Covid-19, Diario de un encierro (9): El repunte

Lunes 4 de mayo de 2020

Una vez más, lo más relevante del lunes es la reunión de departamento, aunque la única novedad en la de hoy fue que Violeta se conectó para presentarnos a su bebé. Está muy rico, pero como mi relación con Violeta no es ideal, aunque sea mejor ahora que en el pasado, me dan bastante igual ella y su hijo. También me fastidió que mi jefa usara la reunión para practicar el manejo de Zoom. Me molesta más esta reunión periódica que las copas de Navidad o de cumpleaños porque me hace perder tiempo que podría emplear para avanzar en mi trabajo y, sobre todo, no tenemos nada que decirnos y acabamos contando cosas personales y no quiero compartir nada personal con esta gente, nunca fuimos a tomar café juntas ni vamos a hacerlo al volver y estas reuniones son el equivalente virtual a eso.

Jueves 7 de mayo de 2020

Y cayó el bombazo.

Volvamos al símil de las frutas y verduras al que he recurrido últimamente. Esta vez vamos a imaginar que me contrataron como contable del departamento de frutas, que poco a poco ese departamento ha ido creciendo y, además de hacer negocios con proveedores locales, ahora comercia y produce productos ecológicos e importa productos internacionales. Las tareas se complican no solo porque el departamento es más grande sino también porque los requisitos de las transacciones internacionales son un poquito más liosas y hay que estar muy pendiente de que los bios cumplan la normativa. A pesar de todo, soy yo la encargada de gestionar lo de antes y lo de ahora. No es difícil deducir que el tiempo que le dedico a la contabilidad es menor porque, entre otras tareas, tengo que realizar algunas gestiones administrativas que debería estar haciendo una secretaria o una especialista en calidad. Tampoco es difícil darse cuenta de que es bastante importante saber de qué dinero se dispone para invertir en publicidad, mejora de las instalaciones, comprar nuevos refrigeradores o contratar más personal… ah, no, esto último no.

Supongamos también que la empresa A, la que me paga la nómina, le ha pasado a la empresa B (esa empresa más pequeña que compró hace algunos años y que me trae siempre por la calle de la amargura) algunas actividades para no tener tantos ingresos y pagar menos impuestos. Como el dueño es el mismo, qué más da.

Establecido el contexto (recordad, un contexto imaginario, yo soy documentalista y de contabilidad, lo justo para que mi cuenta no entre en números rojos) recibí una llamada de mi jefa muy alterada para contarme que hay que buscar una manera de aumentar ingresos. Resulta que va a haber una auditoria de control a un proyecto que ganaron hace algunos años. Para mantenerlo, la Empresa A tiene que tener cifras similares o superiores a las de aquel momento, pero como le han pasado cosas a B, ahora en vez de X, tiene X/2 y no puede retractarse para que no se les vea al plumero a ninguna de las dos.

Justo ahora que está todo parado, que la gente prefiere cervezas y patatas fritas en la cuarentena, que los del campo dicen que las frutas se están pudriendo porque no hay mano de obra disponible, mi jefa quiere que saque de donde no hay. Pero si no presentan las cifras que deberían en unos meses, adiós ingresos, adiós plantilla y adiós empresa, porque ese proyecto es la parte fundamental del negocio de la Empresa A. Y aunque B es independiente, también se resentiría porque tiran la una de la otra mutuamente.

Diana, mi jefa, me dijo que nunca vio tan nervioso ni preocupado al superjefe, pero entonces ¿por qué porras no hicieron algo antes? Porque esto se sabía al menos desde finales del año pasado, pero a mí me han tenido haciendo otras cosas: trabajando de azafata en el evento del superjefe, asistiendo a reuniones donde me han humillado por no saber datos del departamento de verduras, atendiendo a los caprichitos de Betty-email-en-viernes y dándoles datos a los de Marketing cada dos por tres. Al final del día conseguimos organizar un plan de actuación para presentarle al superjefe, que hasta parece que sé de ventas y exportaciones, con un toque de derecho internacional. La conozco y sé que esto no valdrá de nada.

 

Viernes 8 de mayo de 2020

 

Ha habido un repunte en los contagios. Creo que fue el martes cuando aumentó un poco, hoy parece desatado otra vez. No voy a comentar nada sobre esto, los hechos hablan por sí mismos y cada uno con su propia conciencia de lo que hace o deja de hacer. De momento, seguiré en casa todo lo que pueda. No es difícil, teniendo en cuenta que cada día tengo un síndrome de la cabaña más acusado.

En cuanto al problema que surgió ayer, están buscando maneras de justificar lo que ha pasado mientras yo sigo avanzando todo lo que puedo en la tabla de datos que entrego cada año por estas fechas y que sirve para las auditorías de los próximos doce meses. Mi jefa me dijo ayer que tendría que ponerme con lo de ventas y dejar esta tabla, pero no quiero dejarla de lado y ponerme en contacto con la gente mientras no haya un plan. Ha estado mareándome toda la tarde pidiéndome los mismos datos colocados de diferentes maneras como si haciendo volteretas fueran a significar algo distinto.

Anoche dormí fatal, he tenido dolor de estómago después de comer, pero al mismo tiempo la ansiedad me da ganas de comer como si eso fuera a aliviarme lo que sea y se me han pasado las ganas de echar un polvo. Si tuviera a mi lado al tío con quien quiero hacerlo, estoy segura de que me cabrearía con él y le mordería, y no en plan sexual. Ni siquiera el hecho de tener libertad de horario para salir desde hoy me ha levantado la moral, al fin y al cabo, no salgo, ni con permiso ni sin él.