jueves, 29 de julio de 2021

Huelga de consumo eléctrico

Hace unas semanas entraron en vigor nuevas tarifas de la luz por tramos horarios identificados con un código con color:

ROJO para las horas pico con el precio más caro;

VERDE para las horas valle con el precio más barato; 

AMARILLO para las llanuras con un precio intermedio. 

 

Los fines de semana y los festivos son tarifa verde, pero los días laborables, las horas pico, por supuesto, corresponden a los momentos de más uso, cuando hacemos la mayor parte de las tareas del hogar y, desde marzo del año pasado, las horas en las que trabajamos en nuestra casa.

Si usas un par de electrodomésticos a la vez en las horas rojas, la factura puede dispararse unos cuantos euros sin darte cuenta. Y no se trata de que nos empujen a planchar a las once de la noche o a hacer la colada de madrugada impidiendo dormir a los vecinos, es que habrá en casas que dos personas trabajen a la vez utilizando cada una su ordenador, luces, puede que impresora, más el aire acondicionado o ventilador ahora en verano y la calefacción en invierno. Eso es lo que se van a ahorrar las empresas. 

viernes, 9 de julio de 2021

La reina del cotarro

Reina Alicia en el País de las Maravillas
Reina, de Patrick Emerson
Llegué a la oficina temprano y cuando abrí el correo tenía dos convocatorias de reunión para esa mañana, las dos enviadas por Diana, mi jefa. La primera se solapaba con nuestra reunión semanal del lunes y terminaba justo antes de una reunión que había programado con otra persona (una amiga de Don voz sensual). La segunda reunión estaba puesta de una a una y media, pero me extrañaba que fuera a ser tan corta.

Dos minutos para las diez y apareció la Rotten. La semana no puede empezar sin que ella aparezca por aquí dos minutos antes de mi reunión semanal. Le dije que me estaba conectando y se fue.

Llegué primera. Pasó el tiempo, y pasó, y pasó. Diana no apareció ni avisó. 

lunes, 15 de marzo de 2021

Cero

 

Un año.

 

Doce meses.

 

365 días.

 

Cero ánimos.

 

Cero ganas de escribir.

viernes, 19 de febrero de 2021

Covid-19, Diario de un encierro (24): Reuniones, malditas reuniones

Lunes 8 de febrero de 2021

Por tercera vez Diana, mi jefa, me ha dado plantón en nuestra reunión de puesta al día de los lunes. Me fastidia que no me avise porque mientras estoy pendiente de si se conecta o no, no puedo avanzar en nada. Normalmente le doy un margen de quince o veinte minutos y luego me desconecto. Si quiere hablar conmigo ya me llamará.

Media hora más tarde de la hora de inicio saltó un aviso de llamada perdida en Teams de Diana. Pensé que era raro porque era del mismo minuto en que estaba mirando la pantalla. La llamé y me desvió al buzón de voz, así que me conecté a nuestra reunión y seguí a la mío. Cinco minutos después Sandra me escribió un mensaje para decirme que estaba en una llamada con Diana, que no lograban añadirme a ella. Les confirmé que estaba frente al ordenador que me llamaran cuando quisieran, pero pasaba el tiempo y no había aviso. Cuando al fin me llamaron mi jefa me pidió dos cosas: la primera, que revisara por mi cuenta una tabla que teníamos que revisar las dos (ella, más bien). Le pedí que me dijera en qué quería que me fijara y noté que le sentó mal. La segunda, que en la reunión de la tarde… Y eso fue el remate porque no supo decirme claramente qué quería de esa reunión y también le sentó mal que le preguntara. No sé para qué me llamó. Nos lanzó a Sandra y a mí a una jaula de leones. Tres minutos antes de terminar la jornada me llamó para saber si estábamos vivas… o enteras. Y de paso me puso otra reunión para mañana.

 

lunes, 1 de febrero de 2021

Covid-19, Diario de un encierro (23): A las diez en casa

Miércoles 27 de enero de 2021

Decidí que hoy me quedaría en casa a trabajar. Primero decidí que quería comer caliente y que iría solo por la tarde, pero por la mañana me había quedado dormida, desayuné un poco más tarde y no me apetecía comer temprano para llegar a tiempo a la oficina, así que cambié de opinión y me quedé. Aun así, tenía que salir a clase de inglés.

Al salir de la estación vi la tienda de El corte inglés que hay enfrente de la academia y recordé que quería mirar un juego de toallas. Desde que volví a Madrid en septiembre, organizo mi vida para coger lo mínimo posible el transporte público. Aprovecho que tengo que ir algún sitio por “obligación”, como las clases de inglés o la sesión de fisio, para hacer recados por la zona, así que hacía tiempo que necesitaba unas toallas nuevas, pero no había tenido la oportunidad (ni las rebajas) de ir en busca de unas hasta hoy. Era el día perfecto porque no iba cargada con la mochila del trabajo ni con el ordenador, así que me puse una nota en el móvil para después de la clase y, al salir, allá me fui.

miércoles, 27 de enero de 2021

Covid-19, Diario de un encierro (22): La tercera ola

Calle de Madrid todavía sin limpiar, Dorotea HydeDorotea Hyde

 

Lunes 18 de enero de 2021

Me tocó ir a hacer la prueba de covid para poder ir a trabajar a la oficina. Como abrieron las instalaciones de la empresa el miércoles pasado, pensé que las calles estarían mejor, pero algunas estaban en muy mal estado. Otras estaban decentemente bien, con caminitos pegados a las casas. Tenías que elegir entre no patinar en el hielo o que no cayera algo sobre tu cabeza. Pero lo que más me impactó fueron las calles que todavía estaban cubiertas de nieve porque dan una idea de cómo fue la nevada regalada por Filomena. Me costó llegar. 

 

viernes, 15 de enero de 2021

Las tartas de queso

Tarta de queso.
Tarta de queso (bueno, media), de Dorotea Hyde
¿Qué pasa si tenéis todo organizado para preparar la comida, que tiene que estar lista a una hora determinada para empezar a trabajar en punto, pero alguien lo boicotea todo? A mí me dio por gritar como una energúmena. Y es que la vida en la casa de los demás puede ser un poco más complicada, aunque esa casa sea la de tus padres y la sientas como propia. Cuando pasé unos meses aquí el año pasado, tuvimos un margen para organizarnos y adaptarnos, así que después de un par de semanas tanto mis padres como yo intercalábamos nuestras distintas rutinas como en una trenza perfectamente hecha.

Después de las vacaciones de Navidad, decidí quedarme un par de días más en casa de mis padres aprovechando que puedo teletrabajar. Solo eran un par de días, así que para qué íbamos a hacer la trenza, para qué íbamos siquiera a peinarnos. Pero claro, sin planificar nada era muy difícil comer a una hora decente para evitar sentarme frente al ordenador con el bocado atascado en la garganta. De llegar a tiempo a las clases de inglés ya ni hablo. Cuando estoy en casa cocino el día anterior para tener la hora del descanso lo más despejada posible. Sé que soy un poco como Phileas Fogg en ese sentido, pero mi costumbre de comer a las dos choca con las tres que ha establecido mi padre y ya no digamos con la falta de conciencia horaria de mi madre. Cada quien por su lado y todo un desastre. Así y todo, conseguí llegar a la mitad de la clase de inglés del trabajo, aunque engullendo más que comiendo y pasando un buen agobio. Y no fueron esos los peores días.

viernes, 27 de noviembre de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (21): Amarguras y amargadas

 Viernes 20 de noviembre de 2020

Por la mañana me llamó Bricomanitas para hacerme una consulta. También está trabajando desde casa aunque va un día a la semana a la oficina. Quería hacerme una consulta. Vuelvo al ejemplo de frutas y verduras. Se supone que trabajo con frutas, pero imaginemos que me dedico al mercado nacional y mi compañera Sandra al mercado internacional. De aranceles en Estados Unidos sé muy poco. Y eso es lo que quería saber. Aranceles. Así que no pude ayudarle mucho. Al menos charlamos un rato. Ya no se acordaba de que me llamó durante el primer estado de alarma. Le conté cosas que ya le había contado por si le venían a la memoria, pero no, insistía en que la última vez que hablamos fue en la empresa. No sé si es porque la edad le afecta o porque aquellas semanas fueron tan horribles que se nos va la cabeza a todos. Yo apuesto por esta segunda opción, pero no descarto la primera.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (20): Más de lo mismo

Lunes 16 de noviembre de 2020

Las semanas pasadas desde la última vez que escribí en el blog han sido muy duras psicológicamente, probablemente las peores desde que la covid-19 entró en nuestras vidas. Después de estar tantos meses al pie del cañón, de estar ahí para apoyar a mis padres, de acostumbrarme a la soledad; después de superar el salir a la calle tras tantos meses de encierro, de enfrentarme al transporte público de nuevo, de aguantar el estrés del trabajo y la presión a la que mi jefa nos somete; justo cuando tenía un pedazo de mi vida anterior gracias a las clases presenciales, a las sesiones de Pilates y las caminatas bajo la luz solar, me vine abajo. El dolor físico por una tendinitis en el hombro también influyó. El dolor continuo, falta de sueño, incapacidad para hacer la mayoría de cosas que me gustan, la mayoría de las que no me gustan y buena parte de las tareas básicas para vivir y sobrevivir en esta época pandémica me provocaron un decaimiento que hasta me preocupó. Supongo que mi cuerpo dijo basta y me derrumbé.

Si no he escrito hasta ahora no fue por falta de temas ni de inspiración sino para evitar forzar el hombro y ayudar en la recuperación porque novedades ha habido a cascoporro, aunque todo sea más de lo mismo: más contagiados, más fallecidos, saturación en los hospitales, otro estado de alarma (aunque esta vez más suave que el de marzo), cierre perimetral en muchas comunidades, cierre de hostelería y centros comerciales, negocios hundidos. Y la noche invernal acechándonos cada vez antes. La cosa realmente está para que cualquiera decaiga aun sin dolores.