jueves, 24 de enero de 2019

Adictas a las llamadas


Dulces navideños
Süße Weihnachtsdekoration mit Keksen,
El día de año viejo vi una llamada perdida de una de mis primas segundas, personaje que me cae bastante mal pero con la que tengo un compromiso adquirido no sé cómo ni cuándo: nos llamamos por nuestro cumpleaños y nuestro santo. Yo, que no soy católica (y ella tampoco), felicitando un santo y recibiendo felicitación por ello. Cumplimos y santeamos con solo una semana de diferencia en dos meses distintos, así que dos veces al año tengo sobredosis suya por ese contacto no deseado que no sé cómo evitar, ya que mis dos días son antes que los suyos y la tengo puntual sin siquiera darme opción a nada.

El día de año viejo es un día bastante ocupado para mí. Me toca preparar la cena en casa más el postre del día de año nuevo así que ando de un lado para otro sin parar y, a no ser que lo use para consultar la receta, el móvil se queda en la habitación. Y ahí estaba su perdida, cuando lo consulté un momento para saber un ingrediente. No pude evitar ponerme de mal humor. Por un lado estaba llamando a destiempo porque en el dos mil dieciocho no nos felicitamos el santo (por fín, jolín). Por otro, ¿qué porras me quiere decir? ¿Feliz año? Pues que me escriba, que le sale más barato.

martes, 15 de enero de 2019

Estilos diferentes

Texto artístico en un cuaderno: Work hard in silence. Let your success be your noise. Frank Ocean
Work hard and let your success be our noise. - 
Frank Ocean, de Paul Muller
Desde hace una temporada Sara Pestes está más insoportable que nunca. Está hasta el moño, se siente infravalorada, tiene un nivel de estrés altísimo y, para rematar, va a impartir un curso, con lo cual, más estrés porque no tiene nada que ver con su trabajo, pero le chupa horas de su jornada laboral. No, espera. El remate de esto es que está y se siente sola, aunque presuma de lo contrario, y no echa un polvo que la destense desde… uf. Así que hace terapia en la mini ofi.

Sandra la lleva mejor que yo, la escucha siempre que se queja porque así recibe una avalancha de noticias, que en realidad son cotilleos y, aunque no la deja trabajar, es la excusa ideal para quedarse más tiempo después de su hora y no aguantar a su familia.  Otra que está sola y presume de lo contrario, así que en cuanto puede también hace terapia aquí.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

El marrano


A red panic key
The panic key, de Phil Romans
Llamada de la Rotten.

De nuevo aparece el inicio de entrada más recurrente en mi blog. No puedo evitar sentir pánico cada vez que veo su nombre en la pantalla. Aun así, levanté el auricular, hola, porque está menos intensa, hola, en un susurro misterioso. ¿Eh? ¿Y ahora qué le pasa? El caso es que tanto secretismo me enganchó como en una película.


¡Por fin! Por fin va a cortar conmigo. Ay, no. No era eso. Era sobre alguien de aquí. Yo escamada, preocupada. Bajó aún más el volumen ¿Te viene bien a las dos? Necesito tu ayuda para ayudarle. ¿Mi ayuda? A pesar de ser mi hora de la comida le dije que viniera. En los días que tengo inglés como mientras trabajo para recuperar algo del tiempo. Mejor así que a las seis.

viernes, 16 de noviembre de 2018

El desplante

Hace unas semanas Sandra empezó a darme la brasa como siempre. Tontería por aquí, tontería por allá, parecer muda y sorda habría sido lo mejor. Pero al final, una también necesita socializar y saltando de tema en tema acabamos hablando de Gorka.

Volcán en erupción
Hawaii-8742, de Milquetoast
Coincidimos con él algún tiempo. Trabajaba en el departamento de Tecnologías de la Información, un tío encantador, competente, siempre dispuesto a ayudar, algo tan escaso que todas recurríamos a él. Hace unos años se fue a vivir a Hawaii ya que su mujer era de allí y quería volver a casa. Un paraíso, una maravilla, le decíamos todas en la despedida. Una tierra alucinante incluso cuando los volcanes entran en erupción. A Sandra le hablé del Kilauea y de lo que me había acordado de Gorka en verano viendo las noticias de la erupción, porque no hace falta que una catástrofe te afecte directamente, basta con que conozcas a alguien que pueda estar en peligro para que la sientas más.

jueves, 8 de noviembre de 2018

No a una cena


Todos los años el súper jefe organiza un evento de reclutamiento de jóvenes profesionales de su área. Vienen reclutadores y candidatos de todo el mundo y, hasta esta edición, siempre ha habido fallos gordos, principalmente porque Violeta es una zángana de campeonato. No es que por eso se vaya a terminar el mundo, pero en un ámbito donde incluso los pequeños detalles marcan la diferencia entre la excelencia y la mediocridad, esos errores pueden hacer que la gente hable bien y vuelva (más pasta) o hable mal y no vuelva (menos pasta). A eso se reduce todo, a la pasta, pero si la hay, Violeta y yo tenemos trabajo y si no, nos vamos a la calle.

Attendees register prior to Collision 2017 in New Orleans, Louisiana. Picture credit: Diarmuid Greene
Nosotras los dejamos un poco más a su aire, sobre todo yo,
que me escapé para ir por libre. (Fotografía de Diarmuid
Greene, Collision Conf.)
Este año Diana, mi jefa, me pidió ayuda. Dos días antes. Para un viernes de puente. No me importa echar una mano, creo que podría decir que hasta me gusta. Salgo de la rutina, hago algo diferente, tengo contacto con gente con la que habitualmente no coincido, hablo inglés en una situación menos tensa para mí que en los saraos… Pero hay inconvenientes, claro. Fui sin tener ni idea de qué iba el asunto, qué tenía que decir si me pedían información, nadie explicaba nada, ni siquiera aquellas que se quejan todo el día de la falta de comunicación y de información. Es justo decir que fue Violeta la zángana la que me dijo más cosas sobre esto a pesar de que nuestra relación no es la mejor. Secreto (imaginad que lo digo susurrando y al oído): me dio la impresión de que en esta ocasión fue amable para que me pusiera de su lado y hacer fuerza contra el grupo de mi jefa, Sandra la Otra y Sara Pestes.

viernes, 19 de octubre de 2018

Good bye, Don voz sensual

The Lovers, by Paul Day, in St. Pancras Station. Close-up
In each others’s arms, de Dewet 
Hace dos semanas recibí una llamada. Miré con miedo la pantalla. Tranquilidad, el número era de centralita. Pilar, una de las chicas que la atiende, me preguntó si me podía pasar una llamada de Fernando P.  ¡Eso no se pregunta! Y ahí estaba su voz haciéndome resbalar de la silla. Por su tono supe inmediatamente que tenía buenas noticias, que el proyecto había sido evaluado positivamente. “Si estuviera en Madrid iría ahora mismo a darte un abrazo”. Y casi muero. El problema es que ese abrazo nunca va a llegar.

Mi participación en los proyectos termina cuando la evaluación es positiva y la persona que lo gestiona recibe la carta de confirmación, me envía una copia escaneada y, en ese momento, nos despedimos. Con algunas de las personas con las que he trabajado en estos años coincido de vez en cuando, unas pocas ni me recuerdan y solo con una quedo para tomar un café y ponernos al día, aunque sea una vez al año. Esa era la excusa que tenía en mente para cuando Fernando me enviara esa carta: un café para darme lo que me debe.

jueves, 11 de octubre de 2018

Límite: 2800 caracteres


HELP, escrito con piezas de Scrabble
Help, de Jesper Sehested
Escribir esta entrada me ha costado. Le he dado muchas vueltas al tema… a los temas. Pensé en escribir sobre los problemas en el tren, lo tarde que me hace llegar y mis explicaciones que ya suenan a chiste. También han estado en la lista las clases de inglés, que me llevaron a reflexionar sobre la diversidad que hay aquí, que nos hace privilegiados por convivir con diferentes culturas, pero también vivir en una burbuja de tolerancia ignorando a veces lo que hay ahí fuera. El tercer tema era un relato sin objetivo reflexionado durante un paseo debido al cierre del metro durante unos meses y el redescubrimiento de una parte de la ciudad que tengo abandonada y que antes pertenecía a mi día a día. 

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Mudanzas, cambios y caos varios


Escritorio abandonado
Büroarbeitsplatz, de Masine 
Llevamos un mes de trabajo, cinco semanas estresantes y caóticas, con muchas peticiones de información a nuestro departamento y muchos cambios, empezando por la nueva oficina, aunque no creo que este sea el más significativo.

Hemos bajado una planta, nuestra puerta da a un pasillo en vez de a un vestíbulo y nos han quitado espacio, casi la mitad, pero tenemos mesas individuales, nos podemos organizar mejor y nuestro espacio es nuestro. Adiós a la puerta secreta y al ir y venir de personal de mantenimiento. Por si ese trajín no fuera suficiente, la mesa de reuniones me ahogaba, una mole blanca de altura dañina para trabajar. Creo que física y espacialmente estoy mejor, eso sí, nada de estantería. Se empeñaron en decir que nos agobiaríamos por la falta de espacio, pero solo fue una excusa para no ponerla. Así que he tenido que okupar lo que he podido. Tengo que reconocer que al final esta opción no ha estado mal porque, ya que invadí un armario, ¿por qué no invadir dos? No solo organicé mi material de trabajo sino también el archivo. 

domingo, 16 de septiembre de 2018

Evento indeseado, encuentro inesperado

Perro vestido para carnaval
Mardi Grass Boo Lefou, de DaPluget

Jueves. Evento de bienvenida a los nuevos. Cuando voy a esas reuniones me abruma la multitud, hablar en inglés y no entender, que me presenten a un montón de gente, tener que forzar conversaciones incómodas. Por todas esas razones, porque era en mi hora de la comida, hacía un sol de justicia y era en un jardín fui de mal humor, predispuesta a pasarlo fatal.

Antes de salir, Violeta me confirmó que iba a haber carpa, así que dejé el sombrero que había llevado, me colgué la identificación al cuello por una vez y salí tan campante. Pero cuando llegamos al sitio, tempranísimo porque mis compañeras formaban parte de la organización, nos encontramos la sorpresa: una carpa enana y tres sombrillas mínimas. Solo lo pensé un segundo, lo que tardé en preguntarles si necesitaban mi ayuda inmediata, y volví a mi oficina en busca del sombrero. Con él y unas gafas de sol enormes, me presenté en el sarao. Absolutamente de incógnito.

Lo de la sombra no fue lo único que salió mal: demasiado calor, más gente que la que había confirmado, poca comida incluso para lo previsto y, por supuesto, mi atuendo. Me puse un vestido para ir un poco mona. La gente suele ponerse de tiros largos para este evento y necesito no destacar. He notado en otras ocasiones que ese vestido me hace llamar la atención de los demás, pero me encanta, me hace delgada, me hace sentirme bien. Quizás sea la seguridad en mí misma lo que perciben, no tanto la apariencia. Lo que está claro es que el sombrero lo llevaba solo en la cabeza, no en escote y piernas.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Cambio de perspectiva

Silueta de hombre de espaldas, en contraste con la luz amarilla de la ventana
Scary hall, de Leo Hidalgo
A Dani le gusta Valentina y a Valentina le gusta Dani. Qué complicado, piensa él sentado en su nuevo despacho mirando a través de la ventana. Pero ya basta de contemplar el fabuloso patio lleno de árboles y de flores. Ha estado bastante raro últimamente aunque haya intentado disimularlo y no quiere que su compañera le pregunte y lo presione para responder. No volverá a ver a Valentina ni al otro lado del cristal ni en ninguna otra parte, eso es lo que pasa, y ni uno de esos colores puede arrancar el gris de su interior porque a veces, solo a veces, las cosas fáciles no lo son tanto, o quizás él mismo las complica dándoles una importancia que no tienen.

Hola. Qué tal el fin de semana. Básico.

Qué calor hace hoy. A ver si deja de llover. Fundamental.

Imposible.