13000497-she's
gone, por Theo Olfers
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Una cosa que me saca de quicio es el cotilleo.
No voy a negar que cotillear de vez en cuando me gusta, pero cuando es natural,
cuando lo haces porque ha surgido la noticia o la conversación. Como ejemplo,
algo que me pasó el lunes. Fui a la oficina de envíos internos a enviar un par
de cajas de documentos a Segovia y me encontré con una antigua compañera: Laura
M. Era una de las grandes vagas de la empresa. Se sentaba en un banco en la
puerta de su edificio a hablar por teléfono durante media hora, tan tranquila
pitillo en mano, mientras los jefes pasaban por delante. O se iba a hacer la
compra. Esto lo vi con mis propios ojos un par de veces. Iba precisamente al
edificio donde trabajaba y me la encontré con varias bolsas en cada mano. Y no
era su hora del café, esa era aparte. Se escondía en el cuarto de la
fotocopiadora al otro lado del pasillo y dejaba la recepción abandonada, así
que cuando ibas a esa oficina nunca había nadie para abrirte la puerta. Las
malas lenguas dicen que se fue sin preaviso dejando a la empresa colgada. No lo
creo. Esto funciona mal a veces, mejor dicho, no sé ni cómo salimos adelante,
pero dudo que la hubieran contratado de nuevo en esa situación. Verla me
sorprendió, de hecho en un principio no la reconocí. Y, por supuesto, cuando me
di cuenta de quién era, se lo conté a mi amiga Esther y estuvimos
despellejándola un poco, comentando precisamente sus pequeñas fechorías y que
es increíble que haya vuelto a entrar.
El cotilleo que me saca de quicio es ese en el que llamas a
otra persona para poner verde a una tercera, como hizo la Rotten cuando me
llamó para hablar mal de Violeta, intentando ponerme en su contra desde el
primer día con historias que, si no son mentira, estarán como poco
distorsionadas. Y también lo que pasó hoy, el querer saber antes que la
protagonista de la historia.
Red roses, por HenningSch |
Me llamó Mari Pili para preguntarme si estaba Sandra. Supongo
que estaba de palique en el despacho vacío porque entre esta y Laura M. no hay
mucha diferencia. A Mari Pili sólo le respondí que creía que estaba fuera. Noté
la ansiedad a través del cable, sabía que quería decirme algo más. Como no se
lanzó, cosa rara en ella, terminé la llamada. A los diez minutos apareció aquí.
Cuando la vi asomando la cabeza ya sabía a lo que venía y me cabreó. Hace
demasiado calor y no estoy tolerante. No me gustan los cotilleos y venía a
sonsacar. Fotocopiar era la excusa para aparecer aquí y exprimirnos como frutas
maduras. Para recibir primero hay que dar, así que soltó que a Sandra le habían
mandado un ramo de flores impresionante.
¿Y? Me parece estupendo. Probablemente si su marido lo
hiciera más a menudo, si tuviera más detalles con ella, si le prestara un
poquitín de atención, no sería tan infeliz. Mari Pili es una persona tan
estereotipada que supongo que no hace falta decir que a ella le sentó como un
tiro. Además de cotilla es envidiosa e igual que yo me pongo colorada con el
calor, ella fue cogiendo un tono verde horrible que combinada fatal con el
vestido azul que llevaba. No se habla con Sandra, así que sus víctimas éramos Ana
y yo, pero tiró demasiado del hilo y me cabreó aún más:
Mari Pili: ¿Es su cumpleaños?
Ana: No…
Mari Pili: ¿Está de aniversario o…?
Yo: Me da absolutamente igual.
Mari Pili: Uy, uy, como está la cosa.
Yo: La cosa no está de ninguna manera. Sólo me da igual.
Y se largó repitiendo una y otra vez que la cosa estaba muy
mal. Sé que le di un tema de cotilleo nuevo, me consuelo pensando que la he
engañado. Estas dos son de lo mejor que ha pasado por aquí en años, imaginad cómo
eran los anteriores. Al menos se puede ir a tomar un café con ellas cuando
estamos de cumpleaños. La próxima vez que nos vea salir juntas, Mari Pili no
entenderá nada y eso me encanta. En cualquier caso, es por toda esta mierda
porque lo normalmente prefiero estar sola.
Party's over, por Tiberiu Ana |
PD Día siguiente. Le pregunté cómo había ido su celebración
y su respuesta literal fue: “Bien… bueno, ¡puf!”. Para ella todo es super happy
flower power, si responde puf, a saber cómo habrá sido. Con demasiada
frecuencia un ramo de flores es un intento infructuoso de solucionar problemas
que necesitan otro tipo de acciones.
Desde luego el cotilleo tiene su función biológica, está para no dejar pasar posibles peligros que procedan de los nuevos acontecimientos o individuos que llegan a una comunidad. El cotilleo desatado suele ser una deformación de la función biológica, como siempre. Suele practicarlo gente menor con problemas de inferioridad. Implica destruir a todo lo que se mueva para ya que no podemos ser grandes, hagamos pequeños a los demás. Normalmente la gente cotilla en exceso nos cae mal porque intuímos sus desequilibrios. Y porque sabes que cuando despellejan a alguien delante tuyo y no te despellejan a tí es porque están esperando a que te vayas para seguir contigo.
ResponderEliminarCreo que lo primero que se me viene a la cabeza es que en cuanto se den la vuelta, harán lo mismo conmigo. Y eso se siente como peligro. Lo de los desequilibrios no lo había pensado, pero tiene lógica.
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