Llevo cuatro meses y medio escribiendo en este blog, así que fue una
sorpresa cuando Rita, de Entre ironías, sudores y sinceridades, me dio la oportunidad de
ganar un premio Liebster. Los propios bloggers se lo otorgan a otros
blogs siempre que tengan menos de doscientos seguidores. Me hace mucha ilusión,
sobre todo porque viene de una escritora que me encanta y con la que me siento
muy identificada. GRACIAS, fue una sorpresa, ningún compromiso pero sí un
pequeño reto.
martes, 8 de abril de 2014
martes, 1 de abril de 2014
Mirones
Ayer
al salir del trabajo, tenía que ir a Correos (últimamente parece que me da por
escribir más sobre lo que pasa fuera de la ofi que dentro de ella). Me esperaba un paquete de Ana la Rana
y ya sólo me quedaban un par de días. Cosas de la vida. El día que iba a ir a
recogerlo, hubo una avería en el tren y no llegué a tiempo. El sábado pasado,
mi otra oportunidad y la mejor, me surgió otra cosa y tampoco pude ir. Pensé, hoy o nunca.
En
el viaje de regreso a casa, suelo coincidir con dos compañeros de la facultad. Eran
de esos compañeros a los que conocía de vista pero nunca hablaba con ellos. No recuerdo
sus nombres. Él nunca me transmitió buena onda, de hecho, me cruzo más con él
que con ella y sigue sin transmitirme nada positivo. A veces se queda
mirándome como un panoli, pero no me dice nada. No me gusta que me miren así. Otras, se recorre
medio vagón para salir por la misma puerta que yo aunque le quede más cerca la
de más allá. Si tanto interés tienen, que saluden, claro que no pega
después de casi seis años viviendo en el mismo barrio y no haber abierto la
boca.
lunes, 24 de marzo de 2014
(In)Comunicación
De lo
que voy a escribir hoy, no es un asunto sólo de la ofi, es un problema general
en el que he pensado (más) desde hace unos meses. Hace unas semanas vi Una pistola en cada mano,
de Cesc Gay y desencadenó la necesidad de escribir sobre ello aunque no sea novedad.
Una pistola en cada mano es una
película sencilla, más teatral que cinematográfica, dividida en varios bloques
que parecen cortos y que se conectan en la escena final. Mucho diálogo, no se
para de hablar. Antes de terminar te das cuenta de que tanto palique es la
excusa para tapar unos problemas de (in)comunicación profundos. Y esto me lleva
a lo que vengo observando en la gente a mi alrededor: lo incomunicados y solos
que en realidad estamos.
Una pistola en cada mano
martes, 11 de marzo de 2014
Décimo aniversario
Me
levanté un poco más tarde de lo habitual para un jueves. Había huelga de
estudiantes, pero debía de tener alguna práctica que hacer porque sobre las
ocho y media estaba preparándome el desayuno. Una de mis compañeras de piso vino corriendo a la cocina, alterada y pálida. Las dos volvimos inmediatamente
al salón donde las dos tazas de leche se quedaron frías. Creo que no hice nada
en todo el día, solo recuerdo las terribles imágenes repetidas una y otra vez,
como si el tiempo se hubiera parado, y las llamadas que entraban a duras penas
porque las líneas estaban colapsadas. Las cuatro intentando llamar a casa para
decir que estábamos bien porque ante una situación como aquella, nuestros
padres estarían preocupados aun sabiendo que no teníamos por qué coger el tren
a esa hora.
jueves, 6 de marzo de 2014
Hoy me hago la víctima
Estoy
triste. Es cierto que no es la mejor época de mi vida, pero siempre intento
sacar algo positivo de las cosas para no hundirme. Hoy no puedo. David y yo
hemos terminado nuestro proyecto, mañana vendrá a recoger unos papeles y ya no
lo veré más. Trabajamos en la misma empresa, en edificios diferentes que no
están ni a doscientos metros de distancia. Nunca me lo encuentro. Quizás es
porque tenemos horarios distintos, porque salimos en direcciones opuestas o
porque él pasa mucho tiempo de viaje. El caso es que mañana será la despedida (definitiva).
viernes, 21 de febrero de 2014
La guerra contra el aburrimiento
En este
zulo-despacho todo el mundo se aburre. Excepto la Mofeta cuando trabajó aquí, al
César lo que es del César, aunque puede que ella le encontrara una utilidad
lúdica alternativa al Excel, como esos jueguecitos que te enviaban los amigos para adivinar de qué serie era la melodía. El resto, dedicamos una parte de
nuestro tiempo laboral a mirar nuestro correo electrónico, leer la prensa, tuitear,
hacer alguna compra en internet, actualizar Facebook y cotillear el de los
demás, mandar whatsapps como posesos, ver vídeos de Youtube, mirar trapos y
zapatos, seguir la liga de fútbol, tener conversaciones interminables por
teléfono, ligar, mirar la cámara de la guardería como si fuera un programa de
Gran Hermano y, por supuesto, escribir entradas de blog para poner a todo el
mundo a caldo. La diferencia entre unos y otros es el nivel de incordio a los compañeros.
El premio a los mayores incordiadores nos lo llevamos Mr. Lolas y yo sólo
porque tenemos que respirar en este zulo. ¿No da pena que La Otra tenga que
compartir despacho con dos personas? Es para llorar, pobre.
miércoles, 19 de febrero de 2014
Tren
No
sé muy bien cómo empezar ni lo que realmente quiero contar, pero necesito sacar
esto de dentro. Anteayer (lunes diecisiete de febrero) hubo un accidente en la
estación de Cercanías de Nuevos Ministerios. Hay noticia difundida por agencias, así que
puede suponerse que la versión de los testigos afirmando que la caída de la chica
fue accidental, es fiable. Hay un pacto con la prensa para que no se difundan
los casos de intento de suicidio en las vías.
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Entrada a Nuevos Ministerios, de Dorotea Hyde |
lunes, 10 de febrero de 2014
Bajón
Hace un
poquito más de dos semanas desde mi última entrada y no he escrito nada. No me
siento inspirada, no tengo ganas en realidad. Supongo que me han pasado cosas
igual que en las semanas anteriores, sólo que no tengo el ojo mágico activado,
ese ojo que hace ver las cosas de una manera diferente, brillantes, el ojo que
te dice “esto hay que contarlo”. Sin embargo, todos los escritores dicen que
hay que escribir siempre, así que aquí estoy, contando simplemente que se me
han ido las ganas de escribir.
Joxxx,
qué poco me ha durado la ilusión por el blog. Pensaba llegar al menos a los
seis meses, en mis mejores sueños diablescos, me imaginaba incluso llegando al
año. Y aquí estoy quejándome tres meses escasos después. Y no puede ser.
Utilizo este blog como terapia y también como práctica de escritura, ¿es que
voy a abandonar a las primeras de cambio algo que me encanta hacer? (escribir,
no la terapia).
El mes
de enero fue horrible en el trabajo. Tanto, que hasta afectó a mi vida privada.
Me encasquetaron un marrón. Tuve que dejar de lado mis tareas oficiales,
incluso mi trabajo con David, el italiano buenorro. Así que además del agobio
por la fecha de entrega, se sumó el cabreo por no poder verlo.
viernes, 24 de enero de 2014
Peligro: celosa en el zulo
Al final de mi última entrada, comenté que La Otra está empezando a tener problemas con sus celos.
No lo entiendo, Mr. Lolas tiene mujer y seguro que alguna amante a la que ve
nada más salir de aquí. Pero claro, a mí me ve la cara y mi presencia le impide
arrojarse a sus brazos en el despacho. Porque tirarse a alguien en la mesa de
trabajo pone.
![]() |
Not so happy lioness, de Tambako de Jaguar |
jueves, 9 de enero de 2014
¿Érase una vez?
Érase
una vez… Perdón, perdón, esto no es un cuento de hadas. Me confundí porque hay
brujas, las hay en todas partes y esta historia está protagonizada por dos. También
necesitan sus quince minutos de gloria. Estas brujas son de las que en
principio no lo parecen, van de buenas pero clavan las puñaladas por detrás.
Ésas son las peores, las mejores brujas en realidad.
Hace
tres años, al regresar de las vacaciones de navidad, me encontré con un
peculiar regalo de reyes: tenía nueva compañera de despacho, la tercera
contando con la Cotorra y conmigo. Curioso, porque
enseguida descubriría que las dos tienen obsesión por las tetas, propias o
ajenas. Ya el primer día, en cuanto nos quedamos solas, me contó toda su vida
empezando por su operación de aumento de pecho, ¡por supuesto! Como no le
miraba el escote, intentó llamar mi atención menándolas y cuanto menos caso le
hacía, más las meneaba, pensé que se le iban a salir. Por esta historia y por
su afán de desnudarse delante de mí, mis amigos la bautizaron como la
Lolas.
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