Adiós tacones. (Autor: Expressolia) |
Todo
empezó en marzo, cómo no, por pasar todo el tiempo en casa por el estado de
alarma. Arrinconé mis zapatos y comencé a utilizar únicamente las zapatillas de
estar en casa y las de deporte, pero sobre todo las de estar en casa, total,
para estar todo el día con el culo pegado a la silla, qué más daba. Entonces empezaron
a llegar a mis redes sociales artículos que
recomendaban ponerse los zapatos de vez en cuando y no eran
consejos para mantener la autoestima o la rutina, como en el caso de la ropa sino
que, de no hacerlo, nuestros pies se resentirían. Y a partir de ahí, quién sabe
qué más podía pasar, porque todo en nuestro cuerpo está comunicado, eso me dice
mi fisio. Y seguí sin darle importancia, claro.
Llegó
el momento en que me tuve que marchar a casa de mis padres y fue todo un
desafío plantarme unos zapatos. Es cierto que podía haberme puesto
los tenis y tan pichi, pero pensé, porras, para una vez que salgo, voy a
ponerme esas botitas tan chulis a las que les quedan dos telediarios, que
seguro que allí todavía hace fresco y así cuando termine la temporada las tiro.
Y sí, me las planté, pero qué rozaduras, madre mía, qué rozaduras y eso que
solo me di un paseíto por la estación del tren para activar la circulación.
En
casa de mis padres llevaba casi la misma rutina que en la mía. Es cierto que
por esas fechas comenzó la reapertura y podía salir a caminar un rato, pero
seguía usando zapatillas de estar en casa la mayor parte del tiempo. Para las
caminatas llevaba calzado adecuado y no me hizo daño, pero sí noté que los
músculos de mis piernas estaban flojetes, que el ejercicio en casa no era lo
mismo que caminar por la calle, por mucho que hiciera. Fui consciente de que la
vuelta de verdad iba a ser dura si no hacía algo, pero ¿lo hice? Por supuesto
que no. Seguí usando mis zapatillas de casa y saliendo lo justo porque en mi burbuja hogareña estaba
de lujo.
Y
con esa sensación de seguridad llegó junio y el momento de hacer la mudanza de
oficina. Ese día fue bastante intenso, sin preparación previa me vi inmersa en
una jornada en la que hice todo igual a cuando iba a trabajar. Caminata a la
estación, caminata a la oficina, sube y bajas escaleras para organizarlo todo,
visita a la librería en un descanso, paseo a un parque para pasar un rato antes
de hacer una gestión por la tarde, caminata al lugar de la gestión y de ese
sitio vuelta a la estación. No paré. Por la noche estaba agotada, pero al día
siguiente casi no podía andar, me dolían todos los músculos de las piernas.
(Fuente: Pixabay) |
Cuando
volví a casa de mis padres unos días después, decidí que no podía seguir con los
mismos hábitos. Seguí sin salir mucho porque empezaron obras en una calle
cercana y todo el tráfico pasaba por la nuestra, eso la hizo un poco peligrosa,
pero desempolvé la bici estática, además de seguir con las rutinas de
ejercicio. Eso le ayudó a mis músculos (de hecho al volver en septiembre, no
tuve ya molestias musculares), sin embargo, seguí usando las dichosas zapatillas
de estar en casa la mayor parte del tiempo y mis pies gritaron en forma de
dolor como si tuviera esguinces en los tobillos, así que al fin decidí tomar medidas
respecto al calzado: dejé un par de tenis exclusivamente para estar en casa y
me apropié de un par de zuecos de los que usaban los sanitarios e iba turnando
un calzado y otro a ratos. Y fui mejorando, aunque los dolores no me pasaron
del todo hasta que no volví a algo parecido a la rutina de siempre en
septiembre.
Si
habéis llegado hasta aquí os preguntaréis por qué la entrada se titula cambio
de avatar y yo me he dedicado a hablar de mis problemas podológicos. Pues
porque realmente he cambiado mi avatar y la historia de los pies de alguna
manera lo desencadenó, no por nada la imagen que me representaba eran unos
zapatos. Pero fueron varios los motivos. El primero, que por todo lo que acabo
de contar, quiero calzado cómodo, molón pero con el que pueda caminar lo que me
echen. Y los tacones no son muy adecuados para eso. Segundo, que después de
tanto tiempo en casa, también quiero ropa cómoda para la oficina. Como la
planta donde trabajo está prácticamente vacía, no me cruzo con nadie y tampoco
tengo reuniones, prefiero un atuendo más casual, con lo cual, aquellos
taconazos de ante no me pegan ni con cola. Y tercero, último y más importante,
mi avatar ya no me representaba. Lo siento desde hace muchos meses, quizás
porque hay momentos en la vida que te ponen frente a un desfiladero y te obligan
a hacer repaso de ti. Además, he cambiado mucho desde que empezó la época
covid-19, me miro y a veces creo no
ser yo. Es como si esos zapatos me provocaran rozaduras por ser demasiado
viejos, como las botitas del párrafo de arriba. En cualquier caso, en el
dibujito sigo llevando zapatos rojos, aunque no se perciba tan bien.
¿Por
qué tanto revuelo ahora por un cambio de dibujo si con el cambio anterior no
dije ni mu? Pues porque de algo hay que escribir para mantener los dedos ágiles y
la mente despierta,
aunque sean tonterías que no lea nadie. Y también porque puedo no ser la única
que haya tenido problemas con sus pies durante el confinamiento, quizás esa
persona caiga por aquí por una casualidad y no se sienta sola en eso. Porque
todo el mundo hablando de los kilos, ¿y los pies qué?
Es que estar confinados, por eso de no ponerse zapatos sino un calzado muy cómodo para estar por casa. A este ritmo no podremos calzarnos más que deportivas :-)
ResponderEliminarUn abrazo y que esta pandemia se acabe pronto.
Después de escribir esta entrada miré las cajas de zapatos monos y, aunque no son de tacón, porque ya hacía un tiempo que no podía usarlos, me pregunté si me los pondré alguna vez. No solo uso deportivas, también zapatos deportivos, pero pensar que tengo que ponermes bailarinas o zapatos salón y me salen ampollas, jajaja.
EliminarUn abrazo albada. Crucemos los dedos para que el final de esto esté cerca.
Mientras leía la entrada pensaba que era interesante porque a muchas les iba a venir bien el consejo. Así que muy buena entonces.
ResponderEliminarLo malo es que los tacones eran hermosos. No hay nada mejor que unos tacones rojo! Bueno, unos negros también están bien ja.
Saludos y que bueno que hagas ejercicio también. Yo soy de caminar, eso me encanta. Saludos
Si, yo también soy de caminar. Practico algún otro deporte, pero una lesión en un pie hace algún tiempo me ha limitado a las caminatas. Y justo cuando iba a retomarlo... pandemia. :S
EliminarOjalá le sirva a gente con el mismo problema, aunque sea solo para no sentirse sola en su dolor de pies. :D
Un abrazo.
Bueno, no me veo mucho yo comentando sobre calzado, jajaja. En cualquier caso, desde mi punto de vista y desde mi gusto, las zapatillas de deporte (yo siempre los he llamado playeros) quedan mucho mejor con unas mallas que con un chándal. En cuanto al avatar, qué más da uno u otro si al final cada uno pone lo que quiere, jajaja, yo soy un ogro y tú eras unos zapatos. Ahora eres una chica delgadita sin boca, pero simpática.
ResponderEliminar¿Lo has dibujado tú?
Un abrazo, ahora me quedas más bajita ;-)
ajajaja, tú comenta sobre lo que quieras.
EliminarEn realidad, tienes toda la razón. El avatar da igual. Lo importante es que nos ayuden a identificarnos en la red, pero si no llego a poner la foto, ni se ve! :D Pero como comenté en la entrada, fue una excusa para escribir y relacionar una cosa con otra. Habría escribo sobre el dolor de pies aun sin cambiar de avatar y lo habría cambiado aun sin dolor de pies. :D
Pues sí, ahora quedo más bajita... y se nota!
Un abrazo.
Un tema esto de los zapatos Dorothea!
EliminarY parece que no tenga importancia...pero la tiene, no solo por nuestros pies sino por la manera que tenemos de vestir. Aunque la verdad, hoy en día tenemos por suerte un abanico de calzado cómodo 😃 y la rigidez de antaño para combinar las cosas ya no existe. Así que una puede llevar un pantalón clásico con una zapatilla deportiva bonita. Y con las faldas lo mismo.
Sabes, me viene a la mente la primera vez que fui a París con mi jefa. Yo era muy jovencita y me quedé enamorada de las parisinas en el metro. Todas de negro, con sus traje chaqueta, pantys negros y zapatillas blancas de deporte. Piensa que en 1995 o 96 no existían estás súper zapas que ahora visten un montón.
Pero ellas para viajar iban así. Y luego en el trabajo se cambiaban el calzado.
Luego existía Colette. Una tienda impresionante donde las vendedoras iban con traje y zapatillas. Morí de amor. Aunque mi jefa con la mirada me dijo que ni hablar ...vamos! eso en su boutique...😒🤦🏻♀️
.
Total...que me voy por las ramas.
Creo que los stilettos los dejaremos para las famosas, y aún así Kristen Stewart ya se niega a ello...
.
La pandemia ha dejado en evidencia un cambio que ya se venía dando. La manera de vestir de las mujeres y hombres. Cada vez más cómodo pero también mucho más desarreglado.
La moda de las calzas o leggins ha hecho que todo se vaya a la mierda... perdón...y que todo sea más informal. Y también dejó en evidencia que en casa uno ha de ir cómodo y tampoco teníamos ropa linda para ello.
Nada...que uno deberá acostumbrarse de nuevo a calzarse zapatos y demás o a cambiar vestimenta. A parte los kilos que todos hemos puesto...la verdad que la sociedad en la que vivimos no es de estar en casa todo el día. Necesitamos caminar , pasear... Como los perros... aunque muchos humanos se crean que con el balcón tienen suficiente. Así tienen mogollón de problemas psicológicos, igual que nosotros que necesitamos de relacionarnos y movernos. O sino terminamos turuletos y con problemas médicos...nos espera un futuro muy divertido pero con zapatillas 😂😂
.
Me gusta tu nuevo Avatar! Igual sigue el rojo que es vida y pasión!!!
Besazos guapa
Me voy poniendo al día!!!
Me encanta que te vayas por las ramas, Maman. Yo no soy muy de tacones, así que hacía lo mismo que las parisinas, ir en zapatillas al trabajo y allí cambiarme. Y me parece curioso porque no es algo que vea mucho en Madrid, las mujeres o van con zapatos cómodos o en taconazos y yo al verlas pienso cómo pueden ir en transporte público con ese calzado (que en los túneles del metro se camina lo suyo también, si es que no hay que echar una carrerita). Veo muy pocas con traje o ropa formal y zapatillas.
EliminarY sobre la ropa, ya he visto un cambio en mis compañeros hombres: ninguno con traje. Si tienen reuniones o conferencias van con pantalón bastante formal y camisa, pero nada de corbata y chaqueta, así que realmente estoy viendo un cambio.
Un abrazo. Sabes que por aquí eres siempre bienvenida.
Me gusta mucho tu nuevo avatar, entre otras cosas porque yo no soy nada de tacones ni taconazos.
ResponderEliminarA mí me parecen muy interesantes las historias de «cómo una cosa lleva a la otra», como esta entrada 😉
Besos.
Gracias! A mí también me encantan las historias que te llevan a otra, aunque no suele salir escribirlas.:S
EliminarPienso muy a menudo que debería crear mi propio avatar, pero me temo que dibujo fatal. Pero esta ilustración me gustó al verla, llevaba mucho tiempo buscando algo que me engachara.
Un beso.
Pero es que no todo el post ha ido sobre tu cambio de logo. Lo bueno es tener una excusa y luego ya el subconsciente de escritora que te trabaje y entonces te llevarás alguna sorpresa tú y luego nosotros al leerlo. Tus problemas con los pies son más habituales de lo que parece. yo el otro día descubrí que caminando la mitad de lo que solía caminar me sentía cansado. y me preocupé. Pero leyéndote tengo la sensación de que la pandemia nos ha metido tanto en casa que nos ha debilitado. Por más que la burbuja nos haya hecho sentir tan cómodos y seguros. A ver qué hago... Tú ya lo has superado, parece. Me alegra. Un abrazo
ResponderEliminarNo creas, S., sigo trabajando en ello. Cuando camino un poco más de la cuenta o en cuesta... me trago la mascarilla. :D Y siento decir que me alegra no ser la única, porque sobre todo al principio, con aquellos dolores, hasta me preocupé.
EliminarUn abrazo.
Un importante cambio, antes de leer la entrada pensé que era mejor el antiguo avatar, pero tras leer te entiendo perfectamente, además los cambios siempre son interesantes!
ResponderEliminarUn abrazo!