lunes, 21 de noviembre de 2022

Adiós a Dorotea en Twitter

Dorotea Hyde nació el 13 de julio de 2012. Fue ese día cuando empezó a tuitear sobre las conversaciones telefónicas de mi compañera de zulo, la Lolas. Aquello se me quedó pequeño y por eso, un año y un poquito después, el 19 de noviembre de 2013, se estrenó en este blog con una entrada titulada Pastelitos y agua. Nueve años justos desde entonces. Nueve años de entradas más o menos continuadas, momentos en los que llegué a pensar que el blog ya no tenía sentido, como cuando Mr. Lolas dejó de trabajar; también algunas crisis del papel en blanco; amores, desamores y calabazas; algún que otro cuento, incluida una incursión en el género erótico; una pandemia (madre mía, ¡una pandemia!) que me llevó al encierro y casi a la locura; una jefa maltratadora y una crisis personal que me empujó a un periodo sin escribir y a pensar que quizás ya no volvería; incluso un par de trolls.

martes, 15 de noviembre de 2022

Segunda oportunidad

Puerta abierta. De fondo, luces de colores
Leave it open, de Tim
Nino y yo hemos tenido una relación de tira y afloja desde el día que nos conocimos. Le he dado muchas vueltas a nuestro primer encuentro porque creía que tenía la clave de su comportamiento conmigo. A veces gestos normales para una persona pueden ser ofensivos para otra de una cultura diferente. Nunca saqué nada en claro y de ahí salió mi primera entrada sobre él con mis impresiones sobre el asunto.

Cuando empezamos a colaborar, se soltó un poco al comunicarnos por email, era hasta majo, como decía todo el mundo, aunque evitó contactar conmigo para entregarme unos documentos y usó una intermediaria. Estuve a punto de hacer la misma jugada para devolvérselos, pero decidí no escurrir el bulto.  Hace unas semanas acudí a un evento en el edificio donde trabaja y pensé que era la ocasión perfecta. Le escribí y le pregunté si le venía bien que nos viéramos antes del sarao. Él también iba a ir, pero no quería que tuviera que cargar con los papeles entre copa de vino y canapés. Y debo confesar que quería verlo sin toda esa gente a nuestro alrededor, solo por si acaso me atrevía a cantarle las cuarenta. Spoiler: no me atreví. ¿Alguien dudaba?

viernes, 23 de septiembre de 2022

Lo que venga no puede ser peor...

Cada mañana al despertarte, tu mente le da la orden a tu cuerpo de que no se le ocurra moverse ni un ápice. Cuando al fin logras levantarte, no te apetece desayunar, encuentras mil y una cosas que hacer por casa con tal de no meterte en la ducha y no es que no quieras asearte, es que cuando lo hagas, estarás un poco más cerca de tener que salir. Caminas despacio, no corres cuando ves venir el autobús, así que lo pierdes delante de tu nariz. Por supuesto llegas tarde para enfrentarte a un día que se hará eterno. Cada minuto de la jornada desearás que se jubile, que ya no esté ahí supervisando cada mínimo detalle de tu trabajo y del trabajo de los demás para que las cosas funcionen mejor. ¿Mejor? Hay cosas que no pueden funcionar mejor, pero ella quiere desafiar el frenado en la curva de crecimiento. Quiere ser Dios, en cambio solo consigue desorganizarlo todo. Cuando al fin llegas a tu casa por la noche, pones una sonrisa para tu familia, aguantas las lágrimas, intentas dedicarles tiempo de calidad, pero en tu interior más profundo y oscuro quieres que todo se quede en silencio, que cada uno se vaya a lo suyo para poder atiborrarte con lo que sea, lo que pilles. Un yogur, la media barra de pan que ha sobrado, si encuentras un relleno que poner entremedias mejor, ese chocolate que has comprado para tus hijos. Porque comer es lo único que calma la furia, el asco, ese millón de hormigas rojas que te corroen el abdomen, las tripas. Hasta que no te sientes empachada, hasta que te cuesta hasta respirar no dejas de sentir las patitas a mil en tu interior. Cuando creas que estás calmada vendrá la culpa por el zampe. Y ella, la bruja, la seguirá, formando un batiburrillo de pesadillas aun estando despierta que probablemente harán que necesites ayuda para dormir. Ojalá se jubile. Que se jubile de una puta vez. Con ese mantra te caes en un sueño ligero, desasosegante, pero al menos la olvidas por unas horas porque su jubilación no acaba de llegar y al día siguiente repetirás el ciclo imposible de romper.

viernes, 15 de julio de 2022

Bienvenidas a la sala de control

The control room, de Jonathan Haeber

Probando, probando. ¿Me recibe alguien?

Crrrrrr… Crash, crash, jrrrr…

Hola, hola. Parece que ya.

Dorotea informando desde la Sala de Control.

Estoy en un nuevo espacio. Hace más o menos un mes me avisaron de que me tenía que mudar por obras en la planta donde trabajaba. El despacho donde estoy es zona de paso al de mi jefa, así que ve si entro, salgo, hablo y oye si tecleo o hago clic con el ratón. Me he dado cuenta de que cuando estamos solas suele cerrar la puerta de su oficina, pero cuando está Sandra (comparto espacio con ella… otra vez) la tiene siempre abierta. Y Sandra siempre está. No se levanta ni a mear.

viernes, 17 de junio de 2022

La lupa

Lupa/marcapáginas
Extracto de la foto de Yoon viakstudio
Hace unos meses, la Rotten me dijo que iba a pedir una lupa cuando hiciera el pedido de material de oficina. Desde que somos una empresa cero papel han recortado bastante el catálogo, así que no había lupas. Mejor dicho, la empresa papelera tenía lupas, pero no disponibles para nosotras. De hecho, cuando ella dice que antes las había, creo que estaba mirando la web en general y no nuestro perfil, pero claro, no tengo pruebas.

Inmediatamente le escribió a la encargada y le montó el pollo (esto se daba por sentado, me parece). La encargada, Alicia, que es terca como una mula y dura como una piedra le dijo que podía ponerse como quisiera, pero no había lupa. Estoy segura de que si la Rotten se hubiera dirigido a ella de una manera más suave, habría conseguido la lupa, pero como sus comunicaciones son “diplomáticas y elegantes” (de las que comienzan guerras), se quedó sin ella.

viernes, 3 de junio de 2022

Dos opciones

Ilustración, flor en forma de corazón en la boca
Autora: Judite B

Entró por sorpresa mientras estaba trabajando con la Rotten. Dije un hola discreto, para no quedar como una maleducada y al mismo tiempo mostrar cierta indiferencia. Casi ni lo miré. Me sumergí en mi pantalla de nuevo, pero él no se dio por vencido y me saludó expresamente HolaDoroteacómoestás. De carrerilla, quizás más decidido de lo que en realidad estaba, pero amable, como si nada hubiera pasado. Como si ahora yo fuera la mejor del mundo porque hice mi trabajo genial. Como si quisiera llamar mi atención. Como… 

... Como si le gustara...

Le contesté por educación y le devolví la pregunta. Me di cuenta de que mis sensaciones empezaban el camino hacia el odio porque no se me ha pasado el enfado, pero también un cosquilleo en la tripa por verlo después de varios meses. Esos ojos oscuros y dulces sonriéndome por encima de la mascarilla, clavados en los míos… Mierda. En mi imaginación, mi cabeza se despeñó con todo su peso hasta mi ombligo. Nadie se dio cuenta, pero me hice una bola.

jueves, 12 de mayo de 2022

De versión en versión (2): El violador

Carte campaña ¡Ni una! Ayuntamiento de Madrid
¡Ni una!, de Dorotea Hyde

Dorotea:

Aún estaba hablando con la señora Hyde, preguntándole qué tal habían amanecido ella y el señor Hyde. Le encanta contarme dramas nada más levantarse. Tenía que ser algo que la animaba a enrollarse más de lo normal, la guerra en Ucrania o algo sobre una serie que estamos viendo, porque eran casi las diez cuando oí las voces y aún estaba al teléfono. Una planta de diferencia (esto lo supe después), más los auriculares encajados en mi oído haciendo vacío, más mi madre cotorreando, amortiguaron el volumen y el tono de la algarabía de fondo. Sentí que había jaleo, pero no sabía si era bueno o malo. Los gritos de alegría a veces no se diferencian de los de dolor o terror. De pronto, Merche, la señora de la limpieza, salió al descansillo. La siguió corriendo Marisol Marinube. Como entraron y no me dijeron nada, seguí a lo mío.

 

Marisol Marinube:

Tienes que cerrar las puertas. Había un hombre masturbándoseenelportal. Luego siguió a una de las chicas de la planta de abajo, ¿no oíste el jaleo? Al parecer intentó llevarla al ascensor, pero ella se dirigió a las escaleras y subió y pudo pedir ayuda.

martes, 15 de marzo de 2022

Dos años

Dos años.

Dos años desde que se aprobó un estado de alarma que nos encerraba a casi todos en casa, que paralizaba el país, que pretendía protegernos de un peligro invisible que sigue ahí, que ha matado a más de cien mil personas en España. Cien mil. La ciudad donde nací más la ciudad de al lado. Cinco veces el pueblo de mi padre. La mitad de la ciudad donde vivo.

Algunas personas pensaban que aquello, inesperado, inimaginable, iba a cambiarnos porque salíamos a aplaudirles a los sanitarios a las ocho y todo el mundo era guay. En realidad, yo también lo pensaba, pero no iba en la misma dirección que ellas. Sabía que no saldríamos de esta ni siendo mejores, ni aprendiendo nada, aunque reconozco que pensé que cambiarían algunas cosas respecto a nuestro sistema sanitario. Sí, han cambiado, pero a peor. Dos años después seguimos cometiendo los mismos errores. O peores porque ahora sabemos lo que hay que hacer, pero no lo hacemos.

lunes, 7 de marzo de 2022

Traición

Lego Darth Vader Stormtrooper
Bon voyage, my friend, de Nukamari
Hace un año comencé a colaborar con Dani en un proyecto. Diana, mi jefa, lo controla absolutamente todo desde hace unos dos años y no tengo apenas libertad de movimientos (aunque yo por detrás…), así que ella fue quien decidió cuándo presionarlo, cuándo dejarlo, cuándo machacarlo otra vez y cuándo abandonarlo del todo. Tan maja. Para ella solo somos engranajes metálicos, sin alma, de una cadena de suministros.

Los proyectos que gestiono no son gran cosa. Aparentemente no tienen grandes beneficios y es una pesadez sacarlos adelante, no obstante, un resultado positivo en uno de estos es imprescindible para tener acceso a otros más jugosos. Esto es lo que pasó en el caso de Dani: necesita rematar esto para entrar en otra cosa, solo que mi jefa lo dejó de lado y se armó una gorda. Lo que me extraña es que nadie haya montado un pollo antes porque no es la primera vez que ella hace eso.

viernes, 18 de febrero de 2022

Cumpleaños en casa

Cuarteto de rosas, de Dorotea Hyde
Como siempre por estas fechas toca el cumpleaños de Sandra y Jekyll. El día anterior me puse en guardia porque Sandra me escribió para proponerme un café y me soltó que Diana, nuestra jefa, seguramente se uniría. Ni borracha paso ni un minuto de mi día con esa mujer [Mi día. Sí, vale, vale]. Así que aproveché que me tocaba teletrabajar para quedarme en casa y rechazar la proposición. Para que no quedaran dudas —que siempre les quedan a pesar de todo— le dije textualmente que lo último que me apetecía era pisar la oficina el día de mi cumpleaños [Mi… Tengo que disimular. Mmm…] y ya que tenía la oportunidad, no iba a perderla.

Llegó el dichoso día. Desde las nueve en punto empezaron a llegar una retahíla de mensajes que preferiría no recibir. Tuve que responder a la mayoría de ellos: del departamento de recursos humanos, de mi antigua jefa, de mi jefa actual, de mis compañeras… Entonces empezó una especie de acoso por parte de mi jefa y por parte de Sandra (su mensajera), para saber si estaba en casa o en la oficina, como si una no hubiera leído mi primer email y como si la otra no hubiera recibido el recado; como si mi palabra no valiera nada, como si por repetirlo, yo fuera a decir que sí. Sí, sé que estoy muy susceptible, pero cuando trabajo en casa pasa eso. Sufro control continuo para saber si estoy o no, y si no, para saber dónde. Dónde.