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miércoles, 3 de julio de 2019

Si me dices hola


Una persona en un patio de butacas
Desierto / Deserted, de Hernán Piñera
Acudí sin ganas después de caminar un par de manzanas bajo el sol achicharrante, el aire caliente revolviéndome el pelo. No tenía ganas de socializar, ese era el principal punto en contra, aunque el tema me fascinaba: la obra de Velázquez, mi pintor favorito desde que me enamoré de Las meninas en un posavasos de mi abuela. Primera parada: saludar a mis compañeras de control y registrar mi asistencia. Entré en la sala de conferencias, segunda parada: Ángela, mi anterior jefa. Luego la directora de Recursos Humanos. A continuación, el Defensor. Con él intercambié una pequeña conversación sobre nuestra pasión común por Velázquez recién conocida en el otro. Y me fui al fin a buscar un sitio.

La sala estaba medio vacía. Me dirigí directamente a la última fila. Primero me senté en una butaca de pasillo, pero una columna me quitaba visión y me cambié al centro. Como pasaban un par de minutos de la hora y aquello no tenía visos de empezar, saqué mi cuaderno y comencé a escribir. De pronto noté una presencia a mi lado, alguien del que no había percibido su llegada. Miré de reojo y allí estaba Diego. Casi toda la sala para él y había decidido sentarse a solo dos butacas de mí, en silencio, como siempre, aunque lo único que tenía que salir de su boca era un hola.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Cambio de perspectiva

Silueta de hombre de espaldas, en contraste con la luz amarilla de la ventana
Scary hall, de Leo Hidalgo
A Dani le gusta Valentina y a Valentina le gusta Dani. Qué complicado, piensa él sentado en su nuevo despacho mirando a través de la ventana. Pero ya basta de contemplar el fabuloso patio lleno de árboles y de flores. Ha estado bastante raro últimamente aunque haya intentado disimularlo y no quiere que su compañera le pregunte y lo presione para responder. No volverá a ver a Valentina ni al otro lado del cristal ni en ninguna otra parte, eso es lo que pasa, y ni uno de esos colores puede arrancar el gris de su interior porque a veces, solo a veces, las cosas fáciles no lo son tanto, o quizás él mismo las complica dándoles una importancia que no tienen.

Hola. Qué tal el fin de semana. Básico.

Qué calor hace hoy. A ver si deja de llover. Fundamental.

Imposible.

viernes, 26 de junio de 2015

Chico nuevo en la oficina

Tenemos chico nuevo en la oficina. ¡Qué ganas tenía de decir esto! Su jefe y todas las chicas del edificio estamos contentísimas* de que esté aquí. Ya iba siendo hora de que hicieran un fichaje masculino para igualar un pelín los porcentajes… y poder alegrarnos la pestaña. Y hay historia, claro, antes y después. Empiezo por el antes.

Taza de café y váter
WC, de Anne Worner
Se llama Héctor y es becario en el departamento de comunicación. Es el cuarto en tres años y sus predecesoras se caracterizaban por emanar una falta de simpatía y educación que no pegaba ni con cola con un departamento que debe ser abierto, cercano y comunicativo (perdón por la redundancia) para ganarse a los de fuera y a los de dentro. Las dos primeras tenían un pase, pero la tercera, ay, la tercera, qué poema de mujer. Empezaron a pasar cosas justo después de su llegada en julio del año pasado. Voy a intentar ser lo menos explícita posible. Te encontrabas con que la persona que había ido al baño antes que tú no había tirado de la cisterna, colgaba el rollo de papel higiénico del mango de la escobilla (lo primero que se toca sin haber lavado las manos), dejaba siempre algo en el lavabo (pelos, migas, un tenedor…), escupía y no abría el grifo, comía en el váter y dejaba las migajas en la cisterna. Por favor, ¿quién puede comer en ese váter? Cualquiera con una higiene media puede hacerlo en el de su casa, que no lo hagamos es otra cosa, pero en este, en el que la señora de la limpieza no pasa ni la escoba, me parece hasta peligroso. También se empezó a notar enseguida un olor extraño que día a día fue a más, hasta que con la llegada de la primavera empezó a ser tan intenso que decidí ir al baño de hombres para no sufrir arcadas, aunque esto es adelantarme a los acontecimientos.

lunes, 24 de marzo de 2014

(In)Comunicación

De lo que voy a escribir hoy, no es un asunto sólo de la ofi, es un problema general en el que he pensado (más) desde hace unos meses. Hace unas semanas vi Una pistola en cada mano, de Cesc Gay y desencadenó la necesidad de escribir sobre ello aunque no sea novedad. Una pistola en cada mano es una película sencilla, más teatral que cinematográfica, dividida en varios bloques que parecen cortos y que se conectan en la escena final. Mucho diálogo, no se para de hablar. Antes de terminar te das cuenta de que tanto palique es la excusa para tapar unos problemas de (in)comunicación profundos. Y esto me lleva a lo que vengo observando en la gente a mi alrededor: lo incomunicados y solos que en realidad estamos.

 Una pistola en cada mano