Lunes 28 de septiembre de 2020
Hoy he ido a la oficina, pero he dejado todo más o menos organizado para no volver en dos semanas. Aún tendré que ir a clase de inglés, pero por lo menos voy a dejar de frecuentar ese edificio en el que aparecen casos de covid-19 como setas. Están empezando a alertar del peligro de los aerosoles y la gente llega a sus oficinas y se quita la mascarilla. Ahora mismo todas las oficinas están compartidas por turnos, por mucho que limpien las señoras de la limpieza, si no ventilan (y está claro que no lo hacen, visto lo visto) y el siguiente en entrar también se descubre, ¡zas! Diana.
La Rotten y yo nos enteramos de que Gema, una compañera de la tercera planta, también está enferma. Lo peor de esta mujer es que llevaba al menos una semana con síntomas y no fue al médico ni le dio importancia. Fue a comer con su familia a casa de sus padres, a una reunión de departamento, recorrió las instalaciones porque ella es quien lleva control de dónde se sienta todo el mundo y, si no llega a ser por Marisol/Marinube que le comió el coco para que fuera al médico, seguiría todavía como Perica por su casa por ahí.