Viernes 22 de mayo de
2020
Sigo en viernes veintidós de mayo. Publiqué la entrada anterior un poco antes de terminar la jornada y también antes de que me llamara
mi jefa cinco minutos antes de las seis. Se lo cogí porque no habíamos podido
conectar la una con la otra en todo el día, pero me hizo llegar tarde al
veterinario diez minutos, los diez minutos que me tuvo al teléfono después de
las seis (no hace falta decir que en estos momentos la puntualidad es más
importante que nunca, pero por si acaso, lo digo).
Como pensaba, me llamó para comentarme el email de Recursos
Humanos y para hablarme de mi próximo puesto de trabajo en septiembre. Me
confirmó que no va a haber sitios para todas, pero que va a solicitar uno
permanente para mí, no solo porque mi trabajo requiere el uso de ciertos recursos
de la empresa, sino para que el departamento tenga un sitio fijo y pueda
turnarme con alguna compañera que lo necesite en un momento puntual, por
ejemplo, con Sandra. En cualquier caso, no es seguro que lo concedan.