Va siendo hora de que retome el blog. El descanso que me he
tomado en vacaciones se está alargando demasiado. He perdido la costumbre y no
siento necesidad de abrir la página en blanco, enfrentarme a ella y además
escribir algo ingenioso (o algo que intenta serlo).
Las tres semanas que llevamos han sido tranquilas, pero han
pasado cosas. Para empezar, la Rotten sigue con su frenesí pulguero. Pensábamos
que a la vuelta estaría un poco mejor, qué inocentes. La buena noticia es que
no puede venir a vernos porque tenemos moqueta. La mala es que está en manos de
un médico sectario que la va a llevar a un destino que no quiero ni imaginar.
Sigue casi al pie de la letra la orden de no entrar en sitios con moqueta o
sillas de oficina para cerrar el círculo vital de las pulgas. Esta orden
implica dos cosas. La primera, que ella lleva las larvas allá donde va como si
fuera un perro. La segunda, que las pulgas están en todas partes. Se compadece
de nosotras por estar en un cuarto con moqueta. Tía, compadécete porque no
tenemos ventana y estamos hacinadas en un zulo enano, no por tener moqueta. Hemos sabido que tuvo una reunión y se sentó
en el pasillo, para no pisar la moqueta del aula. Va en picado.
The Man Who Fell to Earth, de Trevor Butcher |