me hizo sospechar.
Segunda sospecha: “Querida Dorotea”. ¿A qué viene esa formalidad? ¡Si estuvimos
flirteando hace unos días! “Tengo la carta en mi oficina, avísame si la
necesitas”. ¿Una excusa para vernos otra vez? Si nuestra jefa no hubiera estado
en copia, habría mentido como una bellaca: por supuesto que necesito el
original, cuándo nos vemos, y de paso convertimos en realidad los relatos
eróticos que me inspiras. Un asco, tuve que ser formal. Aun así, le puse que
esperaba poder felicitarlo en persona.
9/52, de Mischelle |
Dos segundos después de haber enviado el email llamó mi
jefa. Y cayó la bomba. Acababa de leer mi email “tan cariñoso” a Fernando P. ¿Tan
cariñoso? ¿Se me ve tanto el plumero? ¿O ha percibido la química otras veces y
por eso vio donde yo intenté tapar? Quería decirme, con tono misterioso, incómoda,
apenada como si le hablara a una viuda, que Fernando se va en excedencia.
Inminente. La ha pedido para ocupar un cargo público. Puede estar dos meses o
agotar la legislatura, pero siempre tendrá las puertas abiertas aquí. Y me
derrumbé. Solo por dentro, porque en lo que importa sé mantener el tipo, pero sé
que ella me oyó tragar con dificultad, los latidos de mi corazón parecían un
tambor. También me di cuenta de que mi despedida y mi felicitación encajaban
perfectamente para esa salida exprés que yo desconocía y no sabía cómo se lo
tomaría al suceder inmediatamente después de comunicarlo.
Cuando colgué seguía tan paralizada que no fui capaz de reaccionar y
enviarle otro email, únicamente a Fernando, despidiéndome de verdad. Había algo
especial entre nosotros, independientemente del tipo de relación que tuviéramos, y eso aquí es difícil. Además,
todo lo que tiene que ver con él me ha afectado muchísimo y a lo grande: sentimientos,
sensaciones, nervios, alegría y, finalmente, pena. Pena que todavía me acompaña,
pena porque sentí que algo empezaba sin margen para iniciarlo, pena porque no fui capaz de actuar, pena porque si
todo le sale bien ahí fuera, quizás no vuelva. Aunque no debería irme más allá
del presente, simplemente pena porque ya no está.
'Ahí fuera' debe ser un lugar inaccesible en una dimensión paralela..., de otra forma esa despedida tan definitiva podría ser tan solo un hasta luego.
ResponderEliminarSaludos!
:D Sí, la parcela donde está ahora es como una dimensión paralela. Si cambia de territorio seguramente podría decirle hola de nuevo.
EliminarSaludos y gracias por pasarte.
¿Y no hay otras formas telemáticas de hacerte la encontradiza? ¿Ninguna excusa para seguir con los correos dejando caer que esos correos son por algo más pero sin hacerlo claramente?Ya imagino que no quieres que se te vea el plumero como con la jefa. Pero a veces si no se ve ese plumero no sucede nada. Es difícil pero como nunca hay nada que perder...
ResponderEliminarCon lo estimulantes que son esos flirteos en un trabajo es triste esa despedida. Por más que te queda ese abrazo imaginado por Fernando si estuviera en Madrid.
Si se fue sin despedirse puede haber mil razones, la primera de ellas es que ni se imagine lo que te pasa por la cabeza respecto a él. Esa es la más segura. En caso contrario se hubiese acercado como mínimo.
Un abrazo
Esos flirteos eran lo único que merecía la pena en la oficina en los últimos tiempos. Creo que si su salida no hubiera sido tan rápida, todo habría sido diferente, al menos habría tenido la oportunidad de tirarme a la piscina, aunque la encontrara vacía. Parece increíble, en estos tiempos de hipercomunicación e hiperconexión, pero no, no tengo ningún otro medio de contactar con él excepto su email corporativo aquí, que ya está desactivado. Puede que regrese, en cualquier caso ahora mismo solo pienso en superarlo y seguir adelante. :)
EliminarUn abrazo para ti también.
Había algo especial entre nosotros, independientemente del tipo de relación que tuviéramos
ResponderEliminar.¿Te dijo algo? ¿por qué dices " Habia algo especial" para ti o para él????
¿Por que te ha afectado tanto???
salieron? se besaron? te dijo que le gustabas?
Estaba todo en tu cabeza?
Dices ¿Pensé que algo empezaba????
¿Qué te dijo que pensaste que algo empezaba?
Analiza eso
Tú te estas creando quizás algo, que nunca paso por la mente de él.
¿quien es el culpable?
quizas vos misma??????
besos querida
Además, todo lo que tiene que ver con él me ha afectado muchísimo y a lo grande: sentimientos, sensaciones, nervios, alegría y, finalmente, pena. Pena que todavía me acompaña, pena porque sentí que algo empezaba sin margen para iniciarlo, pena porque no fui capaz de actuar, pena porque si todo le sale bien ahí fuera, quizás no vuelva. Aunque no debería irme más allá del presente, simplemente pena porque ya no está.
De la última parte de tu texto sacá las conclusiones....lo otro son palabras que salieron de tu mente
ResponderEliminarun
abrazo
inmenso
Quiero decirte que me encantas y me gusta lo que escribes...lo mio solo fue respuesta a lo que lei....
ResponderEliminarEres muy buena escritora querida....
Hola, Recomenzar! Me encantan tus comentarios. Muchas de esas preguntas me las he hecho yo misma y este texto es el resultado de mis cavilaciones. Otras son las que te ha provocado como lectora y tengo que reconocer que me encanta ese efecto. Me gustaría que todos mis textos tuvieran tantas preguntas sin responder. :D
EliminarUn abrazo enorme.