Hace un par de semanas Sandra y Mari Pili, la recepcionista
de las mañanas, tuvieron un nuevo encontronazo. No se soportan. Tienen el mismo
tipo de relación conflictiva que la vieja de la limpieza y yo. Llegó un paquete
para Sandra y, como siempre, Mari Pili pasó de avisarla. Aprovechó que bajé a
por agua para pasarme el recado. Sandra, ni corta ni perezosa, le soltó “¿Te
sabes mi extensión, no?” cuando fue a recogerlo. La otra le replicó y Sandra le
volvió a repetir la pregunta.
En ninguna guerra, al menos en las oficinescas, hay bandos
neutrales. Aunque no quieras te ves salpicada igual que cuando hay tormenta y, si no tomas partido por un bando u otro da
igual, ya se encargarán tus compañeras de incluirte en el bando que más les
convenga dependiendo de si te quieren a favor o en contra (si no te incluyen,
peor, porque van todas a por ti). En esta guerra Mari Pili me pone en el bando
de Sandra porque compartimos agujero. Si soy sincera, creo que la razón la
tiene Sandra y, aunque no voy a inmiscuirme ni loca, ellas se encargan de
ponerme en medio.