martes, 24 de marzo de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (3): Reuniones y una nueva amiga, ¿en serio?

Jueves 19 de marzo de 2020

11:15h

En Twitter me he quejado más de una vez de la presión a la que la Rotten me sometía para que le diera mi número de teléfono, presión que aumentó cuando se hermano tuvo el accidente hace unas semanas (iba a contar esta historia antes de que pasara todo lo de Don Voz Sensual y esto del covid-19; ahora quedará mencionada de refilón). Cuando nos vinimos a trabajar a casa no me quedó más remedio que dárselo porque necesitábamos estar en contacto la una con la otra por temas de trabajo. Ella se fue sin portátil de empresa y a mí, de momento, el teléfono virtual no me funciona.

Acabamos de colgar. Ayer nuestra jefa, Diana, nos convocó a todas las del equipo para una reunión diaria. Yo estaba en clase de inglés y solo vi el aviso de que me había incluido en un grupo de Microsoft Teams y otro de Outlook convocándome a una reunión diaria a partir de hoy. Así que terminé la clase con tranquilidad, instalé la aplicación y cuando me conecté para ver cómo era, vi que todas, menos la Rotten y yo, habían estado presentes en la primera reunión. Rotten y yo estamos indignadas porque claramente es para controlarnos, aunque yo sigo teniendo cosas que entregar a la gente con la que trabajo en los proyectos y sigo teniendo fechas de entrega. Además, pierdo una de las ventajas de trabajar en casa: no ver a Sara Pestes. Vale que serán solo unos minutos, pero su negatividad tendrá la oportunidad de expandir sus tentáculos a través de la red. Y luego que la convocatoria fue de un momento para otro, como si no tuviéramos cosas que hacer. Ya cuando trabajamos presencialmente, mi jefa asume que estamos disponibles en cualquier momento y no. Quizás ahora no pueda salir a llevar documentos a encuadernar, a llevar y recoger papeles firmados, pero la vida sigue y aún tengo mis clases de inglés.

Pero lo más “terrible” de esto es que la Rotten y yo somos un apoyo mutuo la una para la otra. ¡MAL!

miércoles, 18 de marzo de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (2): La naturaleza no para


Lunes 16 de marzo de 2020

El estado de alarma empezó ayer domingo, pero es hoy lunes cuando todo parece diferente porque lo es. No salgo a trabajar, no voy a ninguna de las clases de inglés, todas mis relaciones son virtuales, el silencio reina en la urbanización, hoy ya no han pasado ni el chatarrero ni el afilador.

La clase de inglés del trabajo ha sido un poco rara, como si no nos conociéramos de nada. Una de nuestras compañeras nos dijo que probablemente tiene el covid-19, no le hicieron las pruebas porque tenía síntomas leves (en Madrid los casos leves no se analizan y se tratan todos como si fuera el covid-19 desde hace días), pero los médicos le dijeron que tenía todas las papeletas. Coincidí con ella por última vez el cuatro de marzo, en dos días se cumplirá mi plazo de dos semanas. De momento mi temperatura es tan baja que parezco un ser de ultratumba.

domingo, 15 de marzo de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (1): Estado de alarma


Artículo 116
2. El estado de alarma será declarado por el Gobierno mediante decreto acordado en Consejo de Ministros por un plazo máximo de quince días, dando cuenta al Congreso de los Diputados, reunido inmediatamente al efecto y sin cuya autorización no podrá ser prorrogado dicho plazo. El decreto determinará el ámbito territorial a que se extienden los efectos de la declaración.

Constitución Española, 1978

Cuando era estudiante en la universidad, tuve una asignatura de Introducción al Derecho en la que, entre otros temas, estudiamos la Constitución. Cuando preguntamos en qué supuestos podían activarse los estados de alarma, excepción y sitio, la profesora nos dijo que uno de los motivos era en caso de epidemia. ¡Epidemia! Cómo iba a suceder eso, pensé yo recién salida de la adolescencia y viviendo todavía en mi burbuja, si eso solo pasaba en los países del tercer mundo. Pues aquí está, señoras y señores, el estado de alarma ha entrado en vigor por segunda vez en nuestra democracia y por primera vez por alerta sanitaria, el quince de marzo de dos mil veinte, es decir, hoy.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Diario de Jekyll (5): Seguir adelante


Miércoles 4 de marzo de 2020

9:30h

Tengo el ordenador encendido, el cuaderno de trabajo sobre la mesa y una botella de agua fresca a mano. Estoy lista para empezar la jornada, pero antes tengo que confirmar el lugar del café.

9:40h

Confirmado. Ya no hay marcha atrás, pero no quiero ir. Tengo miedo a que salga bien [Qué cruz, QUÉ-CRUZ. ¿No puedes dejar los malditos autoboicots para otra ocasión?] y miedo a que no sea majo.

Luego tengo clase de inglés así que me he puesto ropa medio formal (no sé por qué siento que tengo que ponerme un poco más formal para las clases en la empresa), no demasiado , y de color rojo, mi favorito, aun así, me siento insegura.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Diario de Jekyll (4): Al agua patos

Miércoles 19 de febrero de 2020

13:30h

Salgo apurada hacia clase de inglés. Me cruzo con una figura que me resulta vagamente familiar, pero estoy demasiado entretenida buscando un podcast corto para escuchar por el camino y tampoco quiero pensar que es él. [Ya, claro, por supuesto que no quieres] A veces creo verlo en cualquier parte y he aprendido a pasar de esos fantasmas. [Lo dudo, nena, lo dudo]

“Hola”.

Mierda, esa voz. Esta vez no es un fantasma. Sé que es él incluso antes de girarme y verlo sonriéndome. Me pregunta qué tal estoy e intercambiamos un par de preguntas. Pensé que lo había superado. Tuvimos contacto por email hace unos meses, cuando regresó, pero no lo había visto en persona, no había oído su voz. Ni siquiera es guapo, pero su voz… ¿Qué me pasa? Me derrito…

viernes, 7 de febrero de 2020

Sara Pestes contra los jacintos olorosos


Ramo de jacintos Malvas
Jacinto, de Dorotea Hyde
Las flores y las plantas han estado presentes varias veces en mi blog, por desgracia, siempre como fuente de conflicto. En esta entrada, para no variar, volverán a causarle problemas a alguien.

A Sandra y a mí nos regalaron un ramo de jacintos, los míos malvas, los suyos morados, en un jarroncito cuadrado de cristal. Preciosos. Y, desde el momento en que entraron por la puerta de la oficina, una guerra se fue fraguando en la cabeza de Sara Pestes porque es impensable que les regalen cosas a las demás y no a ella. Primero le salió su vena cotilla y acosó a Sandra para sonsacarle el nombre del remitente. Como la otra resistió, la Pestes comenzó su estrategia venenosa contando que ella tuvo una jardinera con jacintos naturales mucho más bonitos y más olorosos que los de nuestros ramos. Ella siempre mejor.

martes, 21 de enero de 2020

¿Se avecina mudanza?


Fachada de un edificio de oficinas
The Office, de John
Hace unos meses escribí sobre la mudanza del curso que viene, el tema estrella que tiene a todo el mundo loco y a mí harta. No pensaba escribir de nuevo hasta que el cambio fuera efectivo, pero ha habido tantas novedades que se han quedado viejas.

Primero nos dijeron que no íbamos al edificio nuevo, que el edificio donde trabajamos ahora se cerraría y que al personal de mi departamento le habían asignado puestos en un piso de oficinas muy cool en una avenida con solera. Pasaron dos meses hasta que llegaron nuevas noticias completamente diferentes. Y en esos dos meses Sandra me calentó la cabeza hasta casi hacerla estallar.

domingo, 29 de diciembre de 2019

Bombazo contra el aburrimiento


Bye bye. Macintosh años 80
Bye bye Steve Jobs, de Luc Legay
Tarde de viernes. El ambiente en la miniofi era bastante tranquilo, hasta aburrido. Sara Pestes se había ido al mediodía e incluso Sandra estaba feliz y disfrutando de su ausencia. De pronto, saltó de la silla y adiós tranquilidad.



Hace casi dos años escribí una entrada sobre el revuelo que se formó en la empresa por no aparecer en uno de los rankings más importantes del sector. En la entrada comentaba que despidieron a dos personas y pidieron la dimisión del jefe del departamento responsable, sin embargo, pasado un tiempo supimos que no habían despedido a nadie. Y puede que el jefe del departamento fuera forzado a dimitir, pero lo recolocaron en otro puesto de un nivel equivalente, muy cerquita del presidente. Las consecuencias para algunos de los productos de la empresa fueron desastrosas, van a tardar años en recuperarse y a ese tío, que tenía que haber dimitido por voluntad propia, lo premiaron.

lunes, 9 de diciembre de 2019

Convidada de piedra

Puesto callejero de frutas y verduras (Segovia)
All kinds, de Gregorio Puga Bailón
Las reuniones de trabajo son un peñazo. Por suerte, no tengo que asistir a muchas y casi todas son necesarias para revisar ciertos puntos del trabajo o para que avancen los proyectos que coordino. Sin embargo, de vez en cuando me toca alguna insufrible que no está relacionada con lo que hago y a la que ni siquiera es necesario que asista.

Imaginemos que trabajo en la frutería de un supermercado, que soy la encargada de mantener las frutas al día y tengo una compañera que se encarga de las verduras. Todo el mundo ve todo junto, en armonía, combinando los colores y piensa qué bonito, pero… Yo podría aconsejar para que alguien haga una buena elección entre una golden, una reineta o una starky para hacer una tarta o cuál combina mejor con la lombarda, aunque no podría decir mucho acerca de la temporada en que se puede encontrar la lechuga romana, la de hoja de roble o la escarola o cuál es la más tierna. Pues eso ha pasado en mi última reunión, que era para verduleras (sin otra connotación que la de vendedora de verdura) y no para fruteras.

martes, 3 de diciembre de 2019

Resumen de noviembre


Letra ene mayúscula
Imagen de lumpi en Pixabay
En las últimas semanas, desde mi última entrada, me ha resultado imposible asomar la nariz por el blog. El ajetreo ha ido in crescendo hasta provocarme un estrés como hacía mucho, mucho tiempo que no pasaba y así es imposible pensar, dejar fluir las ideas y escribir.

Primero vino el evento anual que organiza el superjefe y en el que echamos una mano. Bueno, algunas echamos un par y otras no echaron ni una, solo lucieron palmito, se hicieron fotos y quedaron bien, aun cagándola en temas organizativos de su responsabilidad, mientras las demás corríamos desquiciadas de un lado para otro para solucionarlos. Fue bastante peor que el año pasado, aunque no creo que los asistentes lo percibieran, es algo que solo se nota behind the scenes. Por cierto, volví a decir que no a la cena y me quedé más ancha que larga.