Hoy me han echado una bronca del copón. Hacía como cuatro o
cinco años que no pasaba y lo más gracioso de todo es que no me la ha echado
ninguno de mis jefes sino la directora del registro. Gracias a esta incidencia
he descubierto que esta es otra
de esas con una personalidad diminuta y que se ha cebado conmigo porque
puede. Sin ser mi jefa directa, tiene una posición superior a la mía. No sé si
ha dormido mal, si su marido le ha negado un polvo, si sospecha que su mujer la
engaña o acaba de descubrir que su hijo fuma porros. El caso es que la excusa
para ponerse como un basilisco era muy pequeña. Ni siquiera ha debido
molestarse por algo que es su trabajo, pero como en muchas otras empresas, en
la mía la ley que lo rige casi todo es la Ley del Escaqueo.
viernes, 2 de diciembre de 2016
viernes, 18 de noviembre de 2016
No soy Jane Doe, mi nombre es Dorotea Hyde.
"Hoy en día todo trabajador de empresa es marketing e imagen de la misma" #18jgi
— Julián Marquina (@JulianMarquina) 10 de noviembre de 2016
Cuando llegué a esta empresa me llamó la atención que no
todos los despachos estaban identificados. Los que no tenían el nombre de su
ocupante junto a la puerta eran en muchas ocasiones un gran misterio. Puertas
cerradas que, según mi volátil imaginación, ocultaban negocios ilícitos,
espionajes industriales, personajes inventados, polvos furtivos… La realidad es
que esas personas eran “nadie”.
viernes, 4 de noviembre de 2016
Un mal día
Esta noche me cogió el frío y me levanté con dolor de
espalda, justo en el punto que se contracturó hace un año en el
accidente de bici. Me costó levantarme, pero después de hacer unos
estiramientos, pude moverme. El dolor está siendo un compañero inseparable, al
menos hasta que por la noche pueda tomarme una pastillita.
Wie Musik Grenzen überwindet,
|
La salida de la estación fue una odisea. En el andén, siempre
voy contra la marea de gente. Nadie se aparta. Yo tampoco, a ver si me voy a
caer a la vía porque vengan cinco personas contra mí. Hoy menos. Cualquier
mínimo movimiento de desplazamiento era imposible. Aun así, subí
a pie el primer tramo de escaleras. No, esta vez no era por mantener la
línea. Bueno, qué porras, un poco sí que era por eso, pero cuando llegué al
segundo, me sentía tan incómoda, que sucumbí y me monté en las mecánicas. Por mis entradas anteriores, no sé
si queda lo suficientemente claro que soy normal, por si acaso,
aclararé que no tengo ojos en la parte trasera de mi cabeza. Como los demás,
tengo únicamente los dos de la cara. A veces giro un poco el cuello para mirar
de reojo si puedo “cambiar de carril”, pero es absolutamente imposible que
pueda ver lo que viene detrás de mí. Esta aclaración va por la chica del chelo
que subió en esas escaleras mecánicas por el hueco de la izquierda, a pie, apurada.
viernes, 28 de octubre de 2016
Los hombres de La Otra
Cuando Sandra llegó al zulo aún estaba la Lolas. Por aquella
época yo les contaba a mis amigos las aventuras de aquella peculiar mujer, pero
como Sandra empezó también a hacer de las suyas, enseguida sus anécdotas acompañaron
a las de la Lolas. Mis amigos preguntaban ¿Eso también lo hizo la Lolas? No, La
Otra. Y La Otra le quedó, excepto en el blog, donde es Sandra.
Silhouettes, de Nikos Koutoulas |
Han pasado unos cuatro años y de pronto, sin avisar, aquella
época volvió a nosotras. Muy alterada, qué fuerte, qué fuerte, y su mano
moviéndose como si quisiera darme mil tortas, me anunció que Mr. Lolas acababa
de enviarle un wasap. “¡Se ha casado y vuelve a España!”. Cómo le brillaron los
ojos en aquel momento. Puede que su candidato a amante esté casado otra vez,
pero ella se ilusionó con su regreso como si le dijera que venía a verla. Lástima
que se vaya a Alicante. “Pasará por Madrid de camino, ¿no?”. Lo que yo decía,
ilusionada.
viernes, 14 de octubre de 2016
La boda de Violeta
ca_20150210_008, de Costică Acsinte Archive |
Violeta se ha casado. Estaba tan desesperada que se
presentaba diciendo hola, soy Violeta y quiero casarme y tener hijos porque se
me va a pasar el arroz, como si estuviera en una sesión de alcohólicos anónimos.
Le da igual ser buena en algo, esa era su única meta en la vida. Cosas
educacionales. Después de mucho insistirle a su novio, con el que está
desde hace once años y convive desde hace unos cinco, el muchachín se
arrodilló, sacó un anillo y, entre lágrimas (de ella), le pidió que fuera su
esposa. El sábado pasado cumplió parte de su sueño. Celebraron la boda civil, únicamente
“para la familia”, luego los invitaron a un banquete con tarta nupcial. Ella
con vestido blanco, sencillo pero con cola. Será el verano que viene cuando
celebren la boda religiosa en el país de Violeta y se ponga “vestido de
princesa”, organice una boda de cuento de hadas con miles de flores y un fotógrafo
de verdad.
viernes, 7 de octubre de 2016
¿Pasos para calentar una pizza?
Tengo que reconocer que me he equivocado. Mi radar ha
fallado. No voy a decir estrepitosamente. No de momento. Acabo de saber que el
nuevo tiene un hijo con una mujer, aunque eso no quiera decir mucho. Lo triste
del caso es que no parece muy afectado (siendo generosa al describirlo) por no
vivir en la misma ciudad que él y apenas verlo. Eso me dice mucho de él como
persona. No sé por qué me siento tan triste por ese niño que no conozco, no
entiendo por qué al oírselo decir se me puso una cosa en el estómago.
Father and son, de Guilherme Nicholas |
viernes, 30 de septiembre de 2016
La quinta semana
Quinta semana de trabajo. Me ha costado un mundo encontrar
algo sobre lo que escribir. Al tema de la
entrada anterior le di muchas vueltas, pero era algo de mi vida privada.
Hasta que Sandra no me enseñó las fotos de su fiesta de cumpleaños, no tenía
ningún elemento para relacionarlo con la ofi y publicarlo. Y de pronto, los
acontecimientos se acumulan.
Man in the machine, de torbakhopper |
Primero Violeta, la secretaria del super jefe, nos envía un
email invitación para su despedida de soltera. Unas cañas al salir de trabajar
un viernes. Pues yo, si no es despiporre y con unos tíos en bolas, paso. Mi
clase de Pilates no la cancelo nada más que por urgencias. Sí, un tío en bolas
es una emergencia. Sé que es un topicazo, pero a mí no me espera un maromo en
casa con la cena hecha y llevando solo un delantal [Shhh, esto es secreto: a
ellas tampoco]. Lo curioso de esta invitación es que apenas la conozco. Le ayudé un
poco cuando llegó, y nos hemos tomado… ¿cuatro cafés en año y medio? Con
Ana solo ha tomado dos y también la ha invitado. Debo de ser huraña. Si me casara, no haría
despedida de soltera en el trabajo, pero en caso de hacerla, no la invitaría
porque no tengo ninguna confianza con ella. Quedamos esta mañana para un café
sustituto de las cañas. Afortunadamente tanto ella como Sandra tenían que
entregarle un trabajo a mi jefa así que fue corto a la fuerza. Lo agradecí.
Sólo le dio tiempo a enseñarnos el vestido y poco más. Nada que me interese. En
cambio Sandra y Ana hablaron más tarde por teléfono y la despellejaron al
estilo Bolton. ¡Uf!
viernes, 16 de septiembre de 2016
Reflexiones: el machismo que no se ve
Hace unas semanas leí en algún sitio en la red que al
parecer se montó un revuelo tremendo porque el
hijo de Charlize Theron se disfrazó con una peluca de Elsa, la princesa de Frozen. Podría decir que me da igual de
qué se vista ese niño, en cierto modo es así, pero por otro lado me hago la
pregunta ¿por qué no puede vestirse de Elsa? ¿Tan aberrante es que un niño se
disfrace de niña cuando es absolutamente normal que una niña se disfrace de niño?
Yo me disfracé de princesa un año, pero también de payaso, y de chino, y de gran
inquisidor. En este último no me hace falta remarcar el masculino en negrita
porque nunca hubo una gran inquisidora.
Untitled, de Giuseppe Milo |
Hace poco más de una semana quedé con una amiga escritora.
Las dos estamos peleando por terminar un guion de largo. Le pasé una de las
obras que estoy escribiendo y me señaló un par de diálogos que le parecían
sexistas. Mientras los escribía me daba cuenta de que lo eran, pero cuando escribo
la primera versión no pongo filtros de ningún tipo. Tampoco sería extraño que
ese carácter sexista pasara inadvertido. Es algo escondido en un nivel mucho
más profundo de mi yo consciente, algo que mamamos desde que somos pequeños,
que nos rodea. Aunque cuando se forma nuestra personalidad adulta podemos
rebelarnos contra la herencia social, sale en ocasiones como esa, y sale
porque está ahí aunque no lo veamos.
viernes, 29 de julio de 2016
A vueltas con el destino
Yamam y yo empezamos a trabajar aquí el mismo día, los dos
en el mismo edificio, yo en el primer piso, él en el segundo. Cuando me crucé
con él la primera vez le dije hola y él me contestó hello y esa descoordinación
idiomática, marcaría nuestra no-relación el tiempo que estuvo en España.
Durante nuestros primeros cinco meses, cuando nos encontrábamos fugazmente en
la fotocopiadora o las escaleras, lo único que salía de nuestras bocas era mi
hola y su hello. Entonces, por sorpresa, en una fiesta que organizaron como
babyshower para mi jefa, se acercó a mí con una sonrisa encantadora, luchando
contra su timidez, y ¡quién lo iba a decir!, empezó a flirtear conmigo. En ese
momento no sabía dónde meterme. Tener que hablar en inglés con un hombre
encantador era demasiado para mí, eso sin saber que su intención era ligar. Ya
he comentado en otra ocasión que como
no suenen sirenas, no me entero de las proposiciones (in)decentes. No sé si
fue su sonrisa, su timidez o que al día siguiente una amiga me expuso con
claridad la realidad del asunto, pero empecé a sentir algo por él.
To know real love is to find peace, de Jamie McCaffrey
|
Aquella época no fue la mejor para mí en lo personal. Tenía
una especie de acosador que me amargó la vida durante tres años, hasta que dejé
el grupo que ambos frecuentábamos. Mi autoestima estaba minada, mi confianza en
los demás más minada todavía. No quería ni podía estar con nadie porque era
imposible para mí creer que alguien que estuviera conmigo me fuera a tratar
bien. Así que, aunque Yamam hizo sus intentos, nunca consiguió la respuesta que
deseaba. A mis problemas hay que añadir que el pobre seguía comunicándose en
inglés, yo me bloqueaba, me tiraba infusiones ardientes por encima de lo
nerviosa que me ponía y decía tonterías incompresibles que le hacían retirarse
con el rabo entre las piernas. Como veis, la
metedura de pata con el italiano buenorro no fue la primera cagada.
viernes, 22 de julio de 2016
Una jaqueca y un moratón
EightThirtyTwo, de Corey Ramsey |
La estación está prácticamente vacía cuando llego. Adelanto
a dos mujeres en las escaleras, madre e hija. Cuando suben al andén se pegan a
mí y no me gusta. Todo un andén para ellas excepto el metro cuadrado que ocupo
yo y se
colocan a mi lado. Creo que tenemos un problema, quizás falta de abrazos o
quizás se cumple, no solo en desconocidos, la teoría de los veintitrés segundos
de la que Claudia Piñeiro habla en Una
suerte pequeña. Entre estas dos el silencio crea una barrera de tensión que
puedo palpar sin conocerlas. Poco a poco esa tensión me toca, me incomoda
incluso cuando empiezan a hablar de tonterías después de veintitrés segundos.
Me aparto. ¡Ay! El canto del banco metálico me levanta la piel de la rodilla.
viernes, 15 de julio de 2016
El hombre murciélago
Are you sitting comfortably?, de Mister G.C. |
Entra en el vagón, larguirucho, delgado, con
calva estancada, estancado también su aspecto de cincuentón desde hace ocho
años. Mira a izquierda y derecha, escudriña buscando el sitio perfecto, duda,
avanza y retrocede sobre sus pasos. Hoy localiza ese sitio a mi lado. Se
abalanza sobre él. No voy a negar que me
incomoda. Se ve que es raro por su lenguaje corporal: postura encogida, casi
encorvada, andar rápido y tenso, ropa de otra época de colores apagados,
colores de película vieja, y en los pies siempre zapatillas de deporte de las que
hacen el pie más grande, invariablemente de color negro. Es una de esas
personas que despiertan lástima, pero es raro y eso me trae recuerdos que
quiero olvidar. No lo miro, así que no sabe qué pienso de él.
lunes, 4 de julio de 2016
Juego de celos
They love tricks~ Cersei & Melisandre, de Giovana Milanezi |
Escribí sobre los celos de Sandra en uno de mis primeros posts. En aquel momento estaba loquita por Mr. Lolas y me
veía como una amenaza. Incoherencias propias del ser humano las que la hacían
sentirse amenazada por mi presencia entre ella y “su” hombre, al mismo tiempo
que me despreciaba por no tener tipo de top
model y me consideraba indigna de tener pareja por sufrir sobrepeso (a mí y
a todos los gordos, no penséis que era nada personal). Una vez más pequé de
inocente y pensé que sin un machote en la sala no habría problema. No recordé
que los celosos no solo tienen ese sentimiento horrible por el objeto de sus
desvelos, también lo tienen por sus padres, sus hijos, sus amigos o,
simplemente, porque no son el centro de atención de una situación cualquiera.
lunes, 27 de junio de 2016
Viernes de resaca
Primera hora del viernes. No es dolor exactamente lo que
siento en la cabeza, es algo parecido a una presión. No llega al nivel de una
resaca, es como la sensación que me produce una noche de insomnio, pero sé que
es el exceso de alcohol el que la causa. Tampoco imaginéis que bebí tantísimo
(no pongo cantidad porque más de uno se reiría de mí, echadle imaginación).
Alcohol
+ fuego = combustión
A glass of fire, de Hugo Martins |
viernes, 17 de junio de 2016
Volvemos a ser tres
Three prayers bruning, de Wayne S. Grazio |
La última semana ha estado plagada de acontecimientos. El
principal es que tenemos compañera nueva en el neozulo. Me enteré el viernes
pasado pero no sabía fijo si la iban a poner aquí o abajo con Grace. Como soy
tonta avisé a Sandra para que se fuera mentalizando de que podríamos tener
compañía. Si hubiera sabido lo que pasó después, no le habría dicho ni mu.
Cuando llegué el lunes no había rastro de Celia, la nueva.
Simplemente pensé que habría retrasado su incorporación. No tardé en enterarme
de que ya había empezado. Fui a buscar unos documentos al despacho de Grace y
me confirmó que estaría con nosotras, solo que no tenía ordenador y estaba
trabajando con sus jefas. Mientras estábamos cuchicheando apareció Celia y me la presentó. Parece maja, pero tendré que
esperar a que pasen unos meses de convivencia y coja confianza para saber si es
buena compañera (y buena compañía) o no.
Nada más salir por la puerta hizo aparición mi jefa. Peleó
mucho para que no pusieran a nadie más aquí, me lo dijo como disculpándose. Lo
que no sabe es que yo estoy encantada, a ver si de una vez Sandra se corta un
poco y deja de montar espectáculos. De paso que nos encontrábamos aprovechó
para contarme que había un problema con la base de datos con la que estamos
trabajando. Mi mente se ofuscó. Subí corriendo y me puse a repasar como una
loca a ver si en mi parte también había fallos. Esto es lo que pasa cuando
alguien no tiene seguridad en sí misma: si otros se equivocan piensa que
también lo ha hecho mal. Terrible pero cierto.
martes, 7 de junio de 2016
Sesión corta
Tengo hora y media para comer. Hasta hace poco más de un año tenía dos horas. A veces siento que no me llega para nada, así que apenas planeo actividades. El paseo sigue siendo obligado, ¿qué hago con la media hora restante? Mi actividad preferida, que además puedo simultanear con la comida, es ver pelis y series. Aquí he visto Madmen, Making a murderer, American crime story, la primera temporada de True detective, Mr. Robot (ésta aún está a medias, no me engancha del todo). He visto capítulos sueltos de muchas otras: Falling skies, Broadchurch, Homeland, Downton Abbey, el único capítulo que vi de La cúpula… Faltan, son muchos años. Y tengo asignaturas pendientes. De las pelis mejor ni hablo porque he visto demasiadas como para recordarlas todas.
Hoy me dio el punto por los cortos y se me ha pasado el
tiempo viendo uno tras otro de manera compulsiva. La mesa me llevó a la parada
del bus, y el bus, de larga distancia, me llevó lejísimos, tanto que casi acabé
con una sesión breve de porno. Me contuve porque estoy en la ofi. Vi intentos de violaciones, viajes en tren muy muy extraños e inquietantes, robos de almas, tratamientos en clínicas de adelgazamiento... Al post traigo una selección de tres, la sesión completa aquí.
viernes, 3 de junio de 2016
Diario de un "Ascenso" (6): vuelta a las andadas
Jueves 2 de junio de 2016
11:30h
Suena el teléfono. Está en una esquina de la mesa, la
pantalla tapada por la cpu en vertical, así que cojo ignorando quién llama. Un
diga sale despreocupadamente de mi boca. Error. Es ella. Abrí la puerta el otro
día y no ha dudado en cruzarla, lo que me extraña es que haya tardado tanto. No
he sido sincera. No he mentido pero sí he ocultado información. Cuando me llamó el otro día, me dio tantísima pena que me ofrecí a traerle jabón
casero. ¡MEC! Sí, lo sé, fue un error que ya estoy pagando. Cuando se lo llevé
(sí, encima se lo llevé, alimentando aún más su fantasía de pulgas en la
moqueta) tenía para mí una trampa para hormigas, para combatir a las que entran
cada año en mi casa. No, no. No es que yo no sepa comprar exterminadores de
hormigas, es que su trampa es muchíiiiiisimo mejor que cualquier otra que pueda
comprar. Salí de allí con una mezcla entre cabreo y pena que me gustaría no
sentir más, sobre todo lo relativo a la pena.
Vuelvo a la realidad tras los recuerdos. Me cuenta que hay
una conjura contra ella en la empresa. Es la única secretaria a la que no le
cancelan las guardias. Es cierto, en parte, pero es lo que pasa si te metes con
la persona que organiza los turnos. No solo me llevó a mí al borde de la locura
y, cuando vences a personas que son superiores a ti en la empresa pero no
mueren, puedes tener por seguro que habrá consecuencias. La clave de esto es
que ellas (la jefa de las guardias y su secretaria) la están martirizando, pero
cuando la Rotten las machacó era por una buena causa porque ella es perfecta y
no comete pecados.
Voy a desconectar un rato.
lunes, 23 de mayo de 2016
Necesidad de hablar
Yes please, de Allert Aalders |
viernes, 13 de mayo de 2016
Embarrados y negacionistas: el derecho a estar triste y feliz solo para ellos
Girl and grief, de x1klima |
Hace un tiempo, Rita defendía en su post Consejos vendo y para mí también tengo el
derecho a ser feliz y que no te miren mal. Porque es verdad, molesta ver felices
a los demás. Ay, las envidias y los celos (y probablemente algún que otro
desorden) cuánto daño hacen. Sin embargo, también molesta lo contrario y no por
empatía precisamente. Si la persona que ve la tristeza está viviendo un momento
de su vida extraordinario, ya ni cuento cuánto le jode. Casi casi me ha salido
un trabalenguas. Mi conclusión, la misma que para otras muchas situaciones: nos
molesta todo. ¿Acaso cuesta tanto compartir la felicidad ajena y ser empáticos
con el que está pasándolo mal? Este blog no recibe muchas visitas, pero igual
algún avispado se le ocurre pensar que por qué vengo ahora con estas historias
si hace poco escribía sobre lo molesto que es aguantar los llantos en los zulos y neozulos. Pues sí, esos
llantos son molestos porque son un exceso fingido. Y también es molesto el
egoísmo que esconden esas lágrimas, pero no voy a adelantarme.
martes, 19 de abril de 2016
Diario de Sandra (2): El ascensor
Lunes 18 de abril de
2016
15:37h
La mañana ha sido tranquila. Sandra estuvo seria, sin hablar
nada. La única vez que lo intentó quería pagar conmigo sus problemas y eso sí
que no. No sé qué cara debí de ponerle porque cerró el pico hasta ahora. Fui yo
la que rompí el silencio, en el fondo me da pena y sabía que la historia que
iba contarle la iba a hacer reír un poco porque nada más abrir la puerta vi que
había estado llorando en mi ausencia.
La historia es que el ascensor está estropeado, el noveno motivo para subir por las escaleras. Lo gracioso no es eso sino que
la semana pasada Pura, la vieja de la limpieza, se quedó encerrada una hora nada
más llegar al edificio, sobre las siete y media de la mañana. Ais, qué pena que
nuestro ascensor no sea como la cabina. A ella le hizo aun más gracia saber que Mari Pili también sufrió
encierro hoy. Y una hora más tarde, tres estudiantes, aunque como eran
desconocidos no nos hizo gracia a ninguna de las dos. Lo han clausurado. Me
imagino nuestras escaleras como las de The
Big Ban Theory, solo que con gente menos interesante y mucho más sosa.
lunes, 18 de abril de 2016
Diario de Sandra (1): viernes de lágrimas
Viernes 15 de abril de 2016
9:45h
Estoy hablando por teléfono con mi padre. El pobre siempre
me llama nada más llegar a la oficina para cerciorarse de que he llegado entera
y, sobre todo, de que el tridente esté sin rasguños y pegado a mi mesa, por si las
moscas cojoneras. Entra Sandra. Como estoy a punto de despedirme de él no salgo
para hablar. Sandra deja sus cosas y se va con el teléfono en la mano.
10.10h
Vuelve llorando. Si es que son tan predecibles, las pobres.
Siempre las mismas pautas de actuación. Sabía que lo del miércoles era solo el principio. Como ya no estoy hablando, y debe de
pensar que no tengo nada que hacer, me empieza a dar la brasa con un marrón que
le ha encasquetado nuestra jefa. No habría problema si no me consultara sobre
qué debería haber hecho: darle un corte a nuestra jefa o no. ¡Lo que me
faltaba! Esta tía tiene un problema y gordo. Si eres borde con tu jefa, atente
a las consecuencias, pero no impliques a nadie. Que encima será capaz de
decirle después de meter la pata me lo dijo Dorotea, con voz de zorrita.
viernes, 15 de abril de 2016
Llorar en la oficina: las mejores actuaciones estelares
Ay, madre, que han vuelto los viejos tiempos. No sé si es
que esta silla es mágica o tiene implantada tecnología futurista pero me parece
que he viajado en el tiempo y las antiguas situaciones culebrónicas han
desembarcado en el neozulo. Como decía una de las viejitas de mi familia: “Cogí
miedo, cuca”.
Easily Offended, Overly Sensitive, de lookcatalog. Ilustración de Daniella Urdinlaiz |
La semana pasada leí un artículo sobre Qué hacer cuando tu compañera* empieza a llorar.
Nada más ver el título pensé que aquello iba conmigo porque una gran parte de
mis compañeras de zulo han llorado. La primera fue Ofelia. Hablaba como una
cotorra por teléfono (la principal marca de la casa), pero curiosamente salió
para atender LA llamada. No sé qué le dijeron que empezó a llorar como una
fuente. ¡Pobres árboles del patio! Era demasiado para ellos verla en ese estado,
así que entró corriendo envuelta en mocos y lágrimas para seguir con el
espectáculo a mi lado. Preocupada, hice lo que el artículo dice que no se debe
hacer: preguntar. El corte que me metió me dejó desangrada en la moqueta: “son
asuntos de familia”. Inmediatamente llegó Mari Pili corriendo lo que sus zancos
le permitieron y casi sin respirar le preguntó lo mismo. Como premio al
esfuerzo recibió un dulce “Nada Mari, no es nada, no te preocupes”. Esa segunda
respuesta me dijo mucho más que la primera, así que cuando repitió numerito
unas semanas después no recibió el aplauso que en realidad quería. Para
conseguirlo, ¿qué hizo? Sorber muy muy fuerte por la nariz, tanto, que nos
quedamos sin polvo en la moqueta. A pesar del desagradable ruido, me mantuve en
mis trece y ni una mirada, ni una. Eso se repitió una tercera vez. Mi nivel de
paciencia estaba a nivel del núcleo terrestre (no sólo por los llantos) y la
volví a ignorar. Es más, si mi actitud la disgustaba, mejor.
martes, 5 de abril de 2016
Sueño: dos novios para un diablillo
Love is key de cosmo_71 |
Anoche tuve un sueño rarísimo y larguísimo, incluso seguí soñando después de sonar el despertador, en ese estado entre la vigilia y el sueño. Lo traigo porque está implicado un compañero de trabajo. Hace un rato me di cuenta de que el hilo conductor, la boda, vino a mi mente por el post de S. que leí ayer. El resto de elementos catastróficos y dramáticos no tengo ni idea de dónde han salido.
Es el día de mi boda. Me voy a casar con Álvaro, el compañero de curro del que hablé antes. Guapo, no muy alto, encantador. Lo conocí hace como un año aunque lleva aquí tanto como yo. Nos habremos visto ¿tres veces?, ¿cuatro? Sin embargo, desde hace una temporadita, nos cruzamos casi todos los días en el camino de ida o en el de regreso y siempre, siempre, en el mismo punto de encuentro. Un poco raro todo. Hasta me da vergüenza. En la distancia, sin palabras, las miradas son las dueñas absolutas y han establecido un juego que me pone nerviosa.
lunes, 4 de abril de 2016
Lo que me inspira la música (7): Espera bajo la lluvia
Espera en la esquina de siempre a que aparezca y pase sin
verlo, caminando como si flotara en una nube sin importarle nada lo que sucede
a ras de suelo. La lluvia lo empapa, hace tiempo que se coló por alguna rendija
al interior de sus zapatos y está empezando a traspasar el abrigo, pero la espera
vale la pena, quizás sea hoy el día en que a ella le llame la atención algo del
mundo real y al fin se dé cuenta de que coinciden cada mañana. Le da igual tener
esas pintas, empapado, el pelo aplastado contra la piel y temblando como si
tuviera miedo. Miedo de ella.
En el interior de un coche parado en el semáforo suena Non lo dirò col labbro. No sabe cómo se
titula, solo le suena la música de una peli que una de sus ex
veía una y otra vez. Luz verde. El coche avanza dejando libre su campo de
visión. Al fondo de la calle, después de la curva, aparece la figura envuelta
en un abrigo rojo, mirando a un mundo que solo existe en su mente. Se agacha para
observar algo en el suelo. Él no alcanza a ver que son las primeras amapolas de
la temporada, los pétalos empapados y aplastados unos contra otros, encorvadas
por la lluvia, temblando por el viento, como si le tuvieran miedo al frío
inesperado. La chica del abrigo rojo, ella, las toca con dulzura. Avanza un
paso y se para de nuevo. Saca su móvil del bolsillo y les hace una foto a las
delicadas flores que, sin estar en su mejor momento, anuncian ya la llegada de
la primavera.
viernes, 18 de marzo de 2016
Dos días
Dos días para las vacaciones. No tengo mucho lío y me aburro
un poco, pero tampoco soy capaz de terminar el libro que empecé para leer en el
rato de descanso. Muerte en Venecia,
un tostón, con todos mis respetos al señor Mann. He de reconocer que tiene un
par de párrafos que hacen que leerlo merezca la pena aunque el resto sea
infumable. Uno de ellos está ahora pegado a mi cpu. No me hace falta leerlo,
simplemente lo miro, sé lo que dice, me recuerda que no debo cometer el mismo
error dos veces. Y no, por dios, no se trata de enamorarme de un niño, eso es
asunto del señor Aschenbach. Lo mío es tan fácil de resolver como actuar en lugar de no
hacer nada.
Dos días. He cogido una nueva costumbre: hacer algo de
relajación (meditación me queda demasiado grande) a media tarde. Pero Sandra
también ha cogido una nueva costumbre: quedarse después de su hora. Y son
incompatibles. Qué curioso, ¿no? Que tenga que quedarse pero por las mañanas no
pare de darme el coñazo. Esa es una vieja costumbre que ha recuperado. Como Ana
ya no está en el mismo despacho que nosotras, me utiliza de amiga, de paño de
lágrimas, de terapeuta, de consejera. Espero que no me pregunte si tiene que ir
al baño o no porque lo va a pasar muy mal. ¡Por fin se va! Ah, no, está haciendo
el tiempo… qué triste no querer salir del trabajo porque tu destino es
una mierda de familia.
Llévame lejos... usa tu magia..., de Tonymadrid Photography |
martes, 8 de marzo de 2016
La lucha del día a día
Hoy es el Día Internacional de la Mujer. Nunca me ha gustado este día. Primero porque se hace referencia a
él como Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Yo aún era estudiante cuando
me preguntaba por qué las mujeres lo necesitamos si hay ya un día del
trabajador/a. ¿Y qué pasa con las que no trabajan pero están en la lucha?
Segundo, porque si es necesario que haya un día para la mujer es por algo y ese
algo da auténtico asco. Lo siento, últimamente estoy un poco negativa y muchas
cosas me dan asco. It’s beyond my control.
R.C. Beadle, A.H. Brown, and suffragettes |
Lucho en mi día a día contra la discriminación que sufrimos.
Lucho contra las diferencias generacionales con mis padres (¡y lo que luché con
mis abuelos!); lucho contra algunas de mis compañeras de trabajo, que parece
mentira que sean mujeres y madres en el siglo XXI; lucho día a día viniendo a
trabajar como mujer joven contra algunos de mis compañeros hombres, viejos y
jóvenes; lucho contra mi prima cuando dice que una tía es una puta porque grita
cuando folla con su novio; lucho contra mi familia y sus prejuicios; en
realidad lucho contra los prejuicios en general. Y a veces no lucho y simplemente
vivo y hago lo que me da la real gana como un hombre y me da igual lo que
digan. Pero no todos somos iguales, nuestras personalidades están teñidas de
todos los colores imaginables. Por eso, por nuestra educación (con educación me
refiero a nuestras influencias, a lo que aprendemos a lo largo de la vida, no
sólo lo que nos enseñan en casa o en la escuela) y por factores externos, a
veces, no somos capaces de luchar.
viernes, 26 de febrero de 2016
Ocho razones por las que merece la pena subir escaleras (y bajarlas)
Damas, caballeros, diablos de toda clase y condición: presten atención porque voy a tener la osadía de llevarle la contraria a un gran físico en mi siguiente post defendiendo que subir tres pisos de escaleras (y bajarlos) sí merece la pena. Y además voy a tener el morro de utilizar sus propias palabras en uno de mis argumentos.
Hace unos días que estoy leyendo Por amor a la física, de Walter Lewin. Sí, el mismo que me inspiró la sexta entrega de mis minicuentos. Este señor, doctor en física, fue profesor en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y, al parecer, sus clases eran antológicas, televisadas, con unos índices de audiencia altísimos (al menos para estar orientados a minorías) y con un enlace propio en Wikipedia. Sus cursos abiertos online son de los más vistos, la gente le escribe en masa para consultarle dudas, mostrarle los resultados de sus experimentos y él responde a cada uno de ellos. Una auténtica estrella con supernova incluida (eso podéis investigarlo vosotros mismos, que me voy por las ramas).
I see 3 office ladies, de hyperspace328 |
En el capítulo 9 del libro, “Conservación de la energía. Plus ça change...” dice que la energía que gastamos (se refiere a una persona con una actividad física moderada o incluso baja) haciendo las tareas habituales es tan pequeña que podríamos ignorarla a la hora de equilibrar lo que comemos. Creo que se refiere a que para hacer la colada o pasar la aspiradora no nos hace falta meternos una hamburguesa entre pecho y espalda. Hasta aquí de acuerdo. Es en su demostración cuando empiezan las discordancias. Pone el ejemplo de los tres pisos, justo los que yo tengo ahora hasta mi oficina.
jueves, 18 de febrero de 2016
Lo que me inspira la música (6): Cuestión de física
Simplificando, el
principio afirma que, para flujos de líquido y de gas, cuando aumenta la
velocidad del flujo disminuye su presión.*
Mira el amanecer y sus pensamientos vuelan hacia las nubes
grisáceas que empiezan a tapar el cielo. Imagina las alas del avión, subiendo y
bajando los alerones. ¿Estará relacionado con el principio de Bernoulli?
There you’ll be le
parece sosa. No sabe si porque no pega nada bien con el libro de Walter Lewin,
porque aborrece la película o porque realmente no tiene gracia. Siempre la
transportaba al verano del 2001, cuando su amiga Ana fue a ver Pearl Harbor. Estaba enamorada de un
vampiro y se divertía mucho más cuando en sus cartas le contaba sus encuentros
y desencuentros en el portal que cuando le hablaba sin parar de Ben Aflleck. La
canción ya no significa nada y eso la sorprende. Aunque se acaben, casi todas las
relaciones aportan algo. Está claro que la relación con Ana no le dejó nada, desapareció
tan rápido como un avión del baúl de los recuerdos importantes. Quizás debería
quitarla del ipod.
* Walter Lewin. Por
amor a la física. Barcelona: Debolsillo, 2014, p. 93.
viernes, 12 de febrero de 2016
La guerra de las cien rosas
Hace un par de semanas Sandra y Mari Pili, la recepcionista
de las mañanas, tuvieron un nuevo encontronazo. No se soportan. Tienen el mismo
tipo de relación conflictiva que la vieja de la limpieza y yo. Llegó un paquete
para Sandra y, como siempre, Mari Pili pasó de avisarla. Aprovechó que bajé a
por agua para pasarme el recado. Sandra, ni corta ni perezosa, le soltó “¿Te
sabes mi extensión, no?” cuando fue a recogerlo. La otra le replicó y Sandra le
volvió a repetir la pregunta.
En ninguna guerra, al menos en las oficinescas, hay bandos
neutrales. Aunque no quieras te ves salpicada igual que cuando hay tormenta y, si no tomas partido por un bando u otro da
igual, ya se encargarán tus compañeras de incluirte en el bando que más les
convenga dependiendo de si te quieren a favor o en contra (si no te incluyen,
peor, porque van todas a por ti). En esta guerra Mari Pili me pone en el bando
de Sandra porque compartimos agujero. Si soy sincera, creo que la razón la
tiene Sandra y, aunque no voy a inmiscuirme ni loca, ellas se encargan de
ponerme en medio.
jueves, 4 de febrero de 2016
Lo que me inspira la música (5): Ojos verdes
Mediodía. Sala de espera del salón de belleza. Vacía. De fondo, una emisora con música. Termina una canción ochentera a la que no ha prestado atención. El libro la tiene
atrapada como un imán hasta que empieza a sonar I want to know what love is y rompe el maleficio.
La mirada perdida en la puerta de la calle que parece
abrirse a los recuerdos más recientes: su primer encuentro cuando él le pidió
un bolígrafo, el último cuando la besó después de proponerle una cita. Su
primera cita en meses. ¿Por qué no ser sincera con una misma? La primera en un
par de años. Y ahí está en ese salón, esperando a que le hagan la cera completa
por si pasa algo. Tiembla, tiembla pensando en sus ojos verdes que un día la
vieron brillar a través de la niebla.
viernes, 29 de enero de 2016
Tiempo de tormenta
Rain man, de Bjørn Giesenbauer |
Sandra tiene un problemilla con su trabajo. La entiendo. Aunque
no hacemos lo mismo, no nos dedicamos a nada entretenido, estimulante o
enriquecedor. A veces tengo la sensación de estar en una especie de cadena de
montaje oficinesca de la que es difícil salir. Por eso busco cosas para hacer
fuera. Ella tiene a sus hijos, su vida fuera de aquí son ellos, pero ¿es
suficiente eso para llenar a una persona?
martes, 19 de enero de 2016
Adiós, zulo
Hay una expresión en inglés que dice No news is good news. Suelo decir algo parecido en español cuando,
en el trabajo, me preguntan por las novedades y no las hay. Si pasa algo
suelen ser marrones, bajadas de sueldo, viejas de la limpieza que se
extralimitan o encuentros en la cuarta o quinta fases con extraterrestres que nunca han salido de la
Tierra. Para mi alter ego real es una porquería, para el blog es una maravilla porque
se nutre de todo lo que sufro. A veces pasan cosas positivas y, de hecho, como excepción, voy a hablar de una ellas.
Redoble de tambores y un par de cañonazos, por favor:
¡ME CAMBIAN DE DESPACHO!
Blu, de Conan |
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