Ayer recibí una llamada de mi jefa: nos mudábamos. Y empezó
el culebrón. En esa llamada me dijo que el cambio de oficina era inminente, que
pidiera cajas y embalara porque el viernes siguiente (y yo entendí el cinco de
mayo) tenía que estar todo listo. Casi me da un pasmo. No solo porque todo era
demasiado apresurado, sino porque irme del edificio donde he pasado la mayor
parte de mi tiempo de los últimos nueve años, supone un enorme cambio y una
tristeza.
viernes, 28 de abril de 2017
viernes, 7 de abril de 2017
La banda sonora de los libros
Como siempre, la última semana antes de las vacaciones se
hace eterna. Pensamos más en los viajes, las maletas, los planes que se van a
organizar se viaje o no, intentamos no perder ni un pronóstico del tiempo. Esta
vez, en mi caso, a todas estas “preocupaciones” se les han unido dos variantes
excepcionales: el último tramo de mi convalecencia y la pérdida de uno de mis
pendrives. La recuperación ha ido a buen ritmo pero los antibióticos me han
dejado hecha polvo. Hacía tantos años que no los tomaba que ya no recordaba
cómo te quedas cuando terminas el tratamiento. Dos días después, se me siguen
cerrando los ojos incluso tecleando. Y lo del pendrive… bueno, eso me ha
fastidiado de veras.
The Boss tocando para Nosotros, los de entonces.
viernes, 31 de marzo de 2017
La urraca enfadada, ¿qué le pasará a la urraca?
Sandra se ha enfadado conmigo… otra vez. Me cansa. Ya he
perdido la cuenta de las veces que van, pero es la primera en el neozulo.
Cuando no es el centro de atención o no haces lo que ella quiere, se cabrea y
se lo toma como algo personal. Tiene la vista tan fijamente metida en el
minúsculo agujero de su ombligo, que cree que el mundo se mueve para ella. Nunca
me dice el motivo, que sería mucho más saludable (si lo hubiera). Simplemente
deja de hablar.
viernes, 17 de marzo de 2017
Lo que me inspira la música (9): Té y café
Lo ha visto nada más entrar. Escoge, entre las mesas vacías,
la que está frente a él. Levanta la cabeza cuando la camarera se acerca a tomar
nota de la comanda, pero en realidad no las ve a ninguna de las dos. Ella
observa cada uno de sus movimientos, escasos, breves, mientras la camarera deja
la taza, la tetera y se aleja contoneando las caderas. Él se limita a pasar las
páginas y a remover un café que ya debe de estar frío.
La chica sirve la infusión. Le gusta tomarla hirviendo, con
un toque de miel y soplar antes de llevarse la taza a los labios e imaginarse
que lo está besando a él. Sopla. Quema. Su barra de labios se derrite en contacto con la porcelana. Sopla. Lleva su mirada a
través del cristal, al sol refugiándose entre las colinas más allá de la
ciudad, a las luces que comienzan a aparecer y que prefiere imaginar como
pequeñas luciérnagas de colores. Sopla.
La camarera enciende la televisión. El volumen atronador después del
partido de la noche anterior, les llena los oídos con la música de cabecera de Caso
abierto, se cuela incluso en la cabeza de él, que levanta la vista hacia el
televisor. Cuando la camarera quita el volumen, sus pupilas se deslizan también
a través del cristal. Nara los ha invadido a los dos. La
recrean nota a nota en sus mentes, forman un camino imaginario y ondulante que
guía sus miradas hasta que se cruzan en el cristal. Ella mira los ojos marrones
de él. Él mira los azules ojos de ella. Una pequeña esperanza para ella, que termina su té esperando que mañana
la música aparezca de nuevo.
miércoles, 8 de marzo de 2017
Lo que me inspira la música (8): Día internacional de la mujer
Odio las injusticias y las desigualdades. Odio las malas noticias y que el mundo sea una mierda, odio que me atragante el desayuno y que me cueste tanto desconectar para no hundirme y poder seguir con mi vida.
Odio a la gente que vive en una burbuja, aunque en cierto modo los envidio por poder aislarse y vivir en su propio mundo happy flower. Pero odiaría vivir sin hacer nada, sin poner mi granito de arena para solucionarlo. Odio a los pasotas, a los que van por la vida dándoles igual si pisan una flor o una cagada de perro. Odio a los que protestan por “todo” siendo mentira. Protestan por joder, por hacer daño, por molestar, porque están llenos de mezquindad y les gusta ver el sufrimiento que causan con sus protestas idiotas y sin sentido, pero luego no protestan por problemas importantes y se escudan tras un “no tengo opinión sobre eso” para no tomar partido. Porque tomar partido es difícil, a veces estás solo/a ante los demás para y por defender tus ideas.
viernes, 3 de marzo de 2017
Sueño que escribo desde una burbuja
Para este post había elegido un tema serio a la
vez que loco, iba a darle un toque divertido y era picante por sí solo. Me
llamó tanto la atención la
noticia en la que me iba a inspirar que se lo comenté a todo el mundo y
tanto va el cántaro a la fuente…, al final se la casqué a quien no debía, a
alguien que no quiero que aparque por aquí sus posaderas. Hablar del tema
significaba que podría buscarme y localizarme. Y me vi de nuevo en una crisis
de ideas, con la presión adicional de contar algo interesante porque me di
cuenta de que este es mi post número cien.
viernes, 17 de febrero de 2017
Ayudemos a nuestros dedos a guiar a las mentes entusiastas
Retour en briques, de doubichlou14 |
Las últimas semanas han sido de locos. Encuentros,
desencuentros, guerras civiles oficinescas, conato de una ruptura, lágrimas,
violencia solapada, tortura psicológica, un robo (realizado por mí), nueva
compañera y, si empiezo con lo que ha pasado fuera del zulo, la lista se lleva
todo el post. Ha sido tan movido que no he podido escribirlo porque mi mente
estaba a punto de explotar. Durante un tiempo intenté buscar el modo pero no
conseguía distanciarme lo suficiente. Algunos de los sucesos me han tocado
de cerca, así que el desgaste emocional ha sido importante. Ni meditación, ni
colorear mandalas. Mi mente iba a mil por hora, las contracturas en pie de
guerra, incluso me salió una úlcera en la boca. Así es imposible concentrarse y
pensar. Quizás todo esto son
simples excusas para no escribir, para no enfrentarme a la realidad si sale
un bodrio, o peor, para no enfrentarme a la realidad si consigo escribir algo
bueno.
viernes, 20 de enero de 2017
El pájaro y la gata
La primera semana de trabajo del año vino acompañada de una
visita sorpresa, una que no esperaba: el Pájaro en persona. Este hombre es
demasiado ambiguo para un diablillo de décima categoría, no consigo descifrarlo.
Pensé
que no aparecería por aquí de nuevo y lo hizo. Lo peor de todo es que nada
más felicitarnos el año, se acercó corriendo a mí, se acordó de mi nombre y me
dio dos besos y medio achuchón. Demasiado. Me dio un pasmo y a Sandra dos
porque la saludó de lejos y con un leve gesto con la mano. La justicia de los
dioses. En ese instante, ella habría querido estar en mi lugar y de paso
achucharlo ella también y yo habría preferido recibir ese inocente e higiénico
saludito.
jueves, 22 de diciembre de 2016
Diario de Sandra (3): comida de Navidad
Lunes
12 de diciembre de 2016
15:52h
Salimos de la comida de Navidad. Sandra ha estado
callada prácticamente todo el tiempo, incluso antes del gran anuncio en los
postres. Nunca la había visto fuera del zulo, con otra gente que no fueran Ana
y la Rotten. Parecía metida en su cascarón. No es que yo hablara mucho, no
tenía nada que decir en la mayoría de conversaciones que sobrevolaban la mesa,
pero ella no solo estaba callada sino que podía ver cómo se encogía a mi lado.
La calle. Nuestras compañeras hablando. Ella y yo en
silencio, incómodas. Incómodas porque sé que ella está a punto de manchar las
bragas del susto. Se lo noté sin verle la cara. Quiere ocultar la
verdad, fingir que todo va bien, pero a mí hay poco que pueda
ocultarme. Su actitud forzada para tapar lo que realmente le pasa por dentro me
ha enseñado a leerla como un libro abierto. Si se comportara de manera sincera,
probablemente no sabría qué pasa por su cabeza, habría un pequeño espacio para
la improvisación y los imprevistos. Tendremos un comienzo de año movido. Sí,
bueno, por decir algo. Silencio otra vez.
viernes, 16 de diciembre de 2016
Diario de Jekyll (2): Comida de Navidad
Miércoles 7 de
diciembre de 2016
12:20h
Office CHRISTmas Tree, de Daniel Go |
Me llama mi jefa. Ha pensado que el lunes que viene
podríamos comer, con Sandra y Sara Pestes. Es decir, las cuatro del departamento,
sin contar al super jefe y a Violeta. Qué raro. En nueve años nunca hemos
tenido comida, ni cena de Navidad. Cada edificio o departamento (depende de
dónde estemos ubicados) celebra su fiesta particular y siempre a cargo de los
empleados. En mi primera Navidad mi jefa organizó unos pinchos para los
del edificio, como hacía siempre. En la segunda, ella no pudo y nos encargamos Inés
miradas indiscretas y yo. En la tercera pensamos que deberían tomarnos el
relevo. Nadie lo hizo. Así que es algo de lo que me he librado todo este
tiempo, porque esa tercera Navidad coincidió con la llegada de gente nueva y el
enrarecimiento del ambiente.
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