Baja la avenida apurada. Va tarde. Últimamente retrasa su
salida un poco cada día. Hay problemas en el trabajo, no quiere que llegue el
momento de fichar y enfrentarse a ellos. Piensa en las cosas que tiene
programadas para la mañana, probablemente no le dé tiempo a hacerlas todas. Se
para un segundo y se pone las gafas de sol para poder tolerar una mañana especialmente
brillante, o quizás ella está un poco vampírica. Levanta la vista y ve una
figura masculina que se acerca. No es un habitual de la avenida a esa hora:
unos cuantos adolescentes que se agrupan para ir al insti y unos cuantos dueños
de perros. La figura se acerca. No está segura pero… Sí, es él, cada vez más
cerca. A punto de cruzarse, la mira varios segundos
de manera que haría sentir incómoda a una desconocida, aunque ellos ya no son
totalmente desconocidos.
miércoles, 15 de abril de 2015
viernes, 27 de marzo de 2015
Inicios
Llevo en
este trabajo siete años, seis meses y veintiséis días. Recuerdo mi primer día
como si fuera ayer. Casi en completa soledad. Mi jefa no pudo dedicarme más de
cinco minutos para explicarme el funcionamiento de la empresa, ni siquiera qué
tenía que hacer o por dónde empezar. En realidad ese día fue una señal bastante
fiable de lo que me esperaba aquí: soledad, soledad y soledad. Aunque gracias a
eso también gané mucha independencia y autonomía, lo que me ayudó a ser
resolutiva y a tener que moverme para salvarme el culo.
Al
principio fue duro. En mi trabajo anterior estaba en una sala enorme, sin
división de ningún tipo, llena de periodistas comentando continuamente las
noticias, preparando sus piezas para el informativo del mediodía, televisiones
funcionando siempre. Movimiento continuo y paredes de cristal con chorros y
chorros de luz entrando por todas partes. Acostumbrarme al zulo me llevó muchos
meses. Creo que tardé unos dos años en adaptarme y no deprimirme en invierno.
viernes, 6 de marzo de 2015
Diario de un "Ascenso" (5): empiezan los cambios
Jueves 5 de marzo de
2014
9:20h
Abro el correo y veo un email de la Rotten.
De: Ascensión
Enviado el: miércoles, 04 de marzo de 2015 20:21
Para: Dorotea; Sandra
Asunto: Mañana empiezo otro trabajo
Hola guapas, no he querido molestar más estos últimos días
porque bastante lata he dado ya.
Quiero daros las gracias por escucharme y por ser mis amigas.
De todas formas he de ir a llevar justificantes y os iré
a visitar.
Estoy limpiando para llevar todo limpito al otro sitio.
Un beso muy fuerte.
jueves, 5 de marzo de 2015
Fingir en el tren da morbo
![]() |
Fotografía de www.lyncconf.com. Licencia CC BY 2.0 |
¿Qué hace esta gente en su móvil? ¿Hace algo o sólo fingen que hace algo?
Últimamente en el tren he visto un comportamiento un tanto
peculiar, al menos a mí me lo parece. Empezó el día que el pedorro tamaño Obélix me comprimió como un acordeón. Este Obélix, además de
tener un tamaño descomunal, ocupaba más sitio porque no se quitó el abrigo e
iba con los brazos casi en jarras toqueteando su móvil. En un principio pensé
que iría jugando, pero mi lado cotilla pudo con mi lado educado y racional y
eché una miradita a su pantalla. Estaba buscando en su lista de contactos de
Whatsapp. Subía y bajaba por la lista sin sentido, de pronto le dio un golpe de
dedo y subió velozmente. Entró en una conversación antigua, no sé si leyó algo,
salió al momento. De nuevo se puso a mover la lista.
Ese fue su entretenimiento durante el viaje. Me llamó tanto
la atención que incluso se lo comenté a Circe. Ella tiene un punto de
mala leche. No creía que fuera a causa del aburrimiento sino que el pobre
estaba más solo que la una, “normal, con ese olor”, y tan solo quería mostrar a
los demás que no, o quizás simplemente mostrárselo a sí mismo. No le hice mucho
caso, al fin y al cabo, la única que lo miraba de reojo era yo y veía
perfectamente la jugada.
miércoles, 25 de febrero de 2015
Diario de un "Ascenso" (4): a punto de tocar fondo
Lunes 23 de febrero
de 2015
12:30h
Llega la Rotten. La oigo venir, no me da tiempo a huir, ya
está en el pasillo. Me fastidia porque me vaya o me quede interrumpe lo que
estaba haciendo, ella que tanto se queja de los que la interrumpen.
Hoy viene con novedades, tenemos para rato. Le han ofrecido
sitios para cambiarse, ninguno le gusta, claro. Estoy cansada de oír siempre lo
mismo. Historias con la aspiradora, huevos y larvas bajo la moqueta, bichos y
huevos en las medias, bichos y huevos que caen en la ducha, bichos y huevos en
las mantas. Está francamente mal, lo de la ducha me ha superado.
Sandra, Ana y yo escuchamos en silencio. Ya no le
contestamos, ¿para qué? No entra en razón porque la razón la abandonó hace tiempo.
Jura que nunca volverá a esa planta, ni para llevarle papeles al súper jefe. Tendrá
que buscar otra secretaria. Necesita a alguien que esté en la misma planta que
él para controlar quién llega y quién se va, si
está hablando por teléfono o le puede pasar la llamada. Si buscan una
nueva secretaria para el súper, se quedaría colgando, sin jefe directo. Y, a no
ser que la coloquen en una centralita, sin tareas específicas. Los cabos
sueltos no son buenos ni en las historias, ni en las empresas. También perdería
el estatus que le otorga ser la secretaria del súper jefe, no tendría ese
“poder” ni nadie para protegerla. Lo bueno, para mí, sería que no dependería de
ella y la vería menos. Todos queremos verla menos. A algunas nos da la impresión de que su jefe y
mi jefa quieren deshacerse de ella. El problema es que es muy conocida, nadie
la aguanta y, desde el asunto de las pulgas, menos. No tienen donde meterla.
jueves, 12 de febrero de 2015
Verde esmeralda
Hace unos días estuve de cumpleaños. También Sandra.
Cumplimos el mismo día. El lunes siguiente pasó nuestra jefa por el zulo y tras
las preguntas de rigor me preguntó con un tonillo malicioso qué tal el fin de
semana. Se miraron entre ellas y mi jefa soltó su envidioso: “Está soltera,
seguro que estuvo de celebración todo el fin de semana”. Como la conozco y vi
que el tono de su piel se estaba volviendo verdoso, pensé que lo ideal sería
que quedara verde esmeralda y solté un tranquilo: “Por supuesto… Bueno, ayer
estuve de descanso”. Juerguista, pero responsable para venir en condiciones al
trabajo. Diana: el verde brillante ya estaba ahí.
Quería escribir esto con cierta ironía, reírme de la
situación y sobre todo, reírme de ellas. No podía. Me toca las narices desde
hace demasiado tiempo. Es cierto que una persona soltera tiene una libertad de
movimientos que no tiene una persona con pareja, tenga hijos o no. Lo que me
cabrea es que dan por hecho que por ser soltera, sin hijos y libre como un
pájaro, no tengo responsabilidades.
miércoles, 28 de enero de 2015
Metáforas que piden un psiquiatra a gritos
Creo que no he hablado más de la Rotten y sus pulgas desde
que publiqué la entrada en la que disecciono la historia y sus contradicciones.
He tenido motivos para volver, pero no he querido hacerlo por salud mental. Me
he estado alejando de ese tema y en este caso escribir me producía más daño que
beneficio. Hoy, retomo la historia porque soy más fuerte que hace dos meses y
medio y porque el tema no va a ser mi locura sino la de otra. Es triste ver el
deterioro de una persona, aunque no te caiga bien, aunque desees tenerla lejos.
Eso es lo que está pasando con Ascensión. Se está desmoronando y no quiere
hacerlo sola. Cuando digo sola no es que quiera que alguien le coja la mano
para ayudarla a superarlo, sino que en su caída, nos va a llevar por delante a
los demás.
En mis conclusiones en Malas pulgas, apunto que no me
extrañaría que fuera su mente la que provocara muchos de los síntomas. El
último día antes de las vacaciones de Navidad pasó algo que me hizo pensar que
a esta mujer se le ha ido la cabeza realmente y que necesita ayuda de verdad.
No ayuda como la que le da su médico loco diciéndole que se eche una pipeta de
perro (que igual funciona, no lo sé) sino ayuda psiquiátrica, profesional y en
condiciones. Llegó a la oficina y, al acercarse a su silla, vio un montón de
pulgas en el asiento. Intentó espantarlas, pero no pudo. Aun así, se sentó.
Poco a poco las pulgas fueron subiendo por su cuerpo, metiéndose por debajo de
la ropa y recorriéndole la piel. Empezó a rascarse y se hizo más daño que por las
(inexistentes) mordeduras. Para mí era toda una metáfora del deseo que siente
porque alguien la toque, le recorra el cuerpo con las manos, con la boca, que
le transmita electricidad y calor. Su manera de tocarse como para enseñarnos el
recorrido de los bichitos era sugerente, erótica. Lo pienso y me da repelús. Es
una imagen que quiero borrar de mi mente.
miércoles, 21 de enero de 2015
Diario de Jekyll (1): All I want is you
Martes 20 de enero de
2015
8:24h
Hoy es el cumpleaños de una de mis mejores amigas del
colegio. La chica guapa, la que les gustó a todos los chicos de clase en algún
momento u otro hasta que se dieron cuenta de que no tenían posibilidades con
ella y se buscaron a otras cuando tuvimos edad. A pesar de llevárselos a todos
de calle, sé que a un par de ellos les gustaba yo. Uno hablaba tanto de mí en
casa que su madre se dio cuenta, se lo contó a la mía y la mía a mí. Teníamos
unos cinco años. Nunca me dijo nada ni yo a él. Otro era mi mejor amigo. Se
declaró de sopetón. Un jarro de agua helada en una tarde (fresca, la verdad) de
finales de junio. En ese momento creí que no es posible la amistad entre
hombres y mujeres. Tenía once. Al tercero lo pillé. Estábamos en séptimo de EGB
y con trece años empiezas a cazar miradas. Una pista por aquí, una señal por
allá. Tampoco me gustaba. Los tres me caían genial, eran monos pero a mí me
gustaba otro, tanto, que no me acuerdo quién era.
Han pasado muchos años y los recuerdos se agolpan solo por
recordar el cumpleaños de una niña que fue muy importante en mi infancia, pero
con la que no tengo contacto. Y no me habría acordado de ella si no hubiera
puesto la fecha de hoy para hablar de otras cosas, historias que pasan en el
presente, pero que en el fondo no están tan alejadas de aquellas miradas
furtivas de un adolescente. Las emociones no cambian, cuando alguien te gusta
se siente el mismo cosquilleo tengas la edad que tengas y se utilizan las
mismas artimañas.
viernes, 9 de enero de 2015
Miedo
Tengo miedo. Tanto, que esta mañana justo antes de que el
tren entrara en Atocha e hiciera su parada habitual, se me encogió el estómago
y empezó a revolverse dentro de mí intentando salir. Ayer en el camino de
regreso, tenía unas ganas de llorar terribles. No lo hice por vergüenza. Otros
reían a carcajadas. Quizás sólo necesitaba a alguien con el que compartir
angustias y crear un poco de humor negro.
Tengo tanto miedo que me niego a escribir más sobre la
causa. De hecho, tenía casi terminado el post de hoy, compartiendo mis temores,
mis sentimientos, como en el post que escribí hace ya casi un año sobre el aniversario del 11M. Escribiéndolo me he desahogado, pero no voy a
publicarlo. Probablemente esta tarde, al entrar en la estación, se me ponga de
nuevo un nudo en la garganta. Quizás la sensación dure en los próximos días,
pero me niego a vivir siempre así. En el post que escribió Babilonia sobre sus propósitos de año nuevo, comenté que no iba a hacer lista de propósitos. Ahora debo
cambiar de opinión. Mi propósito será ser valiente y vivir sin miedo, dentro de
mis posibilidades, claro está, porque hay cosas que acojonan por mucho que una
se lo proponga (y perdón por el taco).
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Amigos, compañeros o nada
Hace una semana terminé uno de los proyectos que tenía
abiertos. Estoy segura de que el resultado será positivo, tanto mi compañera
como yo trabajamos muchísimo durante seis meses para sacarlo adelante y estamos
muy contentas con el resultado. Por ello, para celebrarlo, porque nos lo merecíamos,
nos fuimos a comer.
Desde el principio conectamos muy bien. Paula es muy
extrovertida, simpática, trata con mucho cariño a todos los que tiene
alrededor. En nuestras reuniones hablamos de otras cosas además de trabajo y
descubrimos que tenemos muchas cosas en común. Ahora que terminamos es probable
que no nos veamos mucho. En los próximos meses todavía tendremos contacto
porque le debo unos papeles, luego vendrá la carta de aprobación y ella me
enviará una copia para nuestros archivos. Trabajamos en edificios diferentes,
tenemos actividades diferentes e, igual que no veo a David,
tampoco la veré a ella. ¡Y David trabaja más cerca! Probablemente en otras
circunstancias, llegaríamos a ser amigas aun siendo compañeras de trabajo. Si el
proyecto hubiera sido más largo, podría haber surgido una amistad, una de esas
en las que cuando dejas de verte en el trabajo, sigues en contacto con la persona. Algunas
relaciones amorosas no llegan a empezar, algunas de amistad tampoco.
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